Opinión

El verdadero rol de las redes sociales

06 de julio de 2017

logos_redesPocas áreas se han desarrollado tan intensamente en las últimas décadas como las redes sociales. Hoy, Facebook, Twitter, Instagram, y otras muchas dominan las comunicaciones de la mano del gran adelanto que representan los teléfonos inteligentes, las tabletas y todos los demás instrumentos digitales que tenemos a nuestro alcance.

Por supuesto, quienes más utilizan estos nuevos métodos son las nuevas generaciones que prácticamente se han rendido a sus encantos y poco menos que permiten que dicha parafernalia secuestre su intelecto impunemente. Es que es tanto el tráfico de información periodística, imágenes, videos, música, chismes, y otras menudencias, que proporcionan los benditos aparatos resultan más importantes que cualquier tipo de publicaciones gráficas, sean estos periódicos, libros o también textos de enseñanza de cualquier nivel.

La atracción que generan estos adminículos pone también en peligro a sus usuarios que embobados en sus pantallas, están expuestos a todo tipo de accidentes, algunos hasta fatales.

En cuanto a las redes sociales en sí, podemos acordar que son beneficiosas en algunos aspectos como la rapidez en la información, mayor facilidad en el relacionamiento entre personas y hasta se puede considerarlos como un atractivo pasatiempo. Sin embargo, también debemos tener en cuenta como sometemos a nuestros cerebros a una suerte de adormecimiento sacándole la responsabilidad de pensar o de razonar al entregarnos a los designios digitales.

Otro punto importante a tener en cuenta es que en muchas ocasiones las distintas especies que circulan en las redes distan de ser fidedignas porque están regidas por cánones sensacionalistas que sólo sirven para captar la atención de los incautos que dedican valiosas horas de su tiempo para zambullirse y navegar en aguas bastante turbias.

Las relaciones humanas también sufren gran deterioro por el uso de estas redes. De pronto se terminó la comunicación personal o esas llamadas telefónicas de felicitación, o también de consuelo hacia los seres queridos, amigos o compañeros. Hoy, es más fácil escribir cuatro palabras deformadas por la rapidez y saludar por un cumpleaños u otro evento feliz. Todo se resuelve del modo más directo y vertiginoso, dejando de lado la caricia de una voz que puede ser compañera y amiga en el momento de más necesidad.

La frialdad de las máquinas comienza a imponerse en nuestro modo de vida. El apuro, la falta de paciencia y las urgencias nos aceleran y llevan muchas veces a un estado de estrés nada aconsejable.

Las comunidades también sufren por la intromisión de estas nuevas y cómodos hábitos de comunicación. Ya no se llama a los familiares, compañeros, o amigos personalmente, es más sencillo escribir tres líneas de texto, frías y vacías de contenido y entregar a las redes la responsabilidad de convocar a un evento, una asamblea, un acto o cualquier otro acontecimiento institucional armenio.

La despersonalización es evidente, duele y hasta ofende. Hay muchas personas, en especial las mayores, que no se manejan por esos medios sociales y por una fácil y poco comprometida decisión quedan al margen de casi todas las manifestaciones culturales, sociales y también políticas.

Y lo que es peor, quienes las manejan, puedan hasta enfadarse porque determinada persona o institución no se vincula o notifica correctamente, como lo hubiera deseado quien pergeña esa movida electrónica. Sin negar la modernización y los adelantos que nos trae, no podemos dejar de lado las tradiciones que nos acompañaron toda la vida. Nos merecemos más comunicación y acercamiento humano y mucho menos facilismo digital.

 

Jorge Rubén Kazandjian

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