Dato mata relato: La mentira de Aliyev se desbarata con los mapas de 1920

27 de diciembre de 2021
Territorios de la primera sovietización.

Tras la sovietización de diciembre de 1920 Lachín y alrededores quedaron bajo administración armenia pero en los 15 años siguientes, por presión de Moscú, Ereván debió ceder a Bakú casi el 50% del territorio de Syunik.

Aún no hay información clara y ni siquiera algunas pistas acerca de qué están discutiendo, verdaderamente, los gobiernos de Armenia y Azerbaiyán en el marco de las reuniones de los viceprimeros ministros de los dos países y de la Federación Rusa, que a esta altura ya se ha convertido en el principal mediador del conflicto.

Tampoco hay información detallada que surja de las dos reuniones reservadas que tuvieron lugar en diciembre en Sochi (Rusia) primero y en Bruselas (Bélgica) después, entre Nikol Pashinyan, primer ministro de Armenia, e Ilham Aliyev, presidente de Azerbaiyán, a instancias del presidente ruso Vladimir Putin y de Charles Michel, titular del Consejo Europeo, respectivamente.

En verdad, es lógico que tras una cruenta guerra que duró 44 días hace apenas un año y generó tal nivel de animosidad e inestabilidad en la región, las conversaciones bilaterales primero avancen buscando algún tipo de confianza mutua y fijación de una agenda mínima de temas, que no generen posiciones irreductibles de ambas partes.

Pero lo que todos saben es que si hay luz al final del túnel, ella sólo provendrá de un acuerdo que contemple la delimitación y demarcación de la frontera entre los dos países. Y para ello, desde hace milenios, la ciencia cartográfica brinda herramientas muy importantes.

Justamente, es lo que no hizo hace un siglo el poder soviético en el Cáucaso Sur, manejándose con discrecionalidad y arbitrariedades, en general en contra de Armenia y a favor de la voracidad azerí.

Así, en los próximos meses y años, si es que finalmente el tronar de los cañones y metrallas da paso a la diplomacia en la mesa de negociaciones, los mapas volverán a tomar la centralidad que nunca debieron dejar de tener.

Y los mapas de hace más de un siglo dan bastantes certezas sobre cuál era la situación en el campo al momento de la sovietización, más allá de la retórica “patotera” y fabuladora de Aliyev, llamando “territorios ancestrales” a cualquier pedazo de tierra que quiera capturar.

 La bomba de tiempo

Para bien o para mal, Armenia tiene en sus manos argumentos de peso para sostener sus reclamos de soberanía ante la invasión de tropas azeríes en el sur de Armenia (Syunik) a partir del 12 de mayo de este año.

También en la región de Tavush, al noroeste de Armenia, que en abril de 2016 (Guerra de los 4 días) y en julio de 2020, fue objeto de intentos de penetración por parte de las fuerzas azeríes en territorio soberano armenio.

En estas líneas se intentará esclarecer el tema a partir de un recorrido histórico por los diversos mapas que dibujaron las fronteras nacionales a partir de la sovietización del Cáucaso sur en 1920/21 hasta mediados de la década del 30, cuando se cristalizó una situación fronteriza que permaneció sin cambios hasta la caída de la URSS en 1990.

Cuando los comunistas tomaron el poder en Armenia, el 2 de diciembre de 1920, establecieron delimitaciones territoriales entre Armenia y Azerbaiyán que, si bien a la postre fueron modificándose, dejan en claro cuál fue la situación de arranque del período soviético en materia territorial y de soberanía.

Tal era el nivel de disputa, pueblo a pueblo y casi montaña a montaña, entre ambas partes que los soviéticos, aún bajo el manto protector del Kremlin, vieron necesario precisar las fronteras nacionales.

El Documento de Transferencia del Poder del 2 de diciembre de 1920 definía en  su párrafo 3 el territorio de la Armenia Soviética reconocido por el gobierno soviético ruso.

De acuerdo el documento oficial abarcaba la totalidad de la provincia de Ereván, incluyendo las localidades de Surmala, Sharur-Daralagueaz y Najicheván, el sur de la región de Borchalo en la provincia de Tiflís (límite con Georgia), todo el distrito de Zangezur (no sólo la actual provincia de Syunik) y partes del distrito de Kazakh al noreste de Armenia, además de una parte del territorio de la provincia de Kars.

Si bien no puede afirmarse que el gobierno tashnagtsagán ni el primer gobierno armenio soviético tuvieran efectivo control de todo este territorio, el documento “es importante en términos de concesiones territoriales serias que el Kremlin estaba dispuesto a ofrecer a Armenia en la primera etapa de la sovietización”, aseguran los historiadores Andrew Andersen y George EGGE en el ensayo “Disputa territorial armeno-azerbaiyana y la formación de la URSS (1920-1936): Cómo se plantó la bomba de tiempo”.

Incluso un día antes de la transferencia del poder en Armenia y dos días después de la declaración de la Sovietización de Armenia, el 1 de diciembre de 1920 el gobierno soviético de Azerbaiyán envió saludos a sus camaradas armenios asegurando que a partir de la caída del gobierno tashnagtsagán “estaba cediendo los territorios en disputa de Karabaj, Zangezur y Najicheván en favor de Armenia Soviética”.

Papel y tinta

Éste fue el punto de arranque del período soviético pero las cosas iban a cambiar en muy poco tiempo. El 16 de marzo de 1921 los representantes de Rusia (soviética) y los turcos kemalistas firmaron el Tratado de Moscú, que estableció las fronteras entre ambos países, sin presencia de Armenia ni Georgia, aunque claramente eran partes interesadas.

Unos meses después, el 13 de octubre de 1921 el Tratado de Kars, que en lo medular confirmó y perfeccionó los términos del Tratado de Moscú. Se firmó entre los dos mismos representantes pero con el agregado de la participación de los gobiernos soviéticos de Armenia, Georgia y Azerbaiyán.

El Tratado de Kars tiene varios aspectos negativos para los armenios, como que los tres países caucásicos se vieron obligados a “denunciar” los Tratados de Sèvres y Alexandropol (Gyumrí) de 1920, en tanto que las partes turca y armenia acordaron perdonarse mutuamente todos los “crímenes y errores militares” cometidos durante el período de guerras, conflictos y limpieza étnica en el período 1915-1920.

Es el primer documento oficial en el que Turquía acepta que se cometieron delitos de lesa humanidad, aunque equipara las posiciones de ambas partes, el genocidio armenio, planificado y ejecutado por el estado turco-otomano con algunas escaramuzas o muertes que pudo haber en su bando por parte de fedays o fuerzas irregulares armenias.

Además, pone fecha de nacimiento a la política de negacionismo del genocidio armenio y deja los dedos marcados de su autor intelectual, Mustafá Kemal “Atatürk”.

Pero hay un punto más. En el marco del Tratado de Kars Turquía obtuvo el distrito de Surmala de la antigua provincia de Ereván, incluyendo la ciudad de Igdir y el emblemático monte Ararat. Surmala nunca había sido parte de Turquía salvo en un corto período entre 1724 y 1735, sostienen Andersen y Egge.

Además, Turquía renunció a sus reclamos sobre localidades del distrito de Sharur-Daralagueaz (es la zona de Norashen y Yeraskh en la que hoy hay frecuentes escaramuzas con tropas azeríes), y Najicheván de la antigua provincia de Ereván, así como una franja en el distrito de Ereván con la aldea de Sadarak, todos los cuales debían pasar a ser territorios autónomos especiales bajo la protección de Azerbaiyán Soviético.

El “Kurdistán Rojo”

Por el este, en tanto, el territorio de Armenia en la zona de Zangezur (provincia de Syunik) era bastante más grande que ahora. Gran parte de las localidades en disputa en la actualidad habían quedado para administración armenia, y ésa es la razón por la que el Oblast Autónomo de Nagorno Karabaj (NKAO) estaba literalmente unido a Armenia, ni corredor de Lachín (Bertdzor) ni nada que se le parezca.

Entre 1917 y 1921 el distrito de Zangezur abarcaba un territorio casi 50% mayor, incluyendo los poblados de Abdalar (Lachin/Berdzor) y Zabugh. Así, hacia mediados de 1921, Armenia soviética tenía poder efectivo sobre la mayor parte de la provincia de Ereván, sin contar Najicheván ni una parte del distrito de Sharur-Daralagueaz, casi todo el distrito de Kazakh, todo el distrito de Zangezur que llegaba hasta las fronteras de lo que luego sería el Oblast Autónomo de Nagorno Karabaj.

Territorios perdidos entre 1925 y 1936.

Pero el 12 de marzo de 1922 las tres repúblicas caucásicas (Armenia, Georgia y Azerbaiyán), a instancias de Moscú, firmaron en Tiflís un tratado constituyendo la República Federal Socialista Soviética de Transcaucasia, que supuso nuevas concesiones territoriales.

Armenia debió entregar casi la mitad del distrito de Kazakh al noroeste del país y una docena de poblados, mayoritariamente habitados por musulmanes, siguiendo el declarado “principio étnico” impulsado por los soviéticos y la estratégica ciudad de Abdalar (Lachín), entre otras.

En cuanto a la autonomía de Artsaj fue declarada en 7 de julio de 1923, pero no se hizo efectiva hasta noviembre de 1924 y sus límites fueron establecidos por Moscú junto a Azerbaiyán, sin participación de la representación armenia. Ese 7 de julio de 1923 también se creó la Región Autónoma de Kurdistán o Kurdistán Rojo, básicamente en los territorios que hoy separan a Armenia de Artsaj. 

El objetivo fue meter una cuña para evitar enfrentamientos directos pero en la práctica fue una manera de aislar a los armenios de Artsaj, dependiendo absolutamente de Bakú. Cualquier parecido con lo que ocurrió tras la guerra de los 44 días es pura casualidad. Sólo quedó en manos armenias la ciudad de Zabugh, al menos hasta 1926.Entre 1925 y 1936, el Kurdistán Rojo fue ganando territorios en distintas reorganizaciones distritales pero perdiendo población por migraciones, hambruna, represión política y asimilación. En paralelo, Lachín y otras ciudades fueron repobladas por azeríes, traídos de otras zonas. Para esa misma época, en 1936 los tártaros azeríes dejaron de autodenominarse como tales para adoptar el nombre de azerbaiyanos, intentando borrar el pasado y reescribir la historia.

Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar

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