Como dice el refrán, no hay mal que dure cien (o mil) años

04 de octubre de 2020
Segundo sitio de Viena, septiembre de 1683, por tropas turcas del Imperio Otomano.

No está muy lejos el día en que se cumpla el milenio. Y aunque faltan 51 años, Erdogan no deja de festejar desde ahora con bombos y platillos cada aniversario de la “victoria de Malazkirt”. Tanto es así, que los festejos dedicados a esa batalla han igualado en los últimos años a los de la conquista de Constantinopla…

En una nota del 21 de mayo de 2019 escribimos en este diario: “Hay una fecha crucial en la larga y compleja historia de Armenia. Los cronistas bizantinos lo describen como aquel día terrible. Es el 26 de agosto del año 1071, cuando los turcos selyúcidas provenientes de las estepas de Asia central libran su batalla decisiva para entrar en Asia Menor. En Manazguert, cerca del lago Van, el ejército bizantino sufre una grave derrota. Bizancio no logra defender el reino de Aní, ocupado y anexionado a su imperio dos décadas atrás. Como consecuencia, la mayor parte de Armenia es arrebatada por los guerreros de Alp Arslán y la caída del bastión armenio abre el camino hacia Occidente. Casi cuatro siglos después, el 29 de mayo de 1453, Constantinopla -la capital del Imperio Romano de Oriente- cae en manos de los turcos otomanos”.

En los siglos posteriores el resultado de esa batalla tuvo consecuencias nefastas: desde entonces y hasta el día de hoy, los turcos no han dejado de ocupar la mayor parte de los territorios de la Armenia histórica. Pero no sólo Armenia fue víctima de esas invasiones turco-mongolas y más tarde turco-otomanas. El “Turco”, como solían llamar al imperio otomano en Europa, hizo sentir su presencia y su amenaza constante durante siglos también en el viejo continente. Pero los europeos no parecen tenerlo presente.

Lo mismo cabe decir hoy -debido a la pasividad que demuestran al menos hasta el momento de escribir estas líneas- sobre el conjunto de los principales actores de la región, ante la agresión tuco-azerbaiyana contra el bastión armenio que conforman Artsaj y la República de Armenia.

A modo de recordatorio,

Señores moscovitas: Ustedes lo saben mejor que nosotros. Pero permítannos recordarles que si cae Artsaj y por ende Armenia, deberán dar por perdido el Cáucaso del Sur… El vacío que ustedes dejen en la región –sea por los intereses o motivos geopolíticos o económicos que fuere- lo llenará Turquía con sus yihadistas a sueldo. Y desde allí el peligro se extenderá por toda la región como reguero de pólvora, en lo que fuera el “patio trasero” de Rusia…

Señores de Teherán: Ustedes también, lo saben mejor que nosotros. Pero sentimos la necesidad de recordarles que si cae Artsaj en manos del tándem Aliev-Erdogan, el próximo objetivo será instigar la rebelión azerbaiyana al otro lado del Arax, con la consecuente amenaza para el norte de Irán.

Señores de Bruselas: Si la Unión Europea sigue dando muestras de pusilanimidad ante el avance de la dirigencia turca, el neo-otomanismo llegará una vez más hasta las puertas de Viena como en 1683. No les quepa la menor duda. El canciller Kurts bien lo sabe y por eso no es casual que Austria sea el único país de la Unión Europea que brega abiertamente por la imposición de sanciones a Ankara y se niega rotundamente a cualquier tipo de integración de Turquía a la UE…

Señora de Berlín: es comprensible su actitud debido a la quinta columna –millones de turcos- que ya tiene en su país y al terror ante el flujo intencional de miles de refugiados y migrantes. De hecho, es el arma preferida de Erdogan para extorsionarla y sacar el mayor provecho económico y político. La isla italiana de Lampedusa está a una hora a nado de las costas de Libia. Y como bien lo sabe, Erdogan tiene allí, además, a sus marionetas listas para ser enviadas donde lo crea conveniente. Pero no crea usted que con su política de apaciguamiento y contención logrará aplacar el apetito del “Turco”. No olvide la postura similar de los europeos en 1938 con respecto a su antecesor en la Cancillería y saque sus propias conclusiones…

Señores de Washington: como ya ocurrió en Siria, si una vez más –sea por los intereses o motivos geopolíticos o económicos que fuere- le han dado luz verde a Erdogan para que avance sobre el bastión armenio, sólo habrán conseguido envalentonar a un líder que ya ha dado sobradas muestras concretas de ser un enemigo y no un aliado de los Estados Unidos, de Occidente y de la OTAN. A ver si se enteran de una buena vez los responsables de la diplomacia estadounidense y de la Casa Blanca.

Claro que como dice el refrán, no hay mal que dure cien años. O mil, como en nuestro caso…

El pueblo armenio resiste y seguirá resistiendo porque está librando una batalla por su existencia y por el derecho a vivir en su patria. Sus jóvenes soldados están demostrándole al mundo entero lo que significa esa herocia lucha contra un enemigo desigual. Y es justamente allí donde reside la clave de nuestra fuerza: Artsaj es Armenia. Y mal que le pese a los diplomáticos azerbaiyanos en Buenos Aires, la leyenda del cartel colgado en su embajada nunca se hará realidad. Sencillamente, porque para el soldado azerbaiyano -y mucho menos para los mercenarios- Nagorno Karabaj no significa nada.

Ricardo Yerganian
Ex director del Diario ARMENIA

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