Franceses y turcos, difícil relación secular con los armenios en el medio

29 de enero de 2024

Francia y Turquía son socios en la OTAN, pero desde hace más de un siglo tienen una relación de mutua desconfianza, que se profundizó por las críticas de París por el genocidio, el ataque de Azerbaiyán a Artsaj y las amenazas a Armenia.

Durante el largo bloqueo del corredor Lachin, que según la declaración tripartita entre Rusia, Armenia y Azerbaiyán del 9 de noviembre de 2020 debía permanecer abierta (un ancho de 5 km) para conectar Artsaj con Armenia, cosa que como se sabe no ocurrió, el gobierno francés en numerosas ocasiones instó a su par de Bakú a cesar en su política agresiva y genocida, que estaba generando una crisis humanitaria.

El propio presidente francés Emmanuel Macron se involucró en el espacio de negociación que abrió la Unión Europea en 2021 entre Armenia y Azerbaiyán a instancias de Charles Michel, presidente del Consejo Europeo.

El mandatario galo fue uno de los participantes de la Cumbre en Granada el 5 de octubre pasado en la que se esperaba un diálogo directo entre el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, y el presidente azerí, Ilham Aliyev, bajo la mirada del propio Michel, Macron y el canciller alemán Olaf Scholtz.

Finalmente, Aliyev decidió no asistir ante la negativa de los europeos -especialmente Macron- a que participara también el presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan, pedido expresamente por el mandatario de Azerbaiyán.

Los tironeos entre Macron y Erdogan son de larga data, pero tomaron temperatura a mediados de 2020, cuando Turquía incursionó con tropas en Siria y Libia, y generó un conflicto en el Mediterráneo Oriental, que casi lleva a un conflicto con Grecia con la presencia de buques de guerra de ambos países. Allí se alzó la voz de Macron, cuestionando la política exterior turca en la zona.

La guerra de Artsaj

Al desatarse el ataque artero de la alianza turco-azerí junto a mercenarios traídos e Siria y Libia contra Artsaj (Nagorno Karabaj) el 27 de septiembre de 2020, Francia instó a deponer las armas y abrir un canal de diálogo, sin resultados positivos. Los llamados a la paz se sucedieron durante los siguientes tres años y se profundizaron con el bloqueo a los 120.000 armenios de Artsaj, nuevamente sin resultados.

Consumada la caída de Artsaj y la limpieza étnica que desde hace décadas buscaba Azerbaiyán, el gobierno francés consideró que se había cruzado una línea roja y tomó cartas en el asunto. Apenas dos semanas después de concretarse la limpieza étnica de armenios de Artsaj, Emmanuel Macron decidió enviar a su canciller a Ereván Catherine Colonna, en visita oficial.

Allí la canciller francesa anunció que Francia había llegado a un acuerdo con Armenia para proveer armamento y equipamiento militar para la defensa. La medida estaba fundada en las reiteradas amenazas del presidente Aliyev de que ahora era necesario “abrir el Corredor Zangezur”, una entelequia que sólo existe en su imaginación y no formó parte nunca de ninguna negociación.

El supuesto corredor para unir la parte oriental de Azerbaiyán con Najichevan, territorio históricamente armenio, “regalado” a Azerbaiyán en 1921 por el dictador Josef Stalin, supone ceder soberanía en parte del territorio y esencialmente aislar a Armenia, cortando el paso franco a Irán por el sur, vía Meghrí.

El paso siguiente fue enviar al ministro de Defensa francés a Armenia, Sébastien Lecornu, quien tras reunirse con su par armenio Surén Babikyan, llegó a un acuerdo sobre el equipamiento militar a suministrar, centrado en radares tácticos de defensa aérea Ground Master 200 (GM200) y equipos de artillería antiaérea para modernizar al Ejército Armenio.

Las quejas de Bakú y de Ankara no se hicieron esperar. “Incluso si no somos parte de las mismas alianzas militares y políticas, asumimos esta relación de defensa, que se basa en el simple principio de que uno necesita poder defenderse a sí mismo y a su población civil”, dijo Lecornu.

El primer cargamento llegó a los pocos días vía Georgia, a través del puerto de Poti y hubo nuevas quejas de Aliyev por las armas que envió París. No obstante, sugirió que no estaba preocupado porque Francia “le ha vendido a Armenia equipos obsoletos”.

Nuevo apoyo

Las tensiones continuaron y el último capítulo de esta saga se dio en palabras del propio Macron la semana pasada, que sorprendió por la contundencia. En un discurso ante las Fuerzas Armadas el presidente francés señaló: 

“En 2024, velaremos incansablemente por la defensa de nuestros territorios de ultramar y afrontaremos las obligaciones que tiene nuestra gran nación. Dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, en un discurso ante las Fuerzas Armadas del país”.

Y agregó: “Aquí me abstendré de enumerar detalles. Podría mencionar los Balcanes, Armenia, que están en el centro de nuestra atención y… fortalecer nuestra posición y tomar decisiones históricas, especialmente con respecto a Armenia, que acabo de mencionar”, precisó.

El pasado te condena

La tensa relación entre franceses y turcos tuvo un capítulo ominoso hace más de un siglo, que también involucra a los armenios.

Finalizada la Primera Guerra Mundial y comenzada la guerra de la independencia nacional por parte de las fuerzas de Kemal Atatürk, la presencia de tropas francesas en Cilicia y voluntarios en la Legión Armenia combatiendo junto al Ejército francés terminó de un modo inesperado.

Tras sucesivos reveses en el campo militar y sin envío de refuerzos para continuar la lucha, en el seno de las fuerzas francesas comenzaron las disputas entre la oficialidad sobre la conveniencia de continuar combatiendo o pactar un alto el fuego.

El general Querette y el coronel Bremond, partidarios de mantener los puestos de batalla en Marash, Aintab y otras ciudades de Cilicia y ser la garantía de defensa de las minorías cristianas, entre los ellos armenios y maronitas en el Levante (Siria y Líbano) se enfrentaban a las órdenes de retiro impartidas por el general Dufieux, comandante de la zona de Adaná, e implementada por el coronel Normand y el mayor Cornelup, entre otros.

Aunque el retiro de las tropas francesas era una posibilidad a partir de algunos reveses militares y la consolidación de las posiciones nacionalistas turcas, lo cierto es que el retiro de los soldados franceses fue bastante bochornoso. Se fueron de noche, sin avisar a los armenios que quedarían desguarnecidos, sin llevarlos con ellos y dejándolos a merced de los combatientes irregulares y mercenarios pagados por los turcos.

Incluso hay versiones que indican que vendaron las patas de los caballos con pasto y telas para no hacer ruido en el silencio de la noche.

La otra “agachada” francesa fue un acto oficial. El retiro de las tropas significó el reconocimiento el poder kemalista y el surgimiento de la República de Turquía, abarcando un territorio que había sido peleado palmo a palmo en la Campaña de Cilicia durante la Gran Guerra y que había costado la vida de decenas de miles de franceses, además de armenios y de otros pueblos.

El 20 de octubre e 1921, el diplomático francés, Henry Franklin-Bouillon y el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Yusuf Kemal Bey, pusieron sus firmas en el Acuerdo de Ankara o acuerdo franco-turco, por el que ponían fin a las hostilidades a cambio del reconocimiento de poder francés sobre Siria y concesiones económicas.

“Mientras el general Gouraud preparaba la reconquista de Edesa desde Beirut, París firmó el Tratado de Ankara el 20 de octubre de 1921. Retrocedió todos los territorios de Cilicia a Turquía a cambio del respeto de las poblaciones cristianas, así como de la promesa de hipotéticas ventajas económicas”, señala un estudio sobre la época de la Iglesia Católica Oriental Maronita.

Y agrega: “Fue el colmo de la crueldad poner a los supervivientes de un genocidio bajo la protección de sus verdugos. El resultado fue un éxodo general alentado por la propia Iglesia armenia, que no se hacía ilusiones sobre lo que sucedería después”. ¿Alguna semejanza con el éxodo forzado de Artsaj en septiembre pasado?

Y un dato más, realmente sorprendente. “Francia abandonó al pueblo armenio de Cilicia para que las deudas otomanas fueran saldadas por la joven República Turca, de acuerdo con el Tratado de Lausana que se firmó en 1923. Para los armenios que, al igual que los maronitas, llevaban décadas esperando la protección francesa y habían luchado en las legiones lejos de sus hogares, había consternación”, enfatiza el informe.

Carlos Boyadjian

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