Bajo fuego y con aliados “panqueques”

16 de septiembre de 2022

El ataque traicionero de Azerbaiyán a territorio soberano armenio sólo generó una condena parcial de la comunidad internacional. Intereses que prevalecen por sobre la democracia y los valores.

“Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”, dijo una vez el genial actor Groucho Marx, en relación a la volatilidad de las convicciones. Y eso mismo es lo que el mundo está viendo hoy en día cuando se observan los sucesos de la frontera armenio-azerí.

Ya no quedan dudas de que la frontera caliente entre Armenia y Azerbaiyán es el teatro de operaciones de un nuevo capítulo de la pulseada geopolítica entre Rusia y Turquía, en el que empezó a terciar Occidente, con Francia y Estados Unidos a la cabeza, para meter una cuña en el patio trasero de Moscú.

Los bombardeos azeríes a gran escala sobre las localidades de Sotk, Gorís, Vardenis y Jermuk fueron un nuevo testeo de la capacidad de respuesta que tienen las fuerzas armenias en la frontera este. La resistencia es relativamente buena, aunque según informó el propio primer ministro Nikol Pashinyan en esta incursión se perdieron 10 kilómetros cuadrados de territorio, que se suman a otros 40 km2 cedidos a la fuerza en mayo de 2021.

Pero lo que está en entredicho hoy es el juego de alianzas de Armenia y las posibilidades reales de retrotraer la situación regional a noviembre de 2020, al firmarse al acuerdo de cese al fuego tras la guerra de los 44 días, así como encaminar definitivamente la paz con Azerbaiyán, a través de la rúbrica de un tratado entre el presidente Ilham Aliyev y el primer ministro Pashinyan.

La débil tregua que se pactó el jueves 15 y que se mantiene al momento de escribir estas líneas, podría quebrarse en cualquier momento. “Exijan que Azerbaiyán retire inmediatamente sus fuerzas del territorio soberano de Armenia”, señaló Mhér Margarián, Representante Permanente de Armenia ante la Organización de las Naciones Unidas”, durante su discurso en el Consejo de Seguridad, convocado en sesión urgente a pedido de Ereván.

En ese contexto, el funcionario también aclaró ante el pleno del Consejo de Seguridad que “hay informes confiables de que Azerbaiyán está planeando otro ataque militar, expandiendo la geografía de la agresión, incluso en dirección a Najicheván, para hacer realidad las ambiciones ilegales de crear un corredor extraterritorial a través del territorio soberano de Armenia”.

Apoyos y silencios

Cabe aclarar que tanto los legisladores como el propio secretario de Estado norteamericano Anthony Blinken, y funcionarios del gobierno ruso y francés, los tres países que integran la co-presidencia del Grupo Minsk de la Organización de Cooperación y Seguridad Europea (OCSE) señalaron a Azerbaiyán como el país agresor.

También hubo firmes declaraciones en defensa de la posición armenia de parte de representantes de la India, China, Canadá, y varios países de la Unión Europea. Y la titular de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, viajará a Armenia a fin de esta semana en señal de apoyo.

Llamativo silencio guardó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien en julio pasado había alcanzado un acuerdo de provisión de gas natural con Aliyev, como sustituto al gas proveniente de Rusia. El gas ruso se encuentra atrapado en el conflicto de Ucrania y en la decisión de Vladimir Putin de cortar el gas a Europa por las sanciones impuestas por Occidente a su país.

Pero la propia Von der Leyen es cuestionada ahora por este acuerdo. El pasado 14 de septiembre el eurodiputado alemán, Martin Sonneborn trató en el pleno de la cámara de “incompetente, corrupta y criminal” a Von der Leyen.

El mismo día del ataque azerí a Armenia, el ministro de Energía de Azerbaiyán señaló que su país tiene la intención de aumentar en un 30% este año la provisión de gas natural a Europa. Música para los oídos de una Europa que ve la llegada del invierno y debe restringir el uso de energéticos ante la falta de suministro ruso.

La hipocresía de Occidente

En este punto no hay nada nuevo bajo el sol. Hoy como hace más de 100 años, los intereses “matan” a la defensa de valores y derechos humanos.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial los países occidentales avalaron el surgimiento de una nueva república en las costas del Mar Caspio (Azerbaiyán) para poder incidir allí y utilizar el petróleo de Bakú. Dejaron crecer un monstruo y se olvidaron de los valores. Hoy la demanda es por el gas, y la tolerancia a la autocracia de Aliyev “tapa” bibliotecas enteras de derecho internacional en la vieja Europa.

“El mayor error de Pashinyan fue probablemente haber tomado en serio la retórica democrática de Occidente, ya que la UE en particular ahora quiere convertir a Azerbaiyán en un proveedor central de gas, especialmente en el contexto de la guerra por Ucrania”, escribió este miércoles el periodista alemán Tomasz Konicz en la revista Analyse & kritik, una publicación de análisis político y debates de actualidad.

Y aclara: “Azerbaiyán está llevando a cabo una ‘política de oscilación’ geopolítica similar entre Moscú y Occidente como Turquía para obtener las máximas concesiones de ambos bloques de poder”.

Las medias palabras de condena pronunciadas por el presidente ruso Vladimir Putin y la quietud de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO) ante el pedido de intervención de Armenia se explican por la geopolítica de Moscú, que juega a ser amigo de Ereván pero mantiene vínculos políticos y económicos con Bakú.  Putin solo aceptó enviar un equipo de observadores de la OTSC.

El artículo 4 de la Carta de la OTSC establece que: “En caso de agresión (un ataque armado que amenace la seguridad, la estabilidad, la integridad territorial y la soberanía) contra cualquier Estado miembro, todos los demás Estados miembros, a petición de este Estado miembro (Armenia ya lo hizo el martes 13), proporcionarán inmediatamente a este último la ayuda necesaria, incluso militar”. Nada de esto pasó.

Tal vez la explicación sea el vínculo que mantienen Moscú y Bakú. “Azerbaiyán, nadando en divisas, es uno de los clientes más importantes de la industria armamentística rusa, y el dictador azerbaiyano Aliyev mantiene excelentes relaciones con Putin”, señaló Tomasz Konicz.

En estos momentos, ambos líderes junto a Recep Tayyip Erdogan están en Samarcanda (Uzbekistán) en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai. El objetivo de Erdogan es abordar allí con Putin el conflicto en la frontera armenio-azerí.

Como se ve, un panorama muy complejo. Con aliados volátiles y de convicciones débiles, a Armenia sólo le queda recordar la vieja máxima que recuerda el cancionero popular, al narrar las hazañas de los fedaí. “Estamos convencidos que sólo con las armas hay salvación para los armenios”.

Y en esto hay que aprender de la experiencia de otros países. El caso paradigmático es Israel, que destina a Defensa el segundo mayor porcentaje de su presupuesto nacional. No es el único caso, también Irán y otros países de la región basan su posición geopolítica en la potencia de los cañones. Hay que hacerlo ya, sin prisa y sin pausa, dólar sobre dólar. Porque la voracidad turco-azerí no tiene límites.

Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar

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