Datev Nahapetyan, la campeona Sudamericana de Esgrima por equipos que sueña con representar a la Argentina en los Juegos Olímpicos

04 de julio de 2022

Con solo 22 años, Datev Nahapetyan ya tiene coleccionadas más de 60 medallas en esgrima entre torneos juveniles y de mayores. A los 14, cuando descubrió la disciplina casi por accidente, sus entrenadores ya le habían anticipado que podía tener un gran futuro dentro de este deporte que hoy la ve como primera en el ranking nacional por competencias locales y quinta en la tabla nacional contando los torneos en el exterior. Nieta del artista plástico Sarkis Ashdjian, Datev es Campeona Sudamericana de Esgrima por equipos. Recientemente el Concejo Deliberante del partido de Tres de Febrero la distinguió como Personalidad destacada del deporte. En diálogo con Diario ARMENIA, la joven esgrimista habló de sus comienzos, los problemas durante la pandemia y sus sueños más grandes de cara al futuro.

—¿Cómo es la historia de tu familia?
—Mis abuelos maternos vinieron a Argentina alrededor de 1950 desde Turquía. Tenían miedo de que volviera a pasar algo similar al Genocidio. A su vez, mi papá nació en Armenia y llegó al país en 1999, un año antes de que yo naciera, porque mi mamá ya estaba embarazada.

—¿Cómo empezaste con la esgrima?
—Desde chica yo hacía gimnasia rítmica y dejé porque supongo que en parte me habrá aburrido. Durante un tiempo probé varios deportes como equitación, handball, tenis o vóley, pero no me gustó ninguno. Cuando tenía 13 volví a la gimnasia, pero esta vez artística y como mi club no me ayudaba a progresar mucho decidí buscar otro. Así encontré Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), pero como las plazas ahí estaban llenas para gimnastas, mientras esperaba empecé a hacer esgrima. Me gustó desde el principio, me iba bien, me pareció un buen deporte y mis entrenadores me decían que podía tener potencial. Tal vez en un futuro me gustaría volver a hacer gimnasia, pero por ahora no tengo tiempo.

—¿Qué te atrae de la esgrima?
—Es como jugar al ajedrez pero con el cuerpo, es un deporte muy estratégico y mezcla cuestiones como la paciencia y el análisis del contrincante. Es muy activo. En cierto punto es como bailar con otra persona porque tenés que sentir su ritmo, pero al mismo tiempo hay que pensar como tocar sin que te toquen. Es bastante complejo.

—¿Cómo repercutió la pandemia en lo deportivo?
—Por un lado fue bueno porque me pude concentrar en los estudios. Justo empecé la carrera de Biología durante la cuarentena, así que en ese punto fue una ventaja, pero desde lo deportivo fue tremendo, porque tenía que hacer todo desde mi casa y claramente no es un gimnasio, ni tiene el tamaño de las pistas de esgrima. Fue, en especial, entrenamiento físico y ver videos de otras competencias para la parte estratégica, pero claramente no era lo mismo. La verdad fue difícil, aunque en parte también significó una nueva experiencia. Desgraciadamente me agarró en una transición entre juvenil y mayor. Justo en 2019 venía en un nivel altísimo para mí, luego de hacer podio en un Sudamericano, podio nacional de Estados Unidos y de ganar el primer ranking de mayores, pero se cortó todo por la pandemia.

—¿Te costó volver?
—En parte sí, pero cuando se empezaron a levantar las restricciones comencé a entrenar el doble de lo que entrenaba antes de la pandemia, incluso iba a dos clubes. Antes del primer torneo nacional me agarró COVID y eso también fue muy estresante, ya que en diciembre estaba el primer Sudamericano y para clasificar tenía que tener un buen resultado en los nacionales.

—¿Cómo llevás la práctica deportiva con el estudio?
—Hasta este momento lo podía llevar bien, pero todos los problemas que tuve con la clasificación me afectaron a nivel emocional y por lo tanto también con la carrera. Pero en momentos normales, voy bastante bien. Adelanté un cuatrimestre en la pandemia y voy al día con la carrera. Cuando iba al colegio tampoco me costaba mucho.

—¿Cómo recibiste que te hayan declarado personalidad destacada del deporte en Tres de Febrero?
—Me sentí muy honrada y agradecida que desde la municipalidad vean que todo lo que hice no fue en vano. Estos meses fueron duros para mí con respecto a la esgrima por cuestiones de clasificación. Apreciaron el esfuerzo que hice toda mi vida.

—¿Fuiste a Armenia?
—Sí, cuando tenía 13. Me gustó mucho porque pude conocer a mi familia y a mis primos. Pude disfrutar de la comida que hacía mi abuela. Mi papá vino solo a Argentina y toda su familia se quedó viviendo allá. También me gustaron bastante los paisajes y los edificios de la época soviética, que nunca había visto.

—¿Te reconocen como “la armenia” dentro de la esgrima?
—Sí, a veces también como la de apellido raro. Durante los torneos me crucé con varios armenios. Incluso algunos entrenadores de Estados Unidos también son de origen armenio y me contacté con ellos para entrenar allá. Cada vez que veo a alguien que es armenio intento ir a hablarle. La comunidad armenia en todo el mundo es muy solidaria. Siento que si conozco a alguien que también es armenio se siente más cercano.

—¿Cómo fue la experiencia de competir en Europa?
—Fue mi primera Copa del Mundo como adulta. Deportivamente, y siendo objetiva, por ser la primera vez, tengo que decir que me fue bien. Pero en realidad personalmente no estoy del todo conforme con lo que hice.

—¿Qué expectativas tenés para lo que viene?
—Por ahora los ODESUR que son en agosto y si no lo consigo, porque mis compañeras están muy fuertes este año, me gustaría ir de gira por Europa en enero del año que viene. Europa es la cuna de la esgrima y los torneos más importantes están allá.

— ¿Cuáles son tus sueños más grandes dentro de la esgrima?
—Me gustaría participar en los Juegos Olímpicos, es como mi sueño máximo. No lo veo tan lejano, pero hoy mi traba más grande es la económica. Clasificar sin competir afuera es muy difícil. No puedo pensar en competir en un nivel tan alto sin salir de Argentina. Después, otro sueño que tengo es poder abrir un club cuando sea más grande. Me gustaría desarrollar la esgrima fuera de Capital Federal. Hoy en día hay pocos clubes en comparación con los que hay en la ciudad.

—¿Tenés planeado irte al exterior?
—La mayoría de los esgrimistas se van a vivir afuera para poder competir. Un torneo en Italia no es lo mismo que un torneo a nivel nacional, y cuando ya llegás al máximo localmente y querés progresar y tenés que irte afuera. Hoy tengo la idea de, en un futuro, poder irme. Además, como estudio Biología, me encantaría poder hacer investigación en el exterior. Hoy me gustaría irme a Francia, no solo por el nivel de esgrima sino por el estilo que tienen los deportistas franceses. La idea en un principio es tratar de terminar la carrera acá y lograr algún intercambio estudiantil si es posible. Mientras tanto voy a seguir lo máximo que pueda en Argentina.

Entrevistó Santiago Tarrío

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