El Tratado de Sêvres cumple 95 años
El 10 de agosto de 1920, en un palacio cercano a París, Avedis Aharonian, por la República de Armenia y Boghós Nubar Pashá, por la Delegación Nacional Armenia asistieron y participaron del histórico acontecimiento de la firma del mejor tratado de paz entre Turquía, Armenia y las potencias aliadas.
Ese valioso documento mantiene hoy su absoluta vigencia. En el siglo XX una gloriosa serie de epopeyas y resistencias actualizaron en el pueblo armenio la vocación por la libertad y la organización estatal. Van, Musa Dagh, Sasún, Mush, Shabin -Karahisar, Zeitún, Hetesia, Marash, Hadjin, Aintab y muchos otros nombres, además de la lucha por la vida, estuvieron ligados a experiencias de autogobierno solidario e igualitario. Nuestros antepasados, con grandes sacrificios, gestaron esos testimonios heroicos, como expresiones de la fe y de la voluntad de un pueblo inspirado en la tradición patriótica y fortalecida por la fe cristiana.
El derrocamiento del Zar dio lugar en 1917 al gobierno provisional de Kerensky y meses después al régimen instaurado por Lenín. El primero reconoció el derecho de Armenia a separarse como lo hicieron, por ejemplo, Finlandia, Polonia y los estados bálticos. El último día de 1917 el Kremlin declaró que defendía el derecho de autodeterminación del pueblo armenio en los territorios que ocupaba el zarismo. Pero las tropas soviéticas se retiraron y los voluntarios armenios quedaron solos. A pesar de todo, el 28 de Mayo de 1918, como resultado de las triunfantes batallas y la retirada del invasor turco de los frentes, lograda en Sardarabad, Pash Aparan y Gharakilisé, se fundó la República de Armenia.
Un año después, el 28 de Mayo de 1919, por disposición del Parlamento, Ereván emitió la declaración de la Armenia unificada basándose en las conclusiones del Segundo Congreso de la Armenia Occidental. En la declaración se dice que “el pueblo de Armenia es dueño de su patria” para seguir construyendo un sistema democrático y solidario, con una legislación de avanzada.
A esta decisiva serie de hechos decisivos, en 1920, se sumó el logro fundamental del Tratado de Sêvres, que estableció acuerdos claves internacionales sobre el reconocimiento del crimen contra la humanidad, la reparación de los crímenes (tal como se aplicó al aliado alemán) y la fijación de los límites verdaderos entre Armenia y Turquía.
Este tratado firmado hace más de nueve décadas cerca de la capital de Francia contiene varios capítulos, cuya simple enumeración nos menciona varias de las cuestiones no resueltas por la sospechosa diplomacia de las grandes potencias, a costa de la vida, sangre y bienes de todos los pueblos implicados: Armenia, Kurdistán, Palestina, varias minorías y el patrimonio cultural.
Pero otras cláusulas se cumplieron para Arabia Saudita, Irak, Kuwait y apertura de los estrechos. ¿Tendrá, por causalidad, algo que ver esto con la explotación del petróleo y las multinacionales?
A noventa y cinco años, reclamamos por las obligaciones internacionales asumidas en el Tratado de Sêvres, que contempló entonces y afirma hoy las aspiraciones de un pueblo martirizado y la liberación de una gran parte de sus territorios irredentos. Apoyemos entonces el rescate y la aplicación del Tratado de Sêvres, con el compromiso y la dedicación cotidiana, como un camino para la solución justa de la cuestión de Armenia y los armenios.
Carlos Luis Hassassian