A los scouts de Homenetmén, de ayer y de hoy

Del Lanín al Ararat

08 de agosto de 2018

San Martín de los Andes, enero de 1971. Es mi primer campamento con los scouts de Homenetmén. Hastascout-ararat-3 llegar, una odisea en los vagones polvorientos del Roca. Pero el lugar lo recompensaba todo. El paisaje y la naturaleza salvaje del sur argentino eran ideales para nuestros campamentos de verano: bosques, lagos cristalinos (donde nos bañábamos durante pocos minutos para no congelarnos) y arroyos que bajaban de la montaña (y de los cuales nos abastecíamos de agua potable). Abundante madera para las construcciones y para los fogones. Y el majestuoso Lanín como fondo de nuestras fotos kodak, algunas todavía en blanco y negro...

Muchas imágenes de ese “interminable” campamento de veinte días han quedado grabadas en la memoria de aquel adolescente de 11 años que acababa de pasar a la tropa. La formación de las mañanas ante las banderas y la entrega de los “deghegakir” (escritos por los guías de patrulla sobre los más insólitos objetos...), la patrulla “de servicio”, que debía ayudar en las tareas de cocina (y lavar ollas y utensilios en las aguas congeladas del arroyo...), las temidas guardias nocturnas (con un frío intenso en pleno verano...) y hasta la recolección de frutillas, presentes a cada paso en el lugar donde acampábamos...

Una de las imágenes más intensas que llevo en la memoria, es la de nuestro jefe de agrupación, el “ieghpair” Arturo (quien iniciaba la ceremonia de los fogones antorcha en mano, vistiendo un gran poncho que le daba un aire solemne de “cacique” armenio), cuando en torno al fogón, nos decía: un día, estos campamentos se harán a los pies del Ararat, en nuestra patria milenaria...

Nos sonaba a utopía, a algo lejano e imposible...

Y hoy, cuando veo acampar en Armenia a los scouts de Homenetmén en el año del centenario de la institución, me doy cuenta de que aquello utópico, lejano e imposible es una realidad...

Privilegiados. Es lo primero que se me ocurre pensar sobre los 1.200 scouts de todo el mundo que participaron en dicho evento. Por haber acampado con el Ararat de fondo, en el centenario de la independencia y de Homentemén! Privilegiados, en comparación a generaciones enteras que durante más de setenta años soñaron con esa imagen, que muchos de ellos ni siquiera pudieron disfrutar en sus pantallas, como nosotros hoy...

Pero hubo más. Un grupo llegó hasta el podio de la gloria. Dirigentes scouts de diversos países lograron subir al Ararat -símbolo indiscutible de nuestro pueblo- y rezaron más tarde en la iglesia Surp Jach, en Ajtamar del lago Van. Bajo la vigilancia y los reproches de policías turcos...

Hoy más que nunca pienso en las “proféticas” palabras del “ieghpair” Arturo. Y aunque una vez más suene utópico o lejano, algún día esos campamentos se volverán a realizar a los pies del Ararat. Pero esta vez, con el Ararat de nuestro lado. Esos sí, serán los verdaderos privilegiados.

Ricardo Yerganian

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