Diputada de Alemania es investigada por recibir sobornos de Azerbaiyán

05 de febrero de 2020

El Parlamento Federal de Alemania (Bundestag) despojó de su inmunidad a la legisladora Karin Strenz, miembro del partido Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, acusada de recibir sobornos por parte de Azerbaiyán para actuar bajo los intereses de este país en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE).

La investigación fue realizada por la Fiscalía de Frankfurt y en el proceso más de cien miembros de la Oficina Criminal Federal allanaron el departamento personal de la diputada y oficinas de diferentes abogados de Alemania y Bélgica.

Strenz, quien además es miembro de PACE, ya había sido multada por el parlamento en 2019 por 20.000 euros. En marzo del año pasado, Transparencia Alemania había presentado denuncias penales contra miembros actuales y anteriores del Bundestag por soborno y corrupción de funcionarios públicos en el marco del escándalo por el “Laundromat” azerí.

A este caso se le suma el del exparlamentario alemán Eduard Lintner, que recibió alrededor de 4 millones de euros por parte de Bakú a través de empresas británicas fantasmas para repartirlas a otros legisladores de PACE, para, entre otras cosas, oponerse a la liberación de presos políticos en Azerbaiyán.

Hartmut Bäumer, presidente de Transparencia Alemania, expresó respecto a este tema: “Es hora de que Karin Strenz y Eduard Lintner sean procesados, luego de que su derecho de acceso al Consejo de Europa fuera retirado de por vida. Nos complace que la fiscalía de Frankfurt evalúe la situación de manera diferente que la fiscalía de Rostock”.

En septiembre de 2017, a raíz de una extensa investigación periodística por parte del Proyecto de Denuncia contra la Delincuencia Organizada y la Corrupción (OCCRP), se desenmascaró el complejo entramado de lavado de dinero y sobornos a políticos europeos, empresarios y periodistas por parte del Estado azerí para que defendieran sus intereses. Dentro de esta compleja red, fluían alrededor de 2500 millones de euros a través de bancos y empresas fantasmas de diferentes partes del mundo.

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