Preocupante realidad

Cuarenta mil personas abandonaron Armenia en 2017

10 de enero de 2018

emigracionEreván (Ará Khatchaturian para Asbarez).- Una investigación del demógrafo Ruben Yeganyan reveló que en 2017 unos cuarenta mil armenios abandonaron el país en busca de mejores oportunidades. Las cifras representan un aumento del 2,5% con respecto a 2016, año en el que emigraron 37.500 personas.

"De acuerdo con nuestros datos de investigación, en los últimos tres o cuatro años, más del 35 por ciento de los hogares ha participado en los procesos migratorios, casi el 12% de la población total del país", explicó el estudioso.

A su vez, también se predijo que la tasa de natalidad en Armenia disminuiría en 2018 debido al bajo número de personas que nació durante la década del ’90. Yeganyan explicó que diversos factores externos, como la integración de Armenia en la Unión Económica Euroasiática, han proporcionado ofertas de empleo más atractivas fuera de la nación.

Dos días después de estas preocupantes revelaciones, el presidente Serge Sarkissian emitió su habitual mensaje de Año Nuevo en el que confirmó su mirada optimista de acuerdo a los logros exitosos conseguidos en 2017.

“Vamos a hacer que nuestros compatriotas vuelvan a Armenia. Regresarán viendo que hay mucho por hacer en la madre patria. El principal objetivo de nuestro trabajo es abrir nuevos horizontes y oportunidades, proporcionando un campo de actividad más amplio para cada ciudadano armenio”, declaró el mandatario.

Al mismo tiempo, el primer ministro Karén Karapetian desafió en su discurso a todos los habitantes a unirse por un futuro mejor y más próspero para la república. “Armenia debe ser un país próspero y razonable, optimista y con confianza en el futuro. Todos podemos participar de este impulso para fortalecer la nación. Podemos desarrollarla juntos y como resultado tendremos un estado poderoso, equitativo, próspero, bien desarrollado y con una población feliz en constante crecimiento”, prometió el funcionario.

Pese a esto, todos estos dichos surgen junto a un nuevo presupuesto, aprobado el mes pasado, que no prevé aumentos salariales pero si avala el alza de precios a raíz de la inflación, la que según dijera increíblemente un legislador del Partido Republicano “no tiene impacto en los pobres, porque estos no tienen dinero”.

Lo que Sarkissian y Karapetian no prometieron en su mensaje de Año Nuevo fue el compromiso de limpiar la casa, o de decirles a sus colegas del Partido Republicano que deben tratar a la población con más respeto y dejar de saquear la riqueza del país.

En un mundo ideal, un presidente que enfrenta desafíos demográficos y socioeconómicos tan desalentadores podría retar a sus compañeros de partido a devolver lo que robaron de las arcas nacionales y crear un lugar más equitativo para toda la población.

¿Cómo logrará Sarkissian que todos regresen a Armenia, sin garantías de seguridad y justicia social? ¿Cómo realizará su objetivo de aumentar la población a cuatro millones para 2020? Los saludos de cara a 2018, optimistas e ineludibles, deben contener al menos un indicio de una evaluación honesta de los desafíos que se enfrentan para que las personas puedan escuchar esas llamadas de participación colectiva. Sin esto, solo será otra señal para que la gente haga las valijas y emigre.

 

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