Camino al Centenario del 28 de Mayo

Corrientes justicieras en los testimonios rioplatenses del Siglo XX

03 de octubre de 2017

bandera-armenia-xzDigno discípulo de Meguerdich I Jrimian, Catolicós de Todos los Armenios y Patriarca Supremo (1820-1907), fue Don Juan Binayan (tal como se transliteró el nombre del precursor armenio-argentino) quien fundó un linaje de tradición y conocimientos, basado en una estirpe orgullosa de sus raíces originarias de la heroica metrópoli de Van-Vaspuragán.

A fines del siglo XIX, cruzó océanos y cordilleras, y fue  -además de una historia personal digna de una amplia biografía— Don Juan Benné (como lo recordó el primer ministro Simón Vratzian en sus libros, cuando lo conoció y trató personalmente en 1936, (un año antes de su fallecimiento), como el puntal de la presencia constante de los armenios tanto en Argentina como en Chile. El valioso libro de su nieto Narciso Binayan Carmona es una guía orientadora para este recorrido histórico.

Ecos en el Río de la Plata

Las sucesivas radicaciones de refugiados e inmigrantes que se amalgamaron en el compromiso por el futuro de la varias veces milenaria nación originaria, a pesar de ser amenaza por la barbarie del Imperio Turco-Otomano, y la agregada crueldad de los tártaros en Bakú (1905), tal como eran conocidos los abuelos de los actuales azeríes, en el Cáucaso.

gomez-carrillo-La revolución constitucionalista en Persia, en 1906-1907 mejoró algo de la descripción de los textos de Raffi en “Chispas” como se ha leído en la traducción al castellano en Sudamérica. La esclarecedora descripción periodística del escritor y diplomático guatemalteco Enrique Gómez Carrillo (1873-1927) (foto izquierda) desde París, y las respectivas crónicas en la prensa argentina y uruguaya, fueron informando con precisión acerca de la actualidad, sin el exotismo que adorna y disfraza la ficción de las telenovelas acerca de los sultanes, y de los zares.

Acerca de “La Rusia Actual”, Gómez Carrillo escribió a principios del Siglo XX, en el Capítulo “Los Armenios”(Pagina 141):  “Poco a poco una siniestra claridad va iluminando las matanzas de Bakú…El gobernador llamó a las notabilidades turcas de la ciudad y les aconsejó que estuvieran prevenidas contra los armenios, que se armaran y hasta que se aprovisionen de todo lo necesario….Así quedaba asegurada de un modo hipócrita la impunidad de los turcos y sus atropellos justificados por la falsa agresión de los armenios. Al mismo tiempo se armó como se pudo a la población turca de Bakú. Hoy ya no es un misterio para nadie que en la matanza los tártaros usaron fusiles Bertan, exactamente iguales a los que tiene el ejército ruso”.  Cualquier semejanza no es pura casualidad.

Falsa diplomacia otomana y firmes principios drusos

La constitución de las primeras organizaciones armenias entre 1911 y 1914, en las vísperas de la Primera GranEmin-Aslan Guerra contó con la presencia y los ecos periodísticos del primer y único Cónsul General del Imperio Otomano, de identidad drusa, el Emir Emi Arslan, (foto derecha) quien arribó en el vapor Chili,el 29 de octubre de 1910.

La fuerte personalidad de quien había acompañado las “promesas revolucionarias” de Libertad, Igualdad y Fraternidad de los fallidos Jóvenes Turcos, fue fiel a sus convicciones. El líder druso actuó públicamente frente al realineamiento del Imperio Otomano, que trocó sus relaciones con el Imperio Británico, con la alianza político-militar con el Imperio Alemán, y el Imperio Austro-Húngaro  en la Primera Guerra Mundial.

El Emir Emin Arslan fue desplazado de sus funciones por la cancillería de Constantinopla, desde donde informaron al Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina que los asuntos consulares de los miles de los súbditos otomanos de diversas nacionalidades y religiones afincadas en la República Argentina, quedaban a cargo del cónsul general del Imperio Alemán, Rodolfo Bobrik. El diplomático del Reich le exigió entonces a Arslan que le entregue toda la documentación del consulado porteños de los otomanos. No le había llegado ninguna comunicación oficial del Gran Visir respecto de su función consular que debiera haber  cedido al funcionario extranjero. La cuestión internacional fue planteada por dicho cónsul alemán ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que falló finalmente en favor de Bobrik.

El rescate del Musa Dagh, una promesa que se cumplió

La noticia de la epopeya del Musa Dagh, incorporada gloriosamente a la heroica resistencia armenia, había ganado merecido espacio en la agenda del Medio Oriente en setiembre de 1915. Milagrosamente, esta vez fue oportuna la cooperación franco-británica en el ángulo del extremo noreste del Mar Mediterráneo, cuando los navíos de guerra aliados (a pesar de la “imposibilidad victoriana” de cruzar montañas) realizaron una operación de rescate humanitario. Militantes de cuatro organizaciones políticas que actuaban legalmente en Turquía, volvieron a unirse (tal como la harían meses después con la divisa de la “Unión Nacional Armenia” en el norte y en el sur de América).  Más de 4.500 armenios que resistieron heroicamente Cuarenta Días en el Musa Dagh (Monte de Moisés) inmortalizadas por la novela de Franz Werfel, fueron recibidos en un campo de refugiados en la orilla egipcia del Mare Nostrum, como pudo verse nuevamente en el excelente film “The Promise”, honrando el apotegma de que “nuestra venganza será sobrevivir” para defender los derechos humanos. La resistencia de las siete aldeas del Musa Dagh dio empuje a la resistencia generalizada de los voluntarios llegados de la Diáspora, que fueron allí también desde del Río de la Plata.

El cónsul otomano que denunció el Genocidio perpetrado por Turquía

Revista-La-NotaHonrando los principios antes que las traiciones de los Jóvenes Turcos, el emir Emin Arslan escribió en su revista “La Nota”, editada en Buenos Aires, el 2 de octubre de 1915:

“De algún tiempo a esta parte el telégrafo nos trae cada día, por diversas fuentes, noticias de masacres realizadas en Oriente, y sobre todo en Armenia (…) no puede dudarse de que los Jóvenes Turcos han adoptado el sistema de Hamid y que dichas matanzas obedecen a una orden; y no cesarán, en consecuencia, sino por orden, y esa orden no llegará sino bajo la presión de Europa”

Tan preciso diagnostico no puede menos de admita a quien lo emitió a miles de kilómetros de distancia, pero que estaba tan en el tema del primer gran genocidio del Siglo XX.

Destaquemos que, en junio de 1916, en dicha revista La Nota, el emir Emin Arslan habló sobre la condena a muerte en ausencia dictada por los jerarcas genocidas del Imperio, y lo habían declararlo “firārī”, como prófugo o rebelde. Varios de sus compañeros organizan un desagravio.

Aportes de un socialista  argentino

Juan Antonio Solari, político, periodista y escritor socialista argentino, analizó en su juventud hechos del mundo. Bajo el título “Un caso de Moral Internacional” se editaron sus reflexiones donde leemos lo siguiente: “Juicios categóricos. Cuando la barbarie turca diezmaba al pueblo armenio, Anatole France decía: “Armenia expira. Pero renacerá. La poca sangre que le queda es una sangre preciosa de la que saldrá una posteridad heroica”.

Solari agregó después, de Gladstone: “Revisen los anales manchados de sangre del Imperio Otomano y nada resultará comparable con las atrocidades cometidas durante los último cinco años”.

Rumbo al Centenario del 28 de Mayo, los testimonios que se conocieron en estas latitudes sudamericanas nos ayudan a comprender y a compartir los ideales de una Armenia Libre, Unida e Independiente.

Recopiló y editó Carlos Luis Hassassian

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