El arrendamiento del “corredor de Zangezur”: la trampa geopolítica de un mercader

La propuesta de “arrendar” el “corredor de Zangezur" a una compañía privada estadounidense por 100 años, planteada por el embajador Thomas Barrack, fue una idea inviable desde el principio. No fue una solución pragmática como se quiso presentar, sino una maniobra de propaganda geopolítica que dejaría a Armenia en la Indefensión y desamparo Al renunciar a la soberanía sobre 32 km de carretera estratégica, bajo el pretexto de “neutralidad”, se estaría abriendo paso a un nuevo capítulo de expropiación política, esta vez a carga de intereses privados vinculados a sectores turco-estadounidenses.
El embajador Thomas Barrack, de origen libanés y cercano a la cultura otomana, carga además un historial que aviva las sospechas: en 2021 fue acusado de actuar como agente extranjero no registrado para los Emiratos Árabes Unidos, con grandes recursos financieros y vínculos comerciales con Qatar. Sus presiones para remover a Hayat Tahrir al Sham (HTS) de las listas de grupos terroristas, junto a su respaldo público a figuras vinculadas a la Hermandad Musulmana y al gobierno de Erdogan, evidencian un enfoque diplomático que favorece al neootomanismo, lo cual generó críticas formales en el Líbano.
En el trasfondo de esta maniobra se vislumbra la mano de Ankara, cuyo interés en el corredor va más allá de lo logístico: Turquía ambiciona un corredor terrestre que la una directamente con Asia Central, relegando a Armenia a un papel secundario como un simple cobro de peaje en la ruta. Un paso más hacia el panturquismo.
Azerbaiyán no oculta sus condiciones: exige un tránsito libre, sin obstáculos ni aduanas controladas por Armenia. En otras palabras, Armenia perdería el control sobre su infraestructura clave, mientras una empresa con posibles conflictos de intereses, y respaldada por un embajador cuestionado, se presenta como garantía de la “paz”. Esta propuesta, lejos de resolver tensiones, facilitaría el tránsito turco azerí por territorio armenio y socavaría el principio de integridad territorial.
La diplomacia no debe convertirse en un espectáculo mediático con anuncios sensacionalistas como los de Donald Trump. La realidad demuestra que las grandes declaraciones a veces carecen de sustancia y son simplemente estrategias de marketing político. En un contexto de intensa guerra de información a nivel global, la propuesta de Barrack parece ser más un medio para evaluar reacciones y presionar a Ereván que una oferta legítima.
Armenia necesita interlocutores y negociadores confiables y no operadores con oscuros antecedentes como el embajador estadounidense. Rechazar esta iniciativa es proteger la esencia misma del Estado: su soberanía, su jurisdicción y su capacidad para regular el tráfico en su territorio. Permitir un “leasing” sólo dejaría a Armenia en una posición de vulnerabilidad extrema. No se puede delegar en terceros la responsabilidad de asegurar la propia conectividad.
La historia de Syunik, marcada por una larga tradición de resistencia, merece más que un juego de neutralidades ficticias. Si Washington quiere verdaderamente contribuir a una paz duradera, debe abandonar el show mediático y promover un marco de garantías multilaterales que respete la integridad de Armenia sin imposiciones encubiertas promovidas por mercaderes. De lo contrario, cualquier concesión será un disfraz de progreso.
Pablo Kendikian
Director de Diario ARMENIA