Cilicia, reino a la deriva entre mongoles y mamelucos

05 de septiembre de 2022

La apasionante historia del reino armenio de Cilicia que comenzamos a analizar en la nota anterior comprende aún muchos episodios. Los acontecimientos del cambiante entretejido geopolítico de la época son tantos y tan vertiginosos, que se hace difícil abarcarlos en una sola entrega.

Habíamos dejado nuestro relato haciendo referencia al rey Levón II “Medzakordz” –el de las “grandes obras”– y a la tercera cruzada de los reyes europeos. Intentemos retomar el hilo de la historia con un rápido vistazo a la situación regional.

El siglo XIII marca la lenta pero progresiva decadencia del fenómeno histórico de las cruzadas. El momento crítico llega con la cuarta cruzada: debía dirigirse hacia Egipto -centro del poderío musulmán donde reinaba la dinastía de los ayubíes para desde allí liberar Tierra Santa. Sin embargo, la expedición se desvía y en 1204 conquista… Constantinopla, la capital del Imperio bizantino.

Este suceso, conocido como “la primera caída de Constantinopla”, es el preludio a la caída final en manos de los turcos otomanos en 1453. El saqueo de la ciudad por los cruzados no deja a salvo reliquias de oro y plata, iconos ni huesos de santos bizantinos. Dicho sea de paso, los mismos serán devueltos a los ortodoxos siglos después, con los perdones del caso… 

El Imperio bizantino queda sumido en un terrible caos y un mar de violencia que lo dejan agonizante. La avidez de riqueza y poder se antepone a los objetivos cruzados de liberar Tierra Santa y causa una verdadera guerra civil entre cristianos.

La situación se agrava cuando muchos cruzados residentes en los estados de la franja costera sirio-palestina emigran hacia el nuevo Imperio latino –que reemplaza al bizantino y se prolongará hasta 1261- atraídos por la posibilidad de participar en el reparto del botín. Como resultado, las posesiones cruzadas de Oriente dejan de recibir los pertrechos y refuerzos necesarios para mantener la resistencia a la constante presión musulmana.

Sin embargo, primero a instancias del papado y luego por iniciativa de los monarcas europeos, se organizan nuevas cruzadas con el fin de salvar los enclaves cristianos en Oriente, tan importantes política y económicamente para los reinos europeos. En breve:

Quinta cruzada (1219-1221). Los cruzados atacan Egipto. Logran conquistar Damieta (ver mapa abajo) pero sin objetivos militares claros, finalmente son aplastados.

Sexta cruzada (1228-1229). El emperador alemán Federico II parte hacia Palestina para cumplir su promesa de luchar por la reconquista de Tierra Santa. Consigue la cesión de Jerusalén –de 1229 a 1234- no por las armas, sino a través de negociaciones diplomáticas.

Séptima cruzada (1248-1249). Nuevamente se dirige a Egipto. Tras un éxito inicial con la toma de Damieta, Luis IX de Francia es derrotado. Hecho prisionero, tendrá que ceder aquella ciudad para recuperar la libertad.

Octava cruzada (1270). Tras la conquista musulmana de varios territorios, Luis IX intenta sitiar Túnez. El asedio resulta un fracasoy el monarca muere ante las murallas de la ciudad, víctima de la peste.

Una tras otra, las campañas militares europeas quedan condenadas al fracaso y la decadencia de los cruzados es imparable. Malos augurios para el reino de la Nueva Armenia.

Cambios en el mapa

Paralelamente a estas expediciones militares de Occidente, a lo largo del siglo XIII y hasta mediados del XIV el mapa de la vasta región del Medio Oriente y de Asia Menor sufre –una vez más- modificaciones sustanciales. El cambio del statu quo se debe a dos motivos:

Por un lado, la caída de los gobernantes ayubíes en Egipto. El Estado creado por Saladín Ayubín y sus sucesores llega a su fin debilitado por una fuerza interna: los mamelucos. Se trata de un grupo de esclavos-mercenarios islamizados e incorporados al ejército, de origen principalmente turco. Tal es su fuerza que en 1250 derrocan a la dinastía ayubí a la que servían y se erigen en nuevos gobernantes. Los mamelucos regirán los destinos de Oriente Próximo durante más de dos siglos hasta la llegada de los turcos otomanos y serán la principal amenaza contra los Estados latinos y contra el Reino armenio de Cilicia.

Por el otro, un hecho de proporciones históricas: el incontenible avance de los mongoles desde el Asia Central hacia el Oriente Próximo. Los diestros jinetes y guerreros de Gengis Kan y sus sucesores acaban con todos los sultanatos turcos del Asia Menor y los convierten en sus vasallos. Claro que también arrasan la Armenia histórica (Medz Hayk) y llegan hasta las fronteras del reino de Cilicia (ver mapa abajo).

Si para el antiguo reino de la Gran Armenia caer bajo el yugo mongol es otra de las tantas tragedias de su historia, no ocurre lo mismo con la Nueva Armenia: los mongoles no la conquistan. Tampoco arremeten contra los Estados latinos de Oriente, creándose así un momentáneo equilibrio de fuerzas a favor de los estados cristianos. Los armenios intentarán incluso convertir a los mongoles al cristianismo…

Tras barrer a turcos selyúcidas y árabes, los mongoles llegan hasta las puertas de Egipto pero no logran dar el golpe final a los sultanes mamelucos, quienes vuelven a la carga: reconquistan Damasco y Alepo y acaban con las posesiones cruzadas en Oriente. Así, en 1268 cae el principado de Antioquía y en 1271 luego de un largo asedio, la célebre y hasta entonces inexpugnable fortaleza de Kerak (foto abajo) de la orden Hospitaliaria de San Juan de Jerusalén.

En 1289 le llega el turno de desaparecer al condado de Trípoli y en 1291 a los restantes puertos del antiguo reino de Jerusalén. El último capítulo se escribe el 18 de abril de ese año con el asalto de los mamelucos a San Juan de Acre (ver primer mapa), última posesión cristiana en Tierra Santa.

Es decir que, aproximadamente 200 años después de la primera cruzada, en la zona costera del Mediterráneo oriental queda en pie sólo un Estado: el reino de la Nueva Amenia, el cual seguirá resistiendo durante casi un siglo, pero abandonado a su suerte y a sus propias fuerzas.

Los Hetumian y la alianza con los mongoles

Ahora sí, volvamos al rey Levón II (*). No teniendo sucesor hijo varón, su hija Zabel (Isabel) asciende al trono a su muerte en 1220. Pero será el consejo regente y su líder, el gran barón Constantín de la dinastía Hetumian, quien de hecho se hará cargo del poder hasta 1226.

Constantín es consciente de la necesidad imperiosa de una alianza militar con Antioquía. Para ello decide ofrecer la mano de Zabel al príncipe Felipe -cuarto hijo de Bohemundo de Antioquía- quien promete ser fiel a las tradiciones del reino. Sin embargo, al hacerse cargo del gobierno muy pronto olvida sus promesas, llegando a despreciar hasta los ritos armenios. Ante el descontento de los najarar (señores feudales ahora convertidos en barones o condes), Constantín no pierde tiempo: expulsa a Felipe y presiona a Zabel a contraer matrimonio con su hijo Hetum, primer soberano de la mencionada dinastía.

Merece la pena dedicar unos párrafos al rey Hetum I quien gobierna el país durante 43 años –el reinado más prolongado de la historia armenia- desde 1226 hasta 1269. Gran diplomático e incansable viajero, nada tiene que envidiar al veneciano Marco Polo: su larga travesía a Karakorum, capital de los mongoles en el Asia Central, es un hecho épico y sin precedentes.

¿Qué objetivo persigue Hetum I al realizar semejante viaje? Contrarrestar el constante avance de los mamelucos sobre el reino armenio. Y para ello habrá que aliarse con la nueva e imponente fuerza presente en la región: los mongoles. Pero no sólo el soberano armenio ve en los mongoles la llave de la salvación, otro tanto lo hacen el Papa y los reyes europeos. Todo el mundo cristiano tiene las esperanzas puestas en los kanes para salvaguardar lo que queda de las posesiones cruzadas en Oriente Próximo.

Así pues, el monarca armenio se lanza a una odisea, una especie de “road movie” medieval. Es el primero y único de la historia del Reino de Cilicia que emprende un viaje similar, desde las costas del Mediterráneo oriental hasta Mongolia. Un trayecto de meses que lo llevará a surcar el territorio de la Gran Armenia (Medz Hayk), sometida en ese entonces a los mongoles. Será también el único rey de la Nueva Armenia que vea con sus propios ojos la patria histórica de sus ancestros…

Es el año 1254. La misión de Hetum I de lograr un pacto con los mongoles y una alianza que permita enfrentar con fuerzas conjuntas al ejército mameluco, es un éxito. Por el contrario, sus intentos de convencer al Gran Kan Mongke (foto abajo), nieto de Gengis Kan, para que adopte la religión cristiana, caen en saco roto. Con el mismo objetivo –y con la misma suerte- llegan a la corte del líder mongol embajadores enviados por la Santa Sede.

La cuestión es que los mongoles –paganos por el momento- son reacios a cristianizarse. Es cierto que más tarde se convertirán al islamismo, abriendo una brecha con los pueblos cristianos. Pero en la presente coyuntura política, están aliados con el reino de Cilicia. Así, un ejército conjunto aplasta a los mamelucos en una exitosa campaña inicial.

Pero lo bueno dura poco: años después un gran ejército mameluco destroza a los mongoles en la célebre batalla de Ain Yalut, cerca de Jerusalén. Es el 3 de septiembre de 1260 y el mito de la invencibilidad de los mongoles se derrumba por primera vez. Una grave derrota que no podrá ser vengada.

A partir de ese momento, los mongoles hacen mutis por el foro y Cilicia y los estados cruzados de Oriente quedan indefensos frente a la amenaza mameluca (aquí es cuando cae el principado de Antioquía). En 1269 la llanura del sur de Cilicia es conquistada por los mamelucos y Hetum I debe refugiarse en el norte montañoso. Abdica al trono en favor de su hijo Levón III y se retira a un monasterio donde muere en 1270.

A Levón III le tocará aceptar el pago de fuertes tributos a los mamelucos para estar a salvo de sus ataques. La decadencia del reino de la Nueva Armenia ha comenzado y en adelante ya no podrá revertirse.

El último período: la dinastía de los Lusignan

Los casi últimos cien años del reino de Cilicia se caracterizan por un progresivo sometimiento a la presión de los sultanes mamelucos.

Levón III permanece en el trono hasta 1289 cuando lo sucede su hijo Hetum II. Los ataques mamelucos se intensifican y llegan hasta Hromkla, la fortaleza-sede de la iglesia armenia. El Catolicós se ve obligado a trasladarse a Sis, capital del reino. Para colmo, es la época en la que los mongoles se islamizan y dejan de ser los aliados de antaño.

La escasez de aliados en la región lleva a Hetum II a ofrecer en matrimonio a su hermana con el hermano del rey de Chipre, de la familia Lusignan. De este modo, la dinastía francesa se convierte en heredera del trono de Cilicia…

A Hetum II lo suceden –entre 1307 y 1342- Levón IV, Oshín y Levón V, uno más débil que el otro. Levón V reina con vanas esperanzas de que el Papa y el rey de Francia intercedan para salvar el reino armenio de la creciente amenaza mameluca. Con ese objetivo, más papista que el Papa, somete incluso la iglesia armenia a la de Roma. La respuesta de Europa nunca llega y los mamelucos se envalentonan: más ataques y más tributos. Finalmente, los najarar armenios asesinan a Levón V en 1342 debido a su política “latinizante” y de sometimiento…

A falta de heredero directo, será Guido de Lusignan quien asuma el poder tras el magnicidio. El nuevo rey trae consigo desde Chipre centenares de funcionarios y militares franceses para ocupar los cargos administrativos y gubenamentales. Más aún, el francés pasa a ser la lengua oficial del palacio y continúa la política de sometimiento al Papa y al rey de Francia. Ante esta situación, una vez más, los najarar se sublevan, atacan el palacio real y asesinan a Guido y a los franceses. Expeditivos los muchachos.

En 1359, con la caída de Adana, Tarso, el puerto de Ayás y el resto de las ciudades importantes del reino armenio en manos de los mamelucos, el último baluarte que queda es la ciudad de Sis y sus alrededores. Será un najarar de nombre Libarid, quien organice la defensa de la capital y resista durante años. Sin embargo, el reino ya está destinado a sucumbir.

El último rey de Cilicia, Levón VI Lusignan -sobrino de Guido y nieto de Zabel- es llamado desde Chipre para asumir el trono que ha quedado acéfalo. Poco y nada podrá hacer: luego de resistir con sus escuetas fuerzas durante tres meses los ataques mamelucos contra Sis, en abril de 1375 la capital del reino cae en manos enemigas. Levón VI, su familia y el Catolicós son llevados prisioneros a El Cairo.

Es el fin del reino armenio. Cilicia permanecerá bajo jurisdicción del sultán de Egipto hasta el siglo XVI y a partir de allí, bajo el yugo de los turcos otomanos. Pero no olvidemos que los armenios seguirán viviendo allí hasta 1923. Y la resistencia de Hadjín y de Zeytún contra el genocida, constituirá una de las heroicas páginas de autodefensa de nuestra historia.

Levón VI, Señor de Madrid

La historia es conocida pero vale la pena recordarla. En 1382, el rey Juan I de Castilla se apiada del destronado monarca armenio Levón VI y envía emisarios a pagar el rescate de su prisión en El Cairo. Además, lo nombra Señor de Madrid, Andújar y Villareal, hoy Ciudad Real. Y como si fuera poco, le otorga una renta de 150 mil maravedíes…

De esta forma Levón VI pasa a ser León I de Madrid y teóricamente la villa se convierte en… la capital de Armenia. Ante las quejas de los madrileños que no veían con buenos ojos que un extranjero los gobernara, el rey Juan I firma una cláusula en la que deja claro que la donación había sido a León y no a Armenia, por lo que cuando éste muriese, el título moriría con él.

Pero lo cierto es que León I –quien también se proclama alcalde- satisface al pueblo de Madrid al tomar medidas como la reducción de impuestos y el mantenimiento de los funcionarios en sus puestos de trabajo. El monarca armenio emprende además obras en el alcázar e intenta relacionarse con el pueblo. Según cuentan las crónicas, paseaba por las calles del Madrid medieval sin escolta alguna. Aún hoy, en el callejero de Madrid es posible encontrarse con la “Calle de León V de Armenia”.

Pero Levón VI no ceja en su empeño de recuperar su reino. Por eso, al poco tiempo parte para solicitar ayuda para su “cruzada particular”.Visita Santiago de Compostela y Roma, y más tarde Francia y el reino de Navarra.

En París se entrevista con Carlos VI de Francia, pariente lejano suyo, quien le cede el castillo de Saint-Ouen y una suculenta pensión. Pasa los últimos años de su vida interviniendo en favor de la paz entre ingleses y franceses en la Guerra de los 100 años, con la intención de mermar sus diferencias y lograr unirlos en aras de una nueva gran cruzada (y de paso recuperar el reino de Armenia).

El 13 de abril de 1391 las Cortes de Madrid destituyen a León I, pero le permiten conservar su pensión vitalicia. El ya ex Señor de Madrid se marcha a Barcelona y de allí a París donde muere el 29 de noviembre de 1393. Es enterrado en la basílica real de Saint Denís, en las afueras de París. En su sepulcro (foto abajo) que se puede visitar, dice: «Aquí yace el muy noble y excelente príncipe León de Lusignan, quinto rey latino del reino de Armenia…».

Aunque el reino de la Nueva Armenia dejó de existir en el siglo XIV, se sabe que en el siglo XVIII el príncipe de Piamonte-Saboya en el norte de Italia ostentaba, entre otros, también el título de “Rey de Cilicia” y que no hace mucho una pareja estuvo paseándose por Pamplona, haciéndose pasar por descendientes de León I y titulándose “reyes de Armenia”…

Ricardo Yerganian
Exdirector de Diario ARMENIA

(*) Muchos historiadores analizan la historia de Cilicia separando dos períodos sucesivos: el de la baronía o principado y el del reino. En nuestro caso, siguiendo el ejemplo de la mayoría de los libros de historia armenia, hemos considerado como un todo inseparable la historia de la Nueva Armenia. De ahí el título de Levón II a este rey y no de Levón I a partir de su coronación en 1199, como aparece en muchos textos y páginas web. Del mismo modo, el último rey de Cilicia será Levón VI y no Levón V.

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