Entrevista a Mari Ebekian y Sergio Tchabrassian

“El Coro Gomidás es sentimiento, interpretación, amistad”

18 de agosto de 2016

gomidas-1Hace 45 años que son compañeros de canto y desde hace 6, además, son pareja. La madre de ella, Zarmuhí, fue una de las integrantes fundadoras del Coro Gomidás.

Él, músico profesional, incursionó a los 19 en el mismo espacio coral. María Ebekian y Sergio Tchabrassian, de las generaciones más jóvenes -el coro tiene integrantes con sesenta años de permanencia- cuentan a Diario ARMENIA su experiencia en el Gomidás.

 

“Mi mamá nunca dejó el coro. Empezó a los 12 años y continuó hasta los 87 que falleció, y a partir de mis 14 yogomidas-3 seguí la tradición”, comienza María Ebekian, coreuta del Gomidás, el primer espacio coral de la colectividad armenia. Sergio Tchabrassian, amante de la música de Charles Aznavour y The Beatles, también incursionó en la música en el coro: “No fui a colegio armenio porque vivíamos en Liniers. Un día me di cuenta que quería cantar, pero no sabía adonde y mi mamá me sugirió el Gomidás. En un casamiento nos encontramos con Antonio, el que era el organista, y con María Chaglasian, la organizadora y el alma del coro de entonces, que me invitaron a participar. El día acordado llegué antes. Estaba ansioso y entusiasmado”, relata.

Son compañeros en el coro desde hace 45 años y desde hace 6, también, son pareja. Ambos se casaron y tuvieron hijos, y pasó el tiempo hasta que se encontraran más allá de la música. Hoy, en su casa de Chacarita relatan anécdotas y momentos emocionantes de la vida con el coro, con el canto, con aquello que los apasiona y hace contacto con la identidad, la memoria, el idioma de sus ancestros y la música.

María participó en todo tipo de evento musical y operetas de la colectividad, y hace también locuciones porque es recitadora. Se define amateur pero desde hace algunos años educa su voz e incluso dirigió el coro durante las misas entre 2005 y 2010. Su profesión es la docencia: desde hace 32 años trabaja en el Colegio Mekhitarista. Por su parte, Sergio después de unos años de ingresar al coro comenzó a estudiar canto y comenzó a desarrollar una carrera profesional. Actuó con un repertorio de primera línea, durante diez años, en la Asociación Wagneriana de Buenos Aires bajo la dirección de Antonio Russo. Integró coros de ópera y actuó como solista en múltiples ocasiones, pero nunca abandonó el Gomidás. “Porque era el único lugar donde hacer música armenia y la misa. Además, allí estaban mis amigos, era un grupo donde primaba la amistad”, explica el tenor solista del coro.

En 2007 la mayoría de los integrantes del coro hicieron un emocionante viaje a Armenia que costearon con mucho esfuerzo y donde prevaleció el contacto con la cultura de sus ancestros y el canto en cada rincón de la madre patria. El concierto formal fue en el Instituto Spendiarian, pero “cantamos cada vez que pudimos”, aseguran. En este sentido hay una anécdota: “Llegamos a la Iglesia Surp Hripsimé y nos encontramos con Datev Gharibian, el arzobispo primado de Brasil que conocíamos porque había sido archimandrita en la ciudad de Córdoba, y nos invitó a cantar con el coro local, en su misa. Era una de nuestras metas, fue una gran emoción”, relata María que tuvo la posibilidad de ir con su madre. Un momento clave del viaje, también, fue el canto espontáneo después de un casamiento en la centenaria iglesia de Keghart, un templo tallado en la montaña, desde donde solo ingresa la luz natural, y que cuenta con una impresionante acústica.

gomidas-2“Hoy estamos un poco preocupados por la continuidad del coro. Mucha de nuestra gente no está más y cuesta que se sumen las nuevas generaciones. Yo sea como fuera voy a seguir en el coro. Si no voy, siento que me falta algo”, se emociona Sergio. Makruhí Eulmesekian es la directora del Gomidás desde hace más de cuarenta años y hace un tiempo se sumó a ese trabajo el profesor Mekhitar Koudoussian que dirige en algunas de las misas y aporta “ciertas innovaciones y frescura”, dicen. Makruhí, por su parte, “siempre le dio una vuelta al coro, un hilo conductor, con su estilo artístico y un programa que combinaba canto, poemas, palabras, una temática puntual. Sensible y expresiva con capacidad de cohesión y solidaridad para el trabajo y la convivencia, Makruhí aportó y aporta mucho”, aseguran.

“El coro nunca pasó por un tema de nivel musical sino por el sentimiento, la interpretación, la amistad. Obviamente siempre tratamos de mejorar musicalmente, pero la esencia iba por otro lado”, completa María. El coro fue testigo de nacimientos, casamientos, buenos y malos momentos, encuentros, despedidas, un lugar de reunión. Ambos coinciden en que Gomidás es mucho más que música: “Ese espíritu de ir a cantar todos los domingos a misa, un día para estar en familia y descansar, no se logra en cualquier lado”, expresan y lo confirman cada vez que se suben al escenario o al altar.

 

Por Luciana Aghazarian

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