El negocio detrás de las muertes: las empresas que se beneficiaron con la guerra de Artsaj

04 de diciembre de 2020

Durante la guerra desatada el 27 de septiembre por el tándem azerbaiyano-turco, un equipo del sitio Hetq reunió pruebas sobre las armas utilizadas por el enemigo. Su editor en jefe, Edik Baghdasaryan, y el fotógrafo Hakob Poghosyan fotografiaron los restos de varios misiles y drones. A continuación, el informe de Hetq:

El material recolectado reveló que los UAV israelíes de tipo Harop utilizados por Azerbaiyán y conocidos como Kamikazes, es decir drones suicidas, utilizaban dispositivos franceses y suizos. Empresas canadienses, estadounidenses y austríacas han manifestado su posición.

Antes de referirnos a estos dispositivos recordemos que se demostró que los drones turcos Bayraktar TB2, dañados durante la guerra, llevaban cámaras de la empresa canadiense WESCAM, subsidiaria de la empresa estadounidense L3Harris Technologies.

Pero antes de que el Ejército de Defensa de Artsaj derribara a los Bayraktars, a principios de octubre ya había informes de que se estaba utilizando tecnología canadiense en drones turcos. Luego de esto, el primer ministro canadiense Justin Trudeau declaró que sus exportaciones no podían violar los principios y leyes adoptados. La Ley de Autorización de Importación y Exportación de Canadá prohíbe la venta de armas si estas pueden utilizarse para violar el derecho internacional humanitario o los derechos humanos. Por su parte, el canciller canadiense François-Philippe Champagne decidió suspender el suministro de equipos militares a Turquía e iniciar una investigación, lo que causó descontento en Turquía.

Las empresas estadounidenses también se vieron presionadas por sus ventas militares a Turquía. A finales de octubre, los estadounidenses de origen armenio se manifestaron frente a la sede de la empresa Viasat, que vende equipos de comunicaciones por satélite a Turquía. Los productos y las tecnologías de comunicación de la compañía se utilizan para los UAV de combate turcos Bayraktar TB2 y Anka-S. Un representante de la firma le aseguró a los protestantes que tenían la intención de cortar este suministro a Turquía y que pronto solicitarían a las agencias gubernamentales estadounidenses que investiguen cómo Turquía uutilizaba sus tecnologías. El funcionario de la compañía aseguró que no sabían que sus productos habían sido utilizados contra civiles y para bombardear hospitales.

Los armenios de Estados Unidos se movilizaron también frente a la empresa industrial militar Lockheed Martin (foto), que, en cooperación con Turkish Aircraft Industries, fabrica aviones de combate F-16 para la Fuerza Aérea Turca. También se estableció la existencia de estos últimos en Azerbaiyán durante la guerra, y la parte armenia declaró oficialmente que también se utilizaron en el frente militar.

Además, la compañía estadounidense produce sistemas de detección e identificación de objetivos para estos cazas, así como misiles para helicópteros S-70B Seahawk. Lockheed Martin no respondió a las exigencias de la comunidad armenia. En cambio, y debido a las continuas acciones, el bufete de abogados estadounidense DLA Piper y la empresa de cabildeo The Livingston Group finalizaron sus contratos con Azerbaiyán..

Poco después, se informó que la empresa austriaca Rotax ya no iba a suministrar los motores utilizados en los drones Bayraktar TB2. Rotax es una subsidiaria de Canadian Bombardier Recreational Products y dejó de cooperar con Turquía por orden de la empresa canadiense. Cabe señalar que los motores de Rotax fueron producidos para aeronaves ligeras y ultraligeras con fines no militares, y su venta fue realizada por intermediarios internacionales. En este caso, Italia realizó los suministros a Turquía.

"Como no se fabrican para fines militares especiales, ni cumplen con los estándares de los productos con licencia de la UE, pueden exportarse a Turquía legalmente sin permiso previo", explicó Wolfgang Schneider, funcionario del Ministerio de Economía de Austria. Sin embargo, el derecho económico internacional estipula que la exportación de bienes requiere un permiso del Ministerio de Economía si son "fabricados o modificados con fines militares o utilizados para aplicaciones nacionales, violaciones de los derechos humanos o fines terroristas".

Equipamiento francés y suizo en los UAV Harop

El uso de dispositivos aéreos no tripulados israelíes por parte de Azerbaiyán no es nuevo. El sistema de defensa aérea de Artsaj los encontró por primera vez en septiembre de 2011, cuando un híbrido de los Hermes-180 y Hermes-450 fue dañado en el cielo de Vazgenashen, un pueblo en la región de Martuni en Artsaj.

Los drones Harop lanzados por la empresa Israel Aerospace Industries (IAI) se utilizaron por primera vez en el frente de Artsaj en 2016, durante la Guerra de los Cuatro Días. Existen varias fotos de drones israelíes dañados por los sistemas antiaéreos de Artsaj en esa guerra, incluido el Harop. Las fotos mostradas a continuación fueron tomadas el 7 de abril de 2016.

A su vez, la aeronave no tripulada producida por IAI llevaba una ojiva de 15,2 kg, con una masa explosiva de 5,7 kg, producida por Rafael, otra empresa israelí. (ver foto). El hecho de que los UAV desplegados en 2016 y en octubre de este año sean del mismo tipo, se evidencia, en concreto, por sus alas plegables, semi-triangulares y sus bisagras debajo de estas. Hay varios misiles de reconocimiento y de ataque suicida en el arsenal azerbaiyano, pero solo las alas del Harop tienen esta estructura.

Entre los dispositivos utilizados en el Harop, se destaca el motor eléctrico producido por la empresa suiza Faulhaber Minimotor SA (filial de la empresa alemana Faulhaber) y el potenciómetro fabricado por la empresa francesa Eurofarad (parte del grupo Exxelia).

Estos son solo algunos ejemplos de cómo se utilizaron detalles aparentemente inocentes en armas mortales utilizadas indiscriminadamente por Azerbaiyán durante la reciente guerra. Hetq tiene detalles también de otras armas, producidas por empresas de países que están lejos del conflicto, tanto geográficamente como en su participación.

La realidad es que hoy en día, las tecnologías más modernas creadas principalmente con fines civiles son vendidas por sus fabricantes a empresas militares-industriales que persiguen intereses comerciales, y luego terminan en manos de estados encabezados por líderes autoritarios o dictatoriales que están bastante dispuestos a cometer actos terroristas contra civiles.

Como resultado, un pequeño aparato o parte, creado en alguna parte del mundo se convierte en un tornillo importante para lanzar un arma mortal que acaba con vidas humanas inocentes. Este es el negocio de las armas, el negocio de la matanza.

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