Esmirna, 1922: “Recuerdos inocentes en memoria de los inocentes”

01 de agosto de 2022

Muchas veces me he preguntado qué pensarían y sentirían 100 años atrás, exactamente en estos días. Cuáles eran sus temores, sus vacilaciones y angustias ante el peligro que los acechaba. Me estremezco hoy al ponerme en el lugar de ellos, conociendo lo que les esperaba...

Se me hace difícil presentarlo porque es un tema que me toca muy de cerca. Me pregunto ¿a quién podrá interesarle salvo a los miembros y descendientes de mi familia? Pero estas historias son comunes a miles y miles de familias y lo menos que podemos hacer es compartirlas. Porque las víctimas tienen nombre y apellido. Y no habiendo tenido reparación alguna, al menos merecen que las recordemos. Es nuestra memoria individual que se convierte en colectiva y finalmente en memoria histórica.

Asia Menor, principios del siglo XX. Ubicada en la provincia de Esmirna, Akhisar (en griego, Axari, la antigua Tiatira) es una ciudad de unas veinte mil almas donde viven mayormente griegos y turcos, pero también armenios. Siendo éstos una pequeña comunidad de unas 200 familias, cuentan con lo básico: una iglesia y dos escuelas primarias. Son en su mayoría turco-hablantes, pero en los hogares se habla el armenio. Muy atentos a la educación de sus hijos, muchos los envían a seguir sus estudios como pupilos en colegios armenios en Magnisá –la ciudad más cercana- o en la cosmopolita Esmirna, a unos 90 kilómetros de Akhisar y en ese entonces a poco más de tres horas en tren.

Los Yerganian son una de esas familias armenias de Akhisar. Por cierto, numerosa: siete hijos, la mayor, Aghavní y seis varones. El pater familias, Tacvor, es oriundo de Magnisá. La madre y pilar de la casa, Eliz Hovannisian, es hija de familia akhisartsí.

Se dice que los armenios llegaron a esas lejanas costas occidentales del Imperio otomano allá por los siglos XVI y XVII, huyendo del hostigamiento religioso, las presiones gubernamentales y la hambruna en la Armenia ocupada por los turcos. Y que muchas familias de Kharpert -en la provincia histórica de Dzopk- se instalaron en Magnisá (la antigua Magnisía griega) y sus alrededores buscando tranquilidad y mayor seguridad...

Sea como fuere, Tacvor deja su ciudad natal y se instala en la fértil Akhisar: los Yerganian poseen allí terrenos en los que plantan la vid americana, que da unas pasas de uva doradas sin semilla muy apreciadas y que constituyen la base de la empresa familiar. Además de dedicarse al comercio, Tacvor ejerce allí la función de director de la filial local de la “Régie de Tabacs”. En 1913 está ejerciendo las mismas funciones en Sparta y en vísperas de 1922 en Denizlí, dos ciudades al sureste de Esmirna.

Un interrogante acerca de Tacvor es el apellido Avedissian que aparece en su tarjeta de visita (foto abajo). Parece ser que en algún momento de su vida, antes de contraer matrimonio, cambia su apellido de Avedissian a Yerganian. Lo que no está claro es el motivo ni las circunstancias (*). Conste que la tarjeta es el único objeto que queda de la vida de Tacvor, donde también se aprecia su escritura.

Se viene la primera...

Como es sabido, en plena guerra mundial las autoridades turcas ponen en marcha el plan genocida organizado tiempo atrás. Su objetivo es exterminar a la población armenia del Imperio otomano y desterrarla de sus pueblos y ciudades, muchas de ellas ancestrales y pertenecientes a la Armenia histórica (Medz Hayk y Pokr Hayk).

La primera parte del plan -que se ejecuta entre 1915 y 1917- es de una rapidez y una eficiencia nunca antes vista. Y se extiende por todas las regiones históricas del imperio: Armenia, Capadocia, Ponto, Cilicia y Anatolia hasta la costa occidental. Eso sí, quedan a salvo los armenios de Esmirna y de Constantinopla (salvo la élite comunitaria de esta última, que es exterminada a partir del 24 de abril) por ser grandes centros urbanos que llamarían demasiado la atención del mundo “civilizado”...

Pero volvamos a Akhisar. Al igual que muchas otras familias de la ciudad, en 1916 los Yerganian sufren pérdidas entre sus miembros.

Eliz, la madre de la familia, es deportada junto con su hija Aghavní, sus tres nietas y uno de sus hijos menores, Torós, de quince años. Salvo éste último, quien sobrevive escondiéndose debajo de cadáveres, todas ellas perecen en las caravanas de la muerte hacia Der Zor. Cuenta Torós que ve a su madre, a su hermana y sus hijas desaparecer en las aguas del Éufrates para no caer en manos genocidas...  

Otro de los hijos, Levón –por ese entonces de 24 años de edad- relatará años más tarde en una de sus notas (**) que en la misma época también él es deportado con destino a Tarsón –Tarsus- en Cilicia, donde logra permanecer oculto hasta la firma del armisticio de 1918, luego de lo cual regresa a Akhisar.

Del resto de los miembros de la familia sólo sabemos que Hovhannés –el segundo de los seis hermanos varones- se encuentra en 1915 en la isla griega de Mitilene (Lesbos) y que gracias a eso se salva del horror que viven su madre y algunos de sus hermanos. De allí pasará a Salónica, donde permanecerá hasta 1918, para regresar luego a su ciudad natal.

En cuanto a Tacvor, relata Levón en sus memorias: “Mi padre es deportado de Denizlí donde trabajaba antes de la tragedia de Esmirna y muere en algún lugar más allá de Cilicia, en las mismas tierras en las que habían perecido mi madre, mi hermana y sus hijas en las deportaciones de 1916”(1).

La segunda parte del plan

Akhisar, 1922. Cuatro de los hermanos aún viven en la ciudad: Armenag, el mayor; Hovhannés, Dikrán y el menor, Avedís, de entre 18 y 20 años de edad. En cuanto a los otros dos, Levón ha conseguido marcharse a París dos años antes y Torós está en Atenas tramitando ante la legación de la República de Armenia su pasaporte para poder viajar a Francia (foto abajo).

Pero ¿qué ocurría por ese entonces en la región?

Tres años antes, en mayo de 1919, el ejército griego ocupaba Esmirna y sus alrededores, incluyendo Magnisá y Akhisar. Los aliados vencedores de la Primera Guerra Mundial –en especial Inglaterra- habían dado luz verde al primer ministro griego E. Venizelos para entrar en la Jonia griega histórica y ocupar la región de Esmirna, hasta que un referéndum posterior de la población decidiera el futuro de la región.

El Imperio otomano había sido derrotado en la Gran Guerra y ahora pagaba las consecuencias: Inglaterra, Francia e Italia se apoderaban de amplios sectores de la antigua “Sublime Puerta”, incluida Constantinopla, los estrechos, Tracia, Cilicia y Esmirna -entregada a los griegos- además de Siria, Líbano, Irak, Jordania y Palestina, que Londres y París ya se las habían repartido desde antes de finalizar la guerra, con el acuerdo secreto Sykes-Picot de 1916. Además, por el Tratado de Sevres de 1920 -firmado por el Imperio otomano y las potencias aliadas- se veía obligado a reconocer la creación de una Armenia independiente con los límites “wilsonianos”.

Pero con el rápido accionar de las tropas de Mustafá Kemal y la resistencia turca a toda marcha, los aliados, como de costumbre, dan un giro de 180 grados: temerosos del acercamiento entre Ankara y Moscú, abandonan a Grecia a su suerte –la que además se debate en conflictos internos en contra de Venizelos- y toda la Anatolia occidental hasta las costas del Egeo queda expuesta a la amenaza kemalista.

Con la retirada del ejército griego (foto abajo) Esmirna y las ciudades aledañas –con todos sus habitantes griegos y armenios- quedan indefensas ante el avance de los turcos hacia el oeste. A principios de septiembre de 1922, están a las puertas de Esmirna. La segunda parte del plan, la posteriormente llamada “Gran Catástrofe” o “Catástrofe de Asia Menor”, está a punto de ser un hecho. Aunque para denominar las cosas por su nombre, “catástrofe” es un término que se queda corto, por más adjetivo “gran” que le preceda...

Todos a Esmirna, sálvese quien pueda

Veamos qué sucede en el interín en Akhisar. Ante las noticias de que la llegada de las tropas kemalistas es inminente, la población griega y armenia se debate entre quedarse o abandonar la ciudad. Los partidarios de permanecer confían en vanas promesas de la población turca local, la que –asegura- velará para que no se cometan atropellos contra la vida y la propiedad de las personas. Al fin y al cabo, los griegos habían hecho lo propio con sus conciudadanos turcos durante la ocupación griega de la ciudad. Y lo lógico era que ahora fueran “recompensados”... “Lo cierto es que esas promesas tenían como objetivo la permanencia de los griegos en la ciudad, para que el ejército griego en retirada no intentara destruirla” (2).

Pero mejor prevenir que curar, muchos otros deciden buscar refugio en Esmirna, la gran urbe con presencia de europeos que seguramente los protegería de cualquier tipo de abuso. Decenas de miles de refugiados provinciales se amontonan en Esmirna, donde ya de por sí viven unos 200 mil griegos y 30 mil armenios –muchos de ellos familiares y amigos- desde tiempos remotos.

Los cuatro hermanos que quedaban en Akhisar llegan como pueden a Esmirna. Hovhannés tendrá también la tarea de evacuar a su prometida junto con sus padres y hermana, todos ellos akhisartsí. Y es el último tren de línea (Express Esmirna-Panormou) que aún funciona, el que los llevará hasta la ciudad el 20 de agosto de 1922 (2 de septiembre con el calendario actual). “Dos mil habitantes de Akhisar lograrán abandonar la ciudad en ese tren hacia Magnisá y Esmirna esa misma noche. Otros mil lo harán en un tren especial puesto dos días después, mientras que muchos otros lo harán en camiones, carretas, mulas y camellos” (3).

El 9 de septiembre las fuerzas de avanzada de Kemal entran en Esmirna. En los días posteriores el barrio armenio será saqueado, muchos de sus habitantes ejecutados y finalmente incendiadas las vecindades griega y armenia de la ciudad. Todo esto ante los indiferentes ojos de las fuerzas europeas que sólo velarán por la seguridad de sus connacionales. De enemigos en 1918 han pasado a ser “neutrales” –para no decir aliados- en 1922...

Armenag (foto abajo, la única que queda de él) quien había llegado a Esmirna con su esposa e hijo, será asesinado por los turcos en el suburbio cercano de Kordelió. Hovhannés conseguirá embarcar a su prometida Filor y su familia en un barco de transporte con destino para ellos desconocido... que finalmente llegará a Atenas.

En un esfuerzo por subir a otro de los barcos anclados en el puerto, Hovhannés y su hermano menor Avedís se arrojan al mar. El barco estadounidense no les permite subir. Nuevamente en tierra, al igual que la mayoría de hombres griegos y armenios de entre 18 y 45 años, Hovannés será tomado prisionero de guerra y deportado a Cilicia “para la construcción de caminos”. Avedís logrará de algún modo escapar a Grecia.

En cuanto a la suerte corrida por Dikrán, nada se sabe. Desaparecerá para siempre sin dejar rastros... Sólo quedará el recuerdo de su apodo familiar: “Azniv”, debido a su bondad y nobleza.

Es preciso señalar que tanto en Akhisar como en Esmirna, las iglesias armenias locales fueron el último refugio de los desesperados habitantes armenios. Pertrechados en ellas como podían y con las armas de que disponían, opusieron resistencia contra las tropas turcas en un claro intento de autodefensa. En la iglesia de Akhisar, “luego de un duro enfrentamiento, finalmente cayeron todos, pero los turcos sufrieron muchas bajas” (4).

El destino de los habitantes griegos y armenios que decidieron permanecer en Akhisar fue trágico: “la mayoría fue ejecutada con ametralladoras, en masa y a sangre fría, en Tsaglak Deré, un pequeño valle en las afueras de la ciudad. Una de las peores masacres del Asia Menor” (5).   

De prisionero a refugiado en Atenas

Al igual que sus hermanos Armenag y Levón, Hovhannés había tenido la suerte de seguir sus estudios secundarios como pupilo en el célebre colegio Mesrobian de Esmirna, una institución educativa histórica de la comunidad armenia fundada en 1799. Al egresar, su padre lo inscribe en el Liceo Imperial de Esmirna, casa de altos estudios donde se forman los futuros funcionarios de la administración. No llega a graduarse debido al comienzo de la Primera Guerra en 1914, pero adquiere un vasto conocimiento de la lengua escrita osmanlí (que Kemal anulará posteriormente para sustituirla por las letras latinas actuales).

Durante su cautiverio, el conocimiento del mencionado idioma le permite sobrevivir haciendo de escriba para un oficial turco. Eso le asegura algo de comida y tabaco que comparte con sus compañeros cautivos griegos y armenios. En 1923 la Cruz Roja Internacional envía misiones a la zona y Hovannés se encuentra entre los prisioneros liberados.

Llega a Atenas pero no sabe acerca del paradero de Filor y los suyos. Se dirige a la iglesia armenia del centro de la ciudad y allí descubre que afortunadamente su futura esposa está entre las listas de los miles de refugiados que han llegado del otro lado del Egeo. Después del reencuentro (foto abajo), se casan en 1924 y tienen tres hijos (***).

La viuda de Armenag, Satenig, también encuentra refugio en Atenas donde pierde a su pequeño hijo por muerte súbita. A mediados de la década del ´20 un armenio venido de los EE.UU. pide la mano de Satenig. Hovhannés –en su carácter de hermano mayor- le da su consentimiento y finalmente se trasladan a Boston donde contraen matrimonio. A partir de allí se pierde el contacto con ellos.

En cuanto a Avedís, que también había logrado llegar refugiado a Atenas en 1922, muere a temprana edad a los pocos años de su llegada. Tiene un hijo llamado Stepán, del cual no se ha sabido el paradero (****).

Los últimos años de los sobrevivientes

De la diezmada familia numerosa de Akhisar, a partir de los años ´30 sólo quedan Hovhannés, Levón y Torós.

Luego de los durísimos años de la Segunda Guerra Mundial, en 1949 –a sus 60 años- Hovhannés emigra de Grecia a la Argentina y se instala con su familia en Buenos Aires.

De mis recuerdos sobre él –aún hoy muy vivos- tengo la imagen de un hombre introvertido, pero que le gusta conversar en reuniones familiares o cuando le hace compañía a Hadjí Artín, el “batzanak” (concuñado), en su relojería “Olimpo” de Devoto.

Cuando está junto a sus nietos canta con profundo sentimiento la canción “Guiliguia” (“Yerpor patsvin trnern husó...”) y les pide que canten “Dalvorig” o “Himi el lrenk”. Ante la pregunta de éstos por el motivo de su calvicie, responde con humor que Filor (“Nené” para los nietos) le tiró tantas veces del pelo que quedó pelado...

Lee incansablemente libros y periódicos armenios y espera con ansiedad la llegada del correo desde París, con las notas publicadas por su hermano Levón en “Husaper”. Según dice Nené, sólo una vez por año monta en cólera por alguna discusión familiar.

Nunca habla de su pasado ni de todo lo que sufrió, pero tiene anotados los nombres de sus padres y hermanos, con el año en que fueron deportados o masacrados seguido de una cruz... Mantiene correspondencia con Aurora Mardiguian, sobreviviente del Genocidio en los EE.UU, famosa por su actuación en la película muda “Ravished Armenia” de 1919, de la que sólo quedan algunas imágenes.

En 1971, la familia no quiere informarle sobre la muerte de su hermano Levón en París, pero termina enterándose por los periódicos. Un año después, fallece -al igual que su hermano- de una embolia cerebral en su casa de Francisco Bauzá, a los 83 años.

Levón también –como Hovhannés- había cursado sus estudios en Magnisá en el colegio Armenio-Americano y como pupilo en el Colegio Secundario Mesrobian de Esmirna (foto abajo). Comienza sus estudios de Derecho en Salónica y Constantinopla y finalmente obtiene su licenciatura en París, donde se instala a partir de 1920.

De uno de sus artículos en la prensa, sabemos que en 1913 se encuentra en Constantinopla y visita el diario “Azadamard” donde tiene la oportunidad de ver a Simón Zavarian -editor del periódico y uno de los fundadores de la FRA- poco antes de su muerte ese mismo año. Es probablemente en esa ocasión que lleva la tarjeta de su padre Tacvor con un mensaje escrito por éste, dirigido a la redacción del diario como suscriptor lejano. La tarjeta queda junto a Levón que la guarda hasta sus últimos días como el único recuerdo de su padre. En 1981 la esposa de Levón me la entrega en París y es así como llega al archivo familiar.

Estudioso incansable del idioma armenio y meticuloso hasta el más mínimo detalle sobre el correcto uso de la lengua, Levón colabora durante años con artículos titulados “Lezví marzank” (Ejercicio de la lengua) en el diario “Husaper” de El Cairo, en los que explica el uso correcto de los términos y de la gramática y ortografía armenias. El conjunto de esas notas constituye sin duda, un compendio de gramática de la lengua armenia.

Escribe además sobre sus recuerdos familiares en Akhisar (foto abajo) y Esmirna, acerca de sus gentes y lugares, sobre asuntos relacionados con el Genocidio y muchos otros temas de interés nacional. Sus notas –muchas de las cuales pude fotografiar de los archivos de la Biblioteca Nacional en Yereván- reflejan un profundo conocimiento del idioma así como un extenso y rico vocabulario, además de un estilo de redacción que captura el interés del lector hasta el final.

Capítulo aparte merece la relación amistosa de Levón con Soghomón Tehlirian, responsable de ajusticiar a Talaat Pashá –principal organizador del Genocidio- en Berlín en 1921 y a quien el tribunal alemán liberó inocente de cargos, en una sentencia histórica que constituye una condena a los genocidas.

Levón fallece el 6 de abril de 1971 en su domicilio de la rue Lalande Nº 4 en París. Su deceso es noticia en los medios armenios de Egipto, Francia, Grecia y los EE.UU.

En cuanto a Torós, no hay mucho para agregar. La tragedia familiar vivida siendo aún adolescente, fue lo que seguramente lo llevó a vivir una vida traumática y solitaria hasta su muerte en 1975, luego de pasar sus últimos años en una residencia de ancianos en Francia. Sus restos descansan en un cementerio parisino junto a los de su hermano Levón.

A 100 años de la “Catástrofe de Asia Menor”, vayan pues estos “recuerdos inocentes en memoria de los inocentes”, como dice Levón en sus memorias sobre Akhisar. Un humilde homenaje a todas las víctimas y a todas las familias que –dejando atrás para siempre seres queridos y cuanto patrimonio poseían- fueron expulsadas de Esmirna y debieron refugiarse en tierras lejanas.

A los Yerganian, Sukiasian, Momdjian, Khatcherian, Kaloustian, Onbashian, Nalbandian, Karakashian, Ashvanian, Magazian, Aronian, Kevorkian y muchísimas más familias que no conozco. A todos ellos, que supieron llevar su vida con entereza a pesar de la tragedia que los golpeó.

Y en especial, a la memoria de mis abuelos Hovhannés y Filor, quienes lograron sobrevivir a la “Catástrofe” de 1922. Digámoslo correctamente, al Genocidio.

Ricardo Yerganian
Exdirector de Diario Armenia

Notas

(*) Según testimonios familiares, le decían “uzún” Tacvor (en turco: “alto”) de ahí probablemente el nuevo apellido... El interrogante es por qué en 1913, cuando todos los miembros de la familia llevan el apellido Yerganian, Tacvor mantiene el apellido Avedissian en su tarjeta de visita de la “Régie de Tabacs”... Cabe señalar, que con la llegada al poder de los Jóvenes turcos a partir de 1908, la “Régie de Tabacs” no era bien vista por las autoridades, ya que la consideraban una “intromisión” europea en los asuntos internos del Imperio otomano.

(**) El artículo de Levón en el diario “Husaper” de Egipto es de 1968 y narra acerca de un encuentro con Aram Andonian, escritor y periodista sobreviviente del Genocidio, el primero en publicar los documentos secretos del plan genocida.

(***) Hovhannés bautiza a sus dos primeros hijos con los nombres de su madre –Eliz- y de su hermano mayor –Armenag-. El hijo menor llevará el nombre Ardashés, en memoria de Ardashés Momdjian, primo hermano de Filor, asesinado por los turcos en 1922.

(****) Los nombres de Satenig y de Stepán vuelven a aparecer -junto a los de Hovhannés y Torós- en la lista de familiares que en abril de 1971 anuncian en el diario “Harach” de París, el fallecimiento de Levón en esa ciudad. En el anuncio no aparece el lugar de residencia de Stepán en esa fecha.

(1) L. Yerganian, “Akhisar (antigua Tiatira)”, Husaper, El Cairo, 27 de diciembre de 1967.

(2) (3) E. Kasianís, “Axari (Akhisar), la histórica ciudad de Asia Menor desde la época antigua hasta la Catástrofe de Asia Menor”, Atenas, 1981, pp.162-163.

(4) (5) E. Kasianís, op. cit. pp. 165-166.

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