Iglesia Evangélica Congregacional Armenia “Santísima Trinidad”

El Aborto: ¿Una Solución?

19 de junio de 2018

El aborto, como tal, siempre ha existido, pero hoy se le ha dado un mayor protagonismo. Por primera vez en Argentina, el Poder Ejecutivo habilitó la discusión del aborto en el Congreso de la Nación. El proyecto de ley –presentado por séptima vez en los últimos 13 años – plantea que “toda mujeabortor tiene derecho a decidir voluntariamente la interrupción de su embarazo durante las primeras catorce semanas del proceso gestacional”.

El autor de este artículo, Licenciado, Profesor en Teología y Pastor: Gabriel Ballerini, especializado en bioética nos ilustra sobre este tema tan candente en la Sociedad Argentina, sostiene que la ciencia ha comprobado que la vida comienza desde la fecundación y ante una mujer embarazada no estamos en presencia de una vida, sino de dos vidas”.

El tema es muy fuerte y movilizador, ya que una niña de 13 años, que no puede comprar cerveza en un kiosco, ni conducir un automóvil, ni votar en las elecciones, ni salir del país sin el consentimiento de sus padres, estaría habilitada por ley para concurrir sola a un centro hospitalario, y sin el permiso de sus padres, solicitar que le realicen un aborto.

El debate por la despenalización ya está instalado en los medios, y se da en los colegios, en el barrio, en la calle y también en el tratamiento (ahora) en Senadores. La sociedad toda está siendo observadora y receptora de un ping-pong de opiniones y argumentos:

Por un lado dicen que: “es un crimen contra la vida”; y por otro, “que es un derecho de la mujer”. Dicen que “se viola el primer Derecho Humano que es el derecho a la vida” y también que, “las víctimas son las mujeres”.

Escuchamos que “es más importante la vida que la libertad”; pero también que “el feto no es una persona”. Que “no lo maten y lo entreguen en adopción”, y también que “la libertad y los derechos no son asunto de la biología ni de los religiosos”

Un debate áspero, pesado y con miradas que parecieran irreconciliables. ¿Es una deuda de la democracia su despenalización, o es un delito que debe seguir manteniendo su condición para tutelar la vida humana desde la concepción, como así lo establece todo el ordenamiento jurídico argentino? ¿Debe primar el derecho a elegir de la mujer por sobre el derecho a la vida que tiene su hijo?.

Lo cierto es que el Estado le dará mayor o menor protección jurídica al embrión dependiendo de si lo reconoce como persona humana o no. ¿Es una persona? ¿Es una cosa?. ¿Es vida humana diferenciada de la madre o es un conjunto de células que todavía no lo hacen persona, y por lo tanto, sujeto de derecho?

El primer dato incuestionable puesto en claro por la genética es que en el momento de la fertilización, los dos gametos de los padres fusionado, forman una nueva entidad biológica, el cigoto, que lleva en sí mismo un nuevo proyecto-programa individualizado, una nueva vida individual, que no es la del padre ni la de la madre, sino la de una nueva persona, un nuevo ser que se desarrolla por sí mismo.

Sin embargo, para justificar la despenalización se destaca la cantidad de muertes maternas por abortos clandestinos. Esta forma de pensar propone que para bajar la tasa de mortalidad de mujeres por abortos clandestinos, lo mejor es matar al niño legalmente, con garantías médicas. Y quienes creen que la vida es el primer derecho humano, que un Estado democrático, inclusivo y justo debe respetar, piensan que han que solucionar ese problema social, con educación, con masivas campañas de prevención, con acompañamiento y sostén a la mujer embarazada, pero nunca creando otro problema social, como puede llegar a ser, permitir que las madres puedan poner fin a la vida de sus hijos en forma legal, segura y gratuita.

La vida humana se muestra en las páginas de la Biblia como un bien de inapreciable valor. Los niños son considerados como una bendición y nunca como un inconveniente.

Está demostrado que las mujeres tienen reacciones muy fuertes frente a un aborto provocado. Reacciones físicas, psicológicas, emocionales y relacionales y que, además, son diferentes para cada mujer. La vivencia es muy personal, pero en casi todos los casos es traumática. Entre los síntomas del síndrome post-aborto, se encuentran el dolor y el pesar, un sentimiento de duelo difícil de superar y olvidar. Estudios realizados demuestran que cuando no hay sentimiento de culpa en la mujer, se suele dar una tendencia al alcoholismo o a la drogadicción; en cambio, cuando sí lo hay, cuando la misma se siente culpable, se suele caer en estados depresivos, que se manifiestan en grandes tristezas, llantos, visión negativa y pesimista del mundo circundante. Cuanto el sentimiento de culpa es muy grande genera pánico y sentimientos de autodestrucción.

Es cierto que hay situaciones difíciles y dolorosas, situaciones de violencia, marginalidad y pobreza, falta de formación, soledad y abandono; pero el aborto nunca es la solución. El aborto no resuelve ningún problema. El aborto no va a sanar ninguna herida anterior, por más traumática y violenta que haya sido. El aborto solo agregará más drama y más dolor al ya vivido.

                                                                                                                                            Licenciado Gabriel Ballerini

 

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