Conjunto de Danzas Nairí de HOM: “Rumbo a Armenia… no caigo”
“Tebi Hayasdán” (Rumbo a Armenia). Así nombramos nuestra función despedida del sábado 25 de junio.
Por primera vez en su historia, Nairí va a viajar a Armenia (el próximo 24 de julio) y justamente me atrevo a decir que “no caigo”. “No caigo” porque son años que soñábamos con viajar a Armenia, pero el viaje se hacía lejano. Pensábamos que ya era imposible, que Nairí no iba a ir nunca. “No caigo” que un día entre miradas, sonrisas y el secreto temor de arriesgarnos, de pronto, simplemente nos preguntamos ¿realmente es imposible ir a Armenia? Así fue, para cuando nos dimos cuenta ya estábamos hablando de hoteles, presentaciones y excursiones. Y por lo tanto “no caigo”.
Fueron maratónicos los ensayos a lo largo del año, una mano, la cabeza o cada paso, horas y horas, detalles que en la sumatoria consagraron la noche del 25 de junio como digna de llamar: expresión cultural. Claramente se evidenciaron las ganas que tenemos todos de viajar para presentar nuestro arte y lo mucho que trabajamos para poder lograr nuestro cometido.
Recuerdo que teníamos que estar dos horas antes de que empiece el festival, ninguno parecía nervioso. Estaban todos tranquilos, relajados o concentrados para lo que se venía. Los camarines repletos de trajes. Perchas y percheros por todos lados, por lo general en estos casos es común el caos. Otros iban y venían, seguramente algo nos faltaba. Minutos antes de salir a escena, nos juntamos con todo el cuerpo de bailarines y directores, y nos dimos un abrazo grupal, tal como lo hace una familia. Palabras de arenga no faltaron. Era un ambiente festivo, quedaba salir a disfrutar.
La función comenzó con algún desperfecto, el telón no abría. Se había trabado. Pequeño detalle que podría haber acabado con una noche de la cual mucho se esperaba. Varios en el escenario nos empezamos a reír y también se escucharon algunas protestas a la pasada. Por suerte no pasó a mayores, el telón se pudo abrir y pasamos a lo nuestro.
Comenzamos la noche hombro a hombro gritando somos hijos de Mush. La pureza y la delicadeza de las mujeres de Nairí enamoraron a los espectadores junto al dulce sonido del duduk. Viajamos al compás de las notas desde Artsaj, al pico más alto de Armenia, el Arakatz. Con cada dhol que sonó, los varones sacudieron el piso con golpes finamente sincronizados. Nos reímos junto a aquella niña que caprichosamente quería esos zapatos rojos y no otros. Esas tres pequeñas le robaron el corazón al público con sus guitarras de rock imaginarias y su inocencia. Mostramos cómo se divertían las hilanderas mientras realizaban sus trabajos. O que al ritmo de un acordeón melancólico se bailaron tangos. Nos propusimos un nuevo reto, llevar la danza folclórica de nuestra Argentina a Armenia y así preparamos “La Fortinera”.
Y como me dijo un amigo esa noche: “con cada baile contamos una historia”. Y justamente esa es nuestra meta, dejar en cada espectáculo algo al público. ¡Así es el arte! Puede ser un recuerdo, una sonrisa o una lágrima para aquellos que son más emocionales. Pero siempre provoca, estimula.
Quedan palabras de agradecimiento al público que nos recibió tan cálidamente, que en cada aplauso nos da un envión. Créanme que cada aplauso, por más simple que sea, nos transmite mucho. De alguna manera es la devolución o el reconocimiento por el trabajo realizado, y vale cada gota de sudor.
Terminamos la noche todos juntos compartiendo una mesa. Luego de un espectáculo lleno de colores y emociones. Así nos despedimos de nuestra audiencia, con total normalidad, para el viaje a Armenia. Y yo seguía sin caer.
“No caigo” que realmente esté sucediendo, que nos encontremos a días de realizar un viaje que va a marcar la vida de todos. Somos muchos los que viajamos a Armenia por primera vez. Va a ser único, porque vamos a tener la posibilidad no sólo de conocer, reencontrar nuestras raíces sino también de realizar lo que nos apasiona, que es bailar. Me pone contento que este grupo pueda realizar su viaje, porque lo tiene merecido. Para todos será el comienzo de una nueva etapa. Pero de lo que estoy seguro es que esos quince días que estemos allí van a ser inolvidables, tanto para los bailarines como para los directores que presentarán por primera vez sus coreografías en su país natal.
Nairí supo ensamblarse como familia y en la función despedida lo demostró, bailamos como nunca. Unidos, alegres y con una meta en común: Armenia.
Claramente agradecemos a HOM por darnos todo. A Verónica Avakian en particular por preocuparse de cada detalle. A la Asociación Cultural Armenia, a la FRA, a HOMENETMEN, a UJA y todas aquellas personas que nos apoyaron y participaron a lo largo de este año con las distintas actividades que realizamos.
Me gustaría despedirme con las palabras que dijo uno de los directores, Vahram Ambartsoumian, finalizada la función: “Estos chicos viajan para averiguar porque aman tanto algo que no conocen”.
Azat A.