El largo sable de Kazim Karabekir y la pérdida de Kars

20 de octubre de 2021

Esta semana se cumplen cien años del Tratado Kars, que imprimió en papel los duros términos que un año antes impusieron las fuerzas al mando de Karabekir, lugarteniente de Atatürk.

Tras la segunda guerra de Artsaj, con el resultados ya conocidos en cuanto a pérdida territorial y endurecimiento de ataques arteros e injustificados por parte de Azerbaiyán en las provincias de Syunik, Gegharkunik y Ararat (poblado de Yersakh), todos en la República de Armenia, en la agenda política regional entró sin pedir permiso la cuestión de la reapertura de la frontera entre Turquía y Armenia.

No sólo es un reclamo del gobierno de Nikol Pashinyan, que insiste en que los fundamentos esgrimidos por Ankara para su cierre unilateral ya no existen, esto es la supuesta ocupación armenia de siete territorios de Azerbaiyán en Artsaj, sino que incluso desde la sociedad turca están reclamando esa reapertura, que podría traer desarrollo económico y social a los poblados de Kars e Igdir.

Luego de que las fuerzas armenias vencieran a los azeríes en Karvajar (hoy Kelpachar) en 1993, el entonces gobierno turco cerró las fronteras que dejaron cortadas tres vías de comunicación entre ambos lados de la frontera, dos carreteras para vehículos y una que combina el paso vehicular más una vía férrea entre Kars y Gyumrí, la segunda ciudad de Armenia al noroeste del país.

Este capítulo aún está abierto, sin siquiera una hoja de ruta trazada, pero ciertamente, los conflictos en ese área del mapa regional no son nuevos. Por allí transcurrieron gran parte de los combates en el frente oriental durante la Primera Guerra Mundial.

También por allí ingresaron las tropas del general turco Kazim Karabekir en septiembre de 1920, generando caos y destrucción, y que sólo tres meses después terminaron con la sovietización de Armenia.

Frontera caliente

A lo largo de más de un siglo y medio la frontera occidental de la actual República de Armenia con Turquía o la que regía entre fines del siglo XIX y comienzos del XX entre los Imperios Otomano y Ruso fue casi una arena movediza, con demarcaciones fronterizas inexistentes y dominio de los territorios a punta de sable y bayoneta.

La victoria rusa en la Guerra Ruso-Turca de 1877-1878 puso del lado de los vencedores a las regiones de Kars y Ardahán, Alashkert y Baiazit, además del estratégico puerto de Batum en las costas del Mar Negro. Ése fue un acuerdo forzado por la derrota militar del sultán Abdul Hamid II, pero que dejó con la sangre en el ojo a los turcos, que buscaron su momento para recuperar parte del terreno perdido.

Ese momento llegaría, paradójicamente, luego de la derrota en la Primera Guerra Mundial y cuando los despojos del Imperio Otomano estaban ya sumidos en una guerra intestina en la que resultarían vencedores las facciones nacionalistas, encabezas por Mustafá Kemal Atatürk y sus generales.

Uno de ellos, el general Musa Kazim Karabekir, fue comandante del Frente Oriental durante la guerra y quien inició la guerra turco-armenia en 1920, que culminaría en menos de tres meses con la caída de la República Democrática de Armenia y la sovietización forzada, además de la pérdida de las provincias de Kars, Ardahán e Igdir.

Conocido como el “Conquistador del Este”, Kazim Karabekir tuvo una decisiva participación en el campo militar, en los hechos que sucedieron a la firma del Tratado de Sèvres el 10 de agosto de 1920.

Tras el rechazo de los kemalistas a los términos establecidos en ese tratado por las potencias vencedoras y la virtual partición del Imperio Otomano, el Movimiento Nacional Turco se preparó para atacar y volver a ocupar los territorios que debió ceder a la República de Armenia.

Los primeros choques tuvieron lugar en Olti, un distrito bajo control del gobierno de la República de Georgia, en junio de 1920. Las fuerzas armenias, previendo que esas escaramuzas podrían tener otros coletazos en territorio armenio se involucraron y contribuyeron a frenar los avances.

Así, las cosas no vinieron fáciles para el entrenado ejército turco, que debió mandar cuatro batallones como refuerzo para poder doblegar a la resistencia armenia.

Mientras tanto, bajo cuerda los kemalistas negociaban ayuda militar de los soviéticos, además de financiamiento, un apoyo que resultaba desestabilizador en la región y un obstáculo infranqueable para la débil situación armenia.

En ese contexto el gobierno soviético pidió como condición para la ayuda militar la cesión a Armenia de las provincias de Bitlis y Van, una estrategia que escondía los planes de sovietización que ya estaban en marcha. Esa exigencia fue considerada excesiva por la comandancia turca, que decidió avanzar sobre Sarikamiş, Kağizman (ambos en la provincia de Kars) e Iğdir y Merdeniq en la provincia de Iğdir.

Fueron triunfos claves para Kazim Karabekir, que con esas posiciones aseguradas se decidió a atacar a Ereván. Corrían los primeros días de octubre de 1920 y fue el momento en que colapsó la línea que hasta ese momento resguardaba el frente occidental. Mientras tanto en el frente oriental los bolcheviques, unidos a las fuerzas azerbaiyanas intentaban tomar posiciones en el este y sur de Armenia.

Última carta

Ante la crítica situación el 11 de octubre el gobierno de Armenia comenzó negociaciones con Boris Legrán, enviando del poder soviético a la capital armenia. El 24 de ese mes se firmó el Acuerdo de Ereván, por el cual las fuerzas nacionales se aseguraban ayuda militar rusa, además de preservar el territorio de la provincia de Kars, que incluye a la legendaria ciudad medieval de Ani.

La respuesta turca fue una ofensiva a gran escala, con asedio a la población civil y desplazamiento forzado de aquellos pobladores que aún permanecían en la región.

Cualquier parecido con los hechos que se vivieron en Artsaj durante la guerra de los 44 días o los ataques arteros a la población civil en las ciudades armenias por parte de las tropas azeríes hoy día es pura casualidad. O una muestra más de quién es el verdadero ideólogo de la armenofobia en la región. 

En este sentido vale recordar que Kazim Karabekir, fue además de militar de alto rango, diputado de la Asamblea Nacional y Representante Plenipotenciario en Azerbaiyán. Y escribió varios libros, entre ellos uno titulado “Las atrocidades armenias”, nada menos.

Kars cayó en manos enemigas el 30 de octubre, con una nueva ola de saqueos, violaciones y vejaciones a la población civil. Karabekir se dirigió entonces a Guymrí (Alexandropol), que sucumbió sólo unos días después. A mediados de noviembre las fuerzas turcas ya estaban en Aguin, muy cerca de las ruinas de Ani, con el objetivo de dar la estocada final sobre Ereván.

Los sucesos de esos últimos días de la República Democrática de Armenia, son conocidos. Forzado en varios frentes a la vez, el gobierno de Armenia debió ceder a las presiones bolcheviques y entregar el gobierno el 2 de diciembre de 1920.

Fue mientras el propio Kazim Karabekir negociaba los términos de la rendición con el primer ministro Alexander Jadisián, en nombre de un gobierno que en la práctica ya había dejado de existir, por lo que una parte de la biblioteca jurídica sostiene que esos actos legales son nulos.

El Tratado de Alexandropol del 3 de diciembre puso fin a la primera República de Armenia y el gobierno pasó al poder soviético. El 16 de marzo de 1921 el Tratado de Moscú entre los bolcheviques y la Gran Asamblea Nacional de Turquía estableció la cesión de la región de Adjaria a los soviéticos a cambio del territorio de Kars, que incluía las antiguas provincias de Kars, Iğdir y Ardahan.

Y el 23 de octubre de 1921 se suscribió el Tratado de Kars entre la Gran Asamblea Nacional de Turquía y las repúblicas socialistas soviéticas de Armenia, Georgia y Azerbaiyán. El gran perdedor fue Armenia, que debió resignar casi el 50% de su territorio.

El tratado estableció las actuales fronteras nacionales, los soviéticos cedieron a Turquía la mayor parte del Oblast de Kars del Imperio Ruso, incluyendo las mencionadas ciudades, además de las ruinas de Ani y el lago Cildir. A cambio los turcos se retiraron de Gyumrí y otras ciudades del actual noroeste de Armenia.

El tratado de Kars.

Por este tratado también quedó cristalizada la creación de Najicheván y su traspaso a Azerbaiyán, mientras que Armenia obtuvo de jure Zangezur (Syunik), Daralakeaz, (hoy Vayots Dzor) y el área occidental de Qazakh (Tavush). Casualmente, son demandas recurrentes en la retórica belicista del presidente azerí, Ilham Aliyev. 

Y un dato interesante es que el tratado admite la libertad de circulación entre los países en un régimen de fronteras abiertas, algo que Turquía rechazó de hecho en 1993 al cerrar su frontera con Armenia en forma unilateral.

En este sentido, el ex canciller de Armenia, Vardán Oskanyan, señaló en 2006 que mientras Armenia respeta los tratados firmados, Turquía incumple varios de los artículos del Tratado de Kars, de modo que con esta acción- dijo Oskanyan- Turquía ponía en duda la vigencia del tratado.

Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar

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