El aliado hipócrita: Turquía y el deterioro de sus relaciones con Washington

11 de julio de 2022

Es paradójico que Turquía ponga como condición para la entrada en la OTAN de Finlandia y Suecia el que sus gobiernos consideren a los grupos kurdos, que están refugiados en esos países, como organizaciones terroristas por su supuesta afiliación al PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos), siendo que Turquía es, de hecho, un Estado que según diversos especialistas[1], agencias de inteligencia alrededor del mundo y watchdogs internacionales financia actividades terroristas[2] y lava dinero del crimen organizado (Financial Action Task Force[3]). Además de que el gobierno turco mantiene vínculos, como han denunciado diputados turcos miembros del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), con la empresa paramilitar SADAT, responsable del entrenamiento de combatientes de al-Qaeda y de ISIS y de su traslado como mercenarios a Libia, Siria y Nagorno Karabaj.

Turquía, además de mantener una política de represión contra la población kurda, también persigue a opositores al gobierno como a Osmán Kavala, quien fue inculpado, sin pruebas, de estar detrás de las protestas del Parque Gezi que se realizaron en 2013. Ante esta inculpación dolosa, los embajadores de EEUU, Canadá, Alemania, Francia, Países Bajos, Noruega, Dinamarca, Nueva Zelanda, Suecia y Finlandia mostraron preocupación y manifestaron su apoyo a Kavala, la reacción de molestia del presidente Recep Tayip Erdogan fue inaudita e incluso mencionó que podría declarar personas non-gratas a esos embajadores. El 25 de abril de este año Osmán Kavala fue declarado culpable por “financiar protestas que”, según el fiscal, “buscaban derrocar al gobierno” y por ello fue sentenciado a cadena perpetua. El Parlamento Europeo se pronunció fuertemente contra la condena y consideró que de esta forma Turquía “había destruido toda esperanza” de relanzar el proceso de adhesión a la Unión Europea, sin embargo los miembros de la OTAN, entre ellos Estados Unidos, han sido muy prudentes y poco han dicho sobre el asunto.

Dos puntos han sido particularmente álgidos en las relaciones de Estados Unidos con Turquía, el primero fue el supuesto “golpe de Estado” del 15 de julio de 2016 orquestado, según el gobierno turco, por el líder religioso Fetullah Gülen y con apoyo de la CIA. Gülen se encuentra refugiado en Estados Unidos y su organización, llamada despectivamente “Fëto”, es catalogada como terrorista por el régimen de Erdogan. A raíz del “golpe” el gobierno turco ha hecho una masiva purga de elementos gülenistas tanto al interior de las fuerzas armadas como en toda estructura del gobierno y persigue a todo posible miembro de dicha organización. Estados Unidos en cambio, los protege y les concede asilo aun cuando Turquía exige la extradición de Gülen, por lo que existen fuertes fricciones entre ambos gobiernos.

El segundo punto fue la compra del sistema antimisiles ruso S-400 por parte del gobierno de Erdogan en 2019, algo que no sólo es contrario a los intereses de la OTAN por tratarse de la compra de armamento al mayor adversario geopolítico, Rusia. Si no también por la incompatibilidad de los S-400 con el sistema de seguridad colectiva de la Alianza, algo que podría poner en peligro la seguridad de los vuelos de los cazas estadounidenses F-35 en el espacio aéreo turco ya que el radar de los S-400 podría funcionar como espía de Rusia. Washington advirtió que si la compra se realizaba introduciría sanciones económicas a Turquía (bajo la Countering America’s Adversaries Through Sanctions Act -CAATSA-), además de que lo excluyó del programa de fabricación de los aviones F-35 y a cambio le exigió comprar el sistema antimisiles Patriot de fabricación estadounidense. A raíz de esto el gobierno turco se comprometió a modernizar su Fuerza Aérea y en lugar de los F-35 compraría (con los 1,4 mil millones de dólares que ya había pagado por los F-35) otros 40 cazas F-16 que se sumarían a los que ya tiene. Sin embargo, congresistas estadounidenses se han mostrado contrarios a dicha venta, al igual que el Primer Ministro griego Kyriakos Mitsotakis quien en su visita a Washington hizo lobby para que se bloqueara la venta[4], mientras buscaba que se le vendiera a Grecia los cazas F-35, esto provocó que Erdogan dijera que para él el Primer Ministro griego “no existe” y ya no era un interlocutor político. Antes Ismail Demir, el jefe de las industrias de la defensa de la presidencia turca, había dicho amenazadoramente que si Estados Unidos lo excluía también de la compra de los F-16 ellos podrían comprar cazas rusos Su-35 y Su-57[5]. De manera que el gobierno de Erdogan mantiene constantemente el chantaje de que, si se le impide seguir con sus intereses políticos y militares, puede buscar acuerdos aún con los países antagónicos a la OTAN.

Siguiendo la concepción ultra-nacionalista e imperialista creada desde el siglo XIX por Ziya Gökalp en que se busca la creación del “Gran Turán” que englobara a todos los pueblos turcos, Recep Tayip Erdogan desde octubre de 2020 ha buscado la consolidación de una organización con principios y objetivos similares a los de la OTAN, pero cuya membresía sería exclusivamente de países de orígen turco. La llamada “Army of Turan”, entre cuyos miembros liderados por Turquía estaría Azerbaiyán y las repúblicas turcas de Asia Central, pero el proyecto también ejerce influencia y ha ganado mucha popularidad entre otros pueblos túrquicos. La creación de una nueva alianza militar liderada por Turquía, además de ser un grupo cuyos principios de afinindad cultural panturquista podría devenir chovinista es, o debería ser, considerado una violación de los principios de la OTAN, además sería una especie de Caballo de Troya: Un miembro de la OTAN busca crear y liderar una organización militar en la que algunos de sus miembros serían también aliados de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (Kazajstán y Kirguistán), la Alianza Militar contraria que es comandada por Rusia.

Sorprende que Estados Unidos y sus aliados occidentales no se decidan a discutir la expulsión de Turquía de la OTAN, o cuando menos imponer sanciones económicas como las que han impuesto a Irán o Rusia para mitigar las tensiones causadas por la agresiva política exterior turca de los últimos años. El juego hipócrita que hace Erdogan con respecto al ingreso de Finlandia o Suecia en la OTAN con argumentos de combate al terrorismo siendo su gobierno uno de los principales precursores y patrocinador de al-Qaeda e ISIS, su chantaje en la compra de armamento ya sea el sistema S-400 o los Su-35 y Su-57, además de la tratar de formar una Alianza Militar alternativa y cuyo liderazgo recaería en su persona, deberían ser indicios claros de que en cualquier momento Recep Tayip Erdogan podría dar la espalda a los aliados de la OTAN y comenzar a jugar en un equipo adversario para satisfacer sus propias ambiciones. De la hipocresía a la traición hay sólo un paso.

Carlos Antaramián
Antropólogo radicado en México


[1] Como señala David L. Pillips de Columbia University en: https://www.neweurope.eu/article/turkey-a-state-sponsor-of-terrorism/

[2] Una lista se encuentra en David Boyadjian: https://keghart.org/d-boyajian-bizarro-world-turkey/

[3] https://www.fatf-gafi.org/media/fatf/documents/reports/fur/Follow-Up-Report-Turkey-2021.pdf

[4] https://www.defensenews.com/congress/2022/05/17/greece-seeks-to-join-f-35-program-as-it-lobbies-against-turkey-f-16-sale/

[5] https://www.tasnimnews.com/en/news/2021/10/18/2591680/turkey-can-buy-su-35-su-57-fighters-if-us-does-not-sell-f-16-official-says

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