El juego de la grieta
Y un día la llamaron grieta...a partir de ese instante un inmenso manto tóxico cubriría los debates, los intercambios de ideas, las criticas o análisis políticos, la defensa de convicciones, todo cayó en esta nueva trampa que perfora horizontal y verticalmente todas las capas sociales.
La vida en una sociedad democrática implica que un individuo tiene el poder y el derecho de expresar libremente en público o privado sus aspiraciones, sus decepciones, sus ilusiones, sus desencantos, sus utopías del plano económico, político, artístico, etc.,
Sin embargo nada hace pensar que en nombre de esa libertad, los ciudadanos se sientan con derecho a difamar y a dar por verdades absolutas lo que cada uno piense, lo cual nos llevaría a la peligrosa realidad de imponer un pensamiento hegemónico.
La militancia, la prédica, las convicciones, son componentes que aplicamos en cada instante y cualquier aspecto de la vida, a través de ellos construimos nuestro ser y pensar, fundamentamos nuestras acciones, nos ayudan a relacionarnos y son las herramientas para la búsqueda de lo que tanto anhelamos.
El simplismo de zanjar una grieta divisoria entre unos y otros, fue una creación servil a una funcionalidad, para que el cultivo de una sola matriz de ideas prevalezca y todo lo distinto, todo lo posiblemente peligroso a lo establecido infecte a otras mentes y se expanda de manera viral.
Levantar la voz sobre otras para acallarlas o para que no sean oídas, es un proceder autoritario, pero hay otras formas para también serlo, como lo es empujar hacia la grieta todo tipo de expresión diferente, sea ella de cualquier índole; dejando expuesto a un individuo o a un grupo, ante un seudo tribunal fantasma que despojándose de razón, pudor y limites, devasta a más no poder al ocasional sentenciado, a través de los medios o desde las redes.
Cultivar el respeto y aceptar lo que muestra la realidad, en todas sus formas, hasta lo que refleja una lente fotográfica, es una buena práctica para fortalecer la democracia y construir una sociedad más plural. Por el contrario sentenciar y enjuiciar a aquellos que pueden manifestarse en forma distinta a lo que se piensa, cuestionar su honorabilidad, lejos de no contribuir al ejercicio democrático, parece ser más un bálsamo para la intolerancia que una respuesta racional y sensata.
Los operadores de la grieta aparentan ser observadores desinteresados y sensibles a los sobresaltos políticos o a todo lo que afecte a la sociedad, aunque la realidad nos demuestra, que la interpretación de esas observaciones, las entienden como verdades absolutas unidireccionales, es decir, donde no hay posibilidad de dar espacio a quien no comparta la misma visión
Se encargan de detectar espacios apetecibles políticamente y así señalar, acusar y conducir a la opinión publica a profundizar y endurecer la tensión con la nueva presa.
Pretenden permanecer en un lugar inmaculado y de confort, pero logran un resultado tan absurdo como engañoso, ya que los motiva otros intereses lejanos al bien común, sin importarles el daño directo o colateral que produzcan sobre instituciones o personas.
Por consiguiente, si el trasfondo de estas manipulaciones solo tiene como objetivo la consolidación de las dirigencias que buscan satisfacer sus propios intereses, o si este escrache de ideas tiene como finalidad que a nuestra sociedad se le imponga la postura de neutralidad, entendida como una pasividad ante hechos repudiables e inadmisibles.
Entonces será cierto que preferimos estar en el lugar donde cada decisión, donde cada proyecto nos diferencie de aquellos que planean perpetuarse en el poder y construir una sociedad acorde a su medida, con integrantes sin reacción alguna ante una realidad que los atropella.
Aunque parezca una palabra simple, la aceptación representa una acción, activa y noble. Una acción de entender que hay distintas maneras de pensar y que todas ellas se encuentran en un mismo rango. Tendremos que ensayar todo lo necesario para que nuestra comunidad consolide el concepto de aceptación, tendremos que seguir haciendo un esfuerzo para que ese valor sea el que prevalezca sobre la intolerancia de aquellos que sin ser jueces emiten a menudo, sentencias simplistas e injustas.
En conclusión esta es la verdadera discusión, las que algunos intentan disimular con falsos y absurdos argumentos.
Discusión sobre la cual responderemos clara y enérgicamente sin dar un paso atrás a favor de lo que siempre a través de las décadas hacemos: trabajar con los valores y la ética, la identidad que nos caracteriza, la conducta con la convicción y coherencia, el dar sin esperar nada a cambi, el trabajo cotidiano, permanente y sin desvíos de los objetivos institucionales, entendiendo que el bien común esta sobre cualquier otro fin y ello marca nuestro norte.
Un norte que se ha mantenido gobierno tras gobierno, persiguiendo tender cada vez más puentes entre nuestra región y Armenia, propiciar la mayor interacción entre la cultura armenia y las distintas expresiones culturales sudamericanas, el entero compromiso con la causa armenia y sus inclaudicables banderas, el reconocimiento y reparación del genocidio sufrido por el pueblo armenio como el reconocimiento internacional de la republica de Artsaj.