A once años del asesinato de Hrant Dink

Fethiye Çetin: “Somos los que hemos buscado convertir el infierno en el que vivimos en un paraíso”

23 de enero de 2018

Como todos los años, el 19 de enero pasado miles de personas se congregaron frente a las oficinas del diario Agós de esta ciudad para conmemorar en esta ocasión el 11° aniversario del cruel asesinato de su director Hrant Dink.

El multitudinario mitin se desarrolló en medio de discretas medidas de seguridad.

Al igual que en otras ocasiones, los manifestantes, en su enorme mayoría no armenios, portaban pancartas con inscripciones como: “Justicia para Hrant”, “Todos somos Dink”, “Estamos aquí, Aghparig [hermano pequeño]” y otros lemas en idiomas turco y armenio.

Estambul (Agós y otras).- La oradora principal fue la abogada, escritora y activista de derechos humanos Fethiye Çetin*, quien se dirigió al público en duros términos pronunciando un combativo discurso del que extraemos sus pasajes más salientes.

11-dink-3-Fethiye-ÇetinDijo Fethiye Çetin:“Amantes de la justicia y la verdad… Once años atrás, masacraron a Hrant Dink, aquí mismo disparándole en la nuca. La gendarmería, la policía y los oficiales de inteligencia, que meses atrás habían comenzado a investigar y trazar planes y coordinaron el equipo de desencadenantes, estaban esperando, ese día, a lo largo de estas calles, cafés y vendedores de rosquillas, por la concreción del asesinato que habían concebido durante mucho tiempo.

Luego de asegurarse de que el homicidio se había cometido según lo planeado, y de que los criminales hubieran huido, fingieron llevar a cabo una investigación de asesinato, mientras que en realidad estaban eliminando evidencia y derramando pistas falsas, además de recoger  imágenes de las cámaras que luego borrarían. Aunque habían registrado el asesinato de principio a fin, actuaron como si estuvieran reuniendo pruebas y llevando a cabo una pesquisa. Y esta simulación no ha cesado desde entonces.

11-dink-1Ese día, el Estado estaba aquí. El Estado estaba aquí con su policía, su gendarmería y su servicio de inteligencia. Sin embargo, no estaba para resguardar la vida de Hrant Dink y proteger su derecho a la vida, estaba para asegurarse de que los asesinos hicieran su trabajo.

Sin duda, el homicidio de Hrant Dink no fue el primero en una larga tradición de homicidios y crímenes políticos, y desafortunadamente tampoco fue el último. Sin embargo, el asesinato de Hrant Dink provocó una reacción en la sociedad que no pudieron calcular. Hizo que la gente dijera: “¡Esto es suficiente!”. Cientos de miles de personas se reunieron en la ceremonia fúnebre, y aun no han logrado cerrar el expediente judicial que querían clausurar inculpándolos a unos pocos activistas.

Porque ustedes, y aquellos que no pudieron estar aquí hoy, pero están aquí con sus corazones, la gente valiente y buena de este país, desde hace once años, a pesar del frío, la nieve, el invierno, la lluvia y la opresión, no renuncia en su exigencia de conocer la verdad y recibir justicia.

Desde el Imperio Otomano hasta la República de Turquía, desde el sistema de partido único hasta el sistema multipartidista, desde el régimen de tutela militar hasta el régimen de un solo individuo, los sistemas cambian, pero el carácter, los métodos y la tiranía del estado siguen siendo los mismos…

Aunque los nombres pueden ser diferentes, los asesinos son siempre los mismos: del Cuerpo de Hamidiye a la Organización Especial del Imperio Otomano, de los Consejos de Investigación de Movilización a la Contraguerrilla, del Departamento de Guerra Especial a la Inteligencia y Unidad Antiterrorista de la Gendarmería… y hoy, desde el Equipo de Operaciones Especiales de la Policía, el Equipo de Operaciones Especiales de la Gendarmería, a HÖH, o el Equipo de Operaciones Especiales del Pueblo, que se alimentan de esta tradición, y están seguro de que serán protegidos con una armadura de impunidad.

Una vez se asociaron con “FETÖ” para arrasar con el “ETÖ”, luego unieron fuerzas con el “ETÖ” para echarle toda la culpa a “FETÖ”. Como el aparato es el mismo aparato, lo que cambia son solo los operadores a cargo… Su lucha se limita a apoderarse del Estado y consolidar las posiciones que han conquistado, a fin de hacer permanente su permanencia en el poder. La democracia, la paz, la justicia y los derechos humanos no están entre sus preocupaciones.

Pero su pesadilla es la misma, y deriva del mismo miedo: Verdad y Justicia. Ocultar la verdad de la que están muertos de miedo es su primera línea de defensa. Porque saben que a la verdad le seguirá la justicia, y que serán responsables de todos los asesinatos que cometieron, desde el Genocidio Armenio a Dersim, desde Maras a Sivas, desde Ilhan Erdost a Metin Göktepe, desde Taybet Inan a Kemal Kurkut, a Sevag Balikçi y de Hrant Dink a Tahir Elçi.

Para encubrir la verdad y asegurar su permanencia en la cima del poder, forman pandillas y movilizan asesinos sanguinarios que intimidarán y destruirán armenios, kurdos, alevíes, izquierdistas y disidentes, declarados enemigos permanentes por el Estado. Ellos cometen nuevos crímenes para esconder sus pasadas tropelías.

Además, esto es igual en todo el mundo. El mecanismo llamado Estado suprime, con sangre, violencia y atrocidad, todas y cada una de las búsquedas de libertad y demanda de igualdad y justicia. Pero luego encuentra a Prometheus, Spartacus, Rosa Parks, Mandela, Martin Luther King, Gandhi y las Madres de la Plaza del Mayo en su camino. Y muchas otras figuras de resistencia, nombres que no hemos pronunciado, o que ni siquiera sabemos que existen…

Y al final, aquellos que se resisten ganan. Mandela sale de prisión, el sistema estatal racista es arrasado y se convierte en presidente. En India, Gandhi y sus partidarios expulsan del país a la colonialista Gran Bretaña. Rosa Parks sube al autobús desde el lugar que le guste, y se sienta en el asiento que le plazca.

Y así, con el fin de encubrir una verdad centenaria, decidieron echar a Hrant Dink a un lado… Asesinaron a Dink hace once años, y continúan abusando de él por sus propias enemistades internas.

Escribieron un nuevo guión que pretendían que creyéramos, y quieren que dejemos de ir tras ellos. Según este nuevo guión, los asesinos de Hrant son el grupo con el que estuvieron el uno al lado del otro ayer, pero que hoy ha perdido la guerra por el poder que compartían. Cada capítulo que escriben es una pequeña parte de la verdad, y no pueden engañarnos con tales trucos, tomen nota: queremos la verdad en sí misma, queremos toda la verdad. Sabemos que es muy difícil. Sin embargo, no dejaremos de señalar al perpetrador o juzgar al perpetrador.

“El mundo es un lugar peligroso para vivir; no por las personas malvadas, sino por las personas que no hacen nada al respecto”, dijo alguna vez Albert Einstein. Como en otros países similares del mundo, en estas tierras, también, el tirano siempre ha extraído su poder de su auditorio, consolidado su autoridad con sus seguidores, el “crimen” fue despenalizado con la aprobación tácita de los “espectadores”. Los perpetradores del crimen no fueron juzgados, y los crímenes quedaron sin castigo.

Entonces, el genocidio de 1915 no solo hizo que sus espectadores fueran testigos presenciales, sino que este acto de gran mal convirtió al resto de la sociedad en cómplice. Solo aquellos que se resistieron, aquellos que se opusieron a la injusticia permanecieron de pie con las manos limpias.

Crearon un nuevo estado, una nueva nación, pero la paz no llegó a estas tierras. Se apoderaron del poder, pero nunca encontraron consuelo. Porque, como dice Levinas: “El poder absoluto del uno sobre el otro solo es posible mediante el asesinato. Sin embargo, cuando asesinas a alguien, aquello sobre lo que deseaste el poder también está muerto”.

Porque mientras no confronten el Genocidio, ese acto de gran perversidad, entonces la continuidad de esa violencia que ha tomado a nuestras vidas como rehenes es inevitable, y eso es exactamente lo que sucede. Porque, como nos recuerda Arendt, “si el mal ha sido cometido una vez, entonces no hay razón alguna para que no vuelva a ocurrir”. Lo que se ha vivido está inscrito en la conciencia, y pertenece al futuro tanto como pertenece al pasado.

Ahora estamos pasando por difíciles días cuando escuchamos los pasos del mal que representa una amenaza absoluta y cada vez más fuerte para nuestras vidas. El estado de emergencia se ha vuelto continuo y permanente.

Los copresidentes y los miembros del parlamento de un partido legal han sido detenidos y encarcelados, los alcaldes electos han sido destituidos. Los periodistas y defensores de los derechos han sido encerrados. La libertad de expresión ha sido abolida. Periódicos, y emisoras de televisión han sido cerrados, muchos libros han sido prohibidos.

Con los decretos del gobierno, cientos de miles de trabajadores han sido dados de baja sin sentencia judicial. Y como si eso no fuera suficiente, Nuriye y Semih, que comenzaron su huelga de hambre exigiendo sus trabajos de vuelta, fueron encarcelados. Los crímenes laborales y los femicidios han alcanzado la escala de una masacre.

No son las personas y las vidas las que se quitan. Un vecindario entero, el vecindario de Sur, también conocido como el Barrio Giaour, que en sí mismo era un símbolo con monumentos históricos como la Mezquita Kursunlu, la Iglesia Surp Giragós y el Minarete de cuatro columnas, fue arrasado por completo en unos pocos meses, por supuesto, bajo la supervisión del Estado. Parques, monumentos y cementerios fueron destruidos, las iglesias fueron dañadas. Incluso cuerpos muertos y restos humanos fueron maltratados cruelmente.

Y como si eso no fuera suficiente, con un nuevo decreto del gobierno que alienta e incluso induce a los civiles a cometer crímenes, y con la noticia de que cada día surge un nuevo campo de entrenamiento armado, se preparan nuevos crímenes y masacres.

¿Estará la sociedad, que no ha podido hacer frente a la pesada y vergonzosa carga del pasado, frente a una nueva y profunda vergüenza? ¿No tenemos más que vergüenza para dejar a nuestros hijos, el futuro de esta sociedad?

Por supuesto que tenemos… Todavía es hay tiempo para no dejar a nuestros hijos la vergüenza de los crímenes y las atrocidades, sino una cultura de convivencia con nuestras diferencias, una cultura de resistencia a la injusticia y la tiranía. Para hacer esto; es hora de emular a Tahir Elçi** y resistir la violencia y defender la paz, estar de pie junto a los Académicos por la Paz y exclamar con toda nuestra voz, “No seremos parte de este crimen”, para buscar, con las Madres del Sábado (Cumartesi Anneleri), con persistencia y perseverancia, las tumbas y los asesinos de nuestros hijos, para dar nueva vida, como Osman Kavala, al diálogo entre los pueblos, a la voluntad de vivir juntos, a la cultura, el arte y el canto de Anatolia, y respaldar a los abogados que, durante 42 semanas han batallado por los derechos, la ley y la justicia, en un momento en que jueces y fiscales han enterrado su cabeza en la arena, y la asociación de abogados no hace más que tímidas declaraciones.

En la persona de Ahmet Sik, es hora de agregar nuestras voces a todos los periodistas que se niegan a inclinarse ante la tiranía, y continúan firmes, en la persona de Nuriye y Semih, estar hombro con hombro con la lucha legítima de todos aquellos que se resisten a la tiranía de los decretos del gobierno,

Y gritar, como el Maestro Ayse, “¡No dejes que los niños mueran!” ¿Cómo lo vamos a hacer?

La calle es vida, es una zona de libertad, aprendamos de las mujeres, y no abandonemos las calles. Vengan, no sigamos la ruta de los asesinos y ladrones, caminemos por el camino de Haci Halil, que enfrentó todos los modos del peligro para proteger a sus vecinos armenios, y el gobernador de Lyce, Hüseyin Nesimi que se opuso al asesinato de los armenios y pagó con su vida por ese generoso acto.

Convirtámonos  en Hrant Dink, unamos nuestros brazos, y abracemos este gran mundo para poner amor en él. Vengan, convirtámonos en Hrant Dink, para formar el frente más amplio para la paz, la democracia, una cultura de convivencia y diálogo.

Somos parientes, quienes desde tiempos inmemoriales luchamos por la justicia, la libertad, la igualdad y la paz, somos los que han buscado convertir el infierno en el que viven en el paraíso. Lo hemos hecho antes; lo podemos hacer de nuevo.”

*Fethiye Çetin (nacida en 1950 en Maden, Provincia de Elaz??) es una abogada, escritora y activista por los derechos humanos turca. Durante gran parte de su vida, Fethiye Çetin no tuvo motivos para sospechar que tenía otro origen que no fuera el de turco musulmán, hasta que un día su abuela materna le contó que ella era armenia cristiana de nacimiento, llamada Hranush Gadaryan, nacida de sus padres Hovannes e Iskuhi Gadaryan, y que había sido arrebatada de sus padres en una marcha de la muerte durante el Genocidio Armenio y posteriormente adoptada por un oficial turco que no podía tener hijos. Este legado inspiró a Çetin a escribir su primer libro, contando la historia de su abuela en sus memorias tituladas “Anneannem” (“Mi abuela”). La obra, traducida al inglés se ha convertido en un texto muy estudiado en institutos turcos de educación superior, tales como la Universidad Sabanc y otras.

 

**Tahir Elçi (Cizre, 1966-Diarbekir, 28 de noviembre de 2015) fue un abogado kurdo, decano del colegio de abogados de Diarbekir.  Tahir Elçi estuvo en los primeros planos de la prensa mundial cuando fue asesinado en Sur, distrito central histórico de Diarbekir, en el sudeste de Turquía, el 28 de noviembre de 2015. Murió al recibir un único disparo en la cabeza mientras realizaba una conferencia de prensa reclamando el fin de la violencia entre Turquía y el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Elçi era conocido principalmente por su defensa de los derechos del pueblo kurdo.

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