El 10 de agosto de 2020 se cumple el 100º aniversario del Tratado de Sèvres

10 de agosto de 2020

Los orígenes del pueblo armenio se remontan al segundo milenio antes de Cristo. La conformación definitiva de su nacionalidad se consolidó en el siglo VII a. C. y alcanzó la cumbre como Estado constituido durante la última centuria de la era precristiana, en el reinado de Dikrán el Grande. En 287 d. C., durante la época del rey Drtat II (Tiridates), bajo la influencia de San Gregorio el Iluminador, Armenia se convirtió en el primer Estado en adoptar la fe cristiana como religión oficial.

Sucesivas guerras e invasiones de persas, bizantinos, árabes, mongoles y turcos selyúcidas hicieron que Armenia perdiese su independencia en el año 1045. En 1080 los armenios que habían emigrado hacia el oeste como consecuencia de las invasiones fundaron el Reino Armenio de Cilicia en la costa del Mediterráneo. Gobernado por la dinastía Rupenián, entre otras, duró hasta 1375, cuando fue conquistado por los invasores. Durante ese período pasaron por aquel reino la Cruzadas que iban hacia la Tierra Santa.

En los siglos siguientes, con la formación del Imperio turco-otomano, Armenia quedó dividida entre éste y Persia. Aquella época estuvo signada por innumerables sublevaciones y varias embajadas que pedían el socorro de las naciones cristianas para restaurar el Estado desaparecido. Sin embargo, el pueblo armenio perduró y se afirmó en sus deseos de realización.

A fines del siglo XIX, el Imperio turco, que siempre trató de eliminar al pueblo armenio, perpetró las tristemente célebres matanzas de armenios que entre 1894 y 1896 registraron más de 300.000 muertos a manos del sultán turco Abdul Hamid II, conocido como el “Sultán rojo” debido a su carácter sanguinario.

En 1915 Turquía puso en marcha el plan sistemático de aniquilamiento y genocidio con la finalidad de “arrancar la Cuestión Armenia desde las raíces, exterminando totalmente a esta nación”, en palabras de marzo de aquel año proferidas por el político y médico turco Nazim Bey, miembro de la Organización Especial (Teshkiliat Mahsusé), predecesora de la SS Nazi. Este pensamiento era compartido, desde luego por Talaat Pashá, Enver Pashá y Djemal Pashá, miembros del Triunvirato genocida. Más de 1.500.000 armenios fueron asesinados y el resto de la población fue deportada o debió emprender el camino de la diáspora.

En octubre de 1917, una vez que el gobierno bolchevique ordenó a los ejércitos rusos retirarse del frente oriental, los armenios mantuvieron la resistencia y después de las victorias de Sardarabad, Pashaparán y Garakilisé, el 28 de mayo de 1918 se declaró la independencia de la República de Armenia, que duró algo más de dos años.

Tal Estado fue reconocido de facto por las potencias aliadas en enero de 1920. El Tratado de Sèvres fue firmado el 10 de agosto de 1920, más de un año después de la realización del Congreso de Versalles entre los Aliados y Turquía. Por una parte, lo hicieron Armenia, Bélgica, Checoslovaquia, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Italia, Japón, Polonia, Portugal y Rumania, y por la otra, Turquía. Estados Unidos no participó directamente porque, aunque había roto las relaciones diplomáticas con Turquía, no le había declarado la guerra.

El documento se refiere, en su extenso articulado, a los siguientes asuntos: trazado de límites, sesión de las provincias árabes, liberación de Egipto, sesión de Siria y Mesopotamia, devolución de la zona de Esmirna a Grecia, independencia de Armenia y delimitación de sus fronteras, autonomía del Kurdistán, apertura de los estrechos, protección de las minorías, restricciones militares, Comisión de Control, sanciones, culpables de la guerra, entrega de los criminales de guerra y estipulaciones de carácter económico.

El representante de la República de Armenia, Avedís Aharonián, quien firmó ese tratado, el mismo día suscribió, además, un convenio con Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, con estipulaciones referentes a la protección de las minorías no armenias de la República de Armenia y a la regulación de las relaciones de las partes contratantes.

En la sección que se refiere a Armenia se estipula lo siguiente:

Artículo 80: Turquía reconoce a Armenia como Estado libre e independiente, tal como lo han reconocido con anterioridad las potencias aliadas.

Artículo 89: Turquía y Armenia, así como las demás partes contratantes, acuerdan someter al arbitraje del Presidente de los Estados Unidos de América la determinación de las fronteras entre Turquía y Armenia en las provincias de Erzerum, Trebizonda, Van y Bitlís, y aceptar su decisión así como las demás condiciones que por él pueden ser establecidas respecto del acceso de Armenia al mar y referentes a la desmilitarización del territorio otomano adyacente a la mencionada frontera.

El 28 de noviembre de 1920 el presidente W. Wilson dio a conocer su sentencia arbitral, de acuerdo con la cual se asignaba a la República de Armenia una extensión de 161.730 kilómetros cuadrados. La sentencia arbitral fue aceptada por los Estados interesados.

El Tratado de Sèvres, que contempla las aspiraciones de un pueblo martirizado, es el aporte más notable para la justa solución de la Cuestión Armenia. Sin embargo, no se cumplió como consecuencia de la desunión de las potencias aliadas y sus rivalidades. Aprovechando esta situación, surgió el movimiento reaccionario turco apoyado por la Rusia Soviética. La naciente democracia armenia fue víctima de esta connivencia: su territorio fue ocupado por Turquía en su mayor parte y el resto por el Ejército Rojo, y así fue convertido en una república soviética.

El ataque conjunto turco-bolchevique venció la heroica resistencia armenia y, por imperio de la fuerza, no se implementó lo estipulado por el Tratado de Sèvres. La Cuestión Armenia quedó sin solución justa y definitiva.

El 100° aniversario del Tratado de Sèvres es ocasión propicia para que las comunidades armenias de todo el mundo expresen sus justas aspiraciones. El pueblo armenio en su totalidad reclama hoy que se cumplan sus cláusulas: la restitución de sus territorios a la actual República de Armenia.

Es preciso que este problema, que conmovió en su tiempo al mundo entero, sea comprendido e interpretado por la humanidad a fin de crear las condiciones necesarias para que pueda ser considerado en la Organización de las Naciones Unidas.

Sobre la base de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, del derecho de los pueblos a la autodeterminación, de los principios más sagrados que forman el basamento moral de la ONU, todos los Estados miembros de esta organización deberían ser unánimes en su pedido de un acuerdo general con miras a una solución pacífica y justa del problema armenio: la creación de un Armenia unificada.

Los Estados miembros de la ONU deben tomar la iniciativa de crear, de conformidad con las disposiciones del Tratado de Sèvres, y dentro del marco de las fronteras fijadas por Wilson, una Armenia unificada. El mundo entero, a través de sus organismos competentes, debe buscar los medios para hallar una solución adecuada a esta usurpación territorial.

Asociación Cultural Armenia Hamazkain

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