Fue adoptada y tiene indicios de que sus raíces son armenias

02 de febrero de 2021

A finales de octubre de 2020, en plena guerra por Artsaj, la redacción de Diario ARMENIA recibió un llamado telefónico contando una historia compleja y condensada con muchas aristas intrigantes: Estela se presentó comentando que es adoptada y que días antes había recibido los resultados de un test de ADN ancestral serio y reconocido internacionalmente en el que se indicaba un alto porcentaje de descendencia armenia por parte de uno de sus padres.

“Necesito que me ayuden. Espero poder llegar a la comunidad para que alguien pueda ver esto y me aporte un dato. Siento un vacío inmenso al no saber de dónde vengo. Sólo deseo terminar de cerrar mi historia”, nos dijo con una importante carga emocional y adelantó que tiene una lista de apellidos armenios posibles surgida del análisis de ADN para despuntar el ovillo de su historia oculta u ocultada.

Estela Ramos tiene 40 años, es Licenciada en Terapia Ocupacional, está casada, tiene dos hijos y vive en Remedios de Escalada de San Martín, en el Partido de Lanús de la Provincia de Buenos Aires. Sus padres de crianza fueron docentes de escuelas públicas.

“No quiero crearle ningún problema a nadie. Deseo encontrar mis orígenes. No juzgo y no tengo rencor de ningún tipo” es lo primero que nos dice Estela al poco tiempo de aquella llamada, esta vez con café de por medio. “Sólo merezco saber la verdad por mí y mis hijos. Recién hace unos meses que confirmé lo que siempre sentí aunque mi familia, mis padres de crianza, me dieron todo el amor del mundo pero esto no es por ellos sino por mí”.

La historia de Estela comienza en la madrugada de un 7 de febrero de 1981 en Avellaneda, en la calle Rivero entre Giribone y Felipe Aldecoa de Piñeyro, con 8 meses de gestación y se cree que de una madre muy joven.

Estela pudo corroborar que en esa dirección las hermanas Leonor y María Catalina Berg entregaban bebes y hacían abortos, “hay mucha gente que lo sabe”, afirma. Algunos vecinos le confirmaron que en esa casa “se pedía rosa o celeste” y que la cosa “era por encargo”. Leonor, que era la ayudante, adoptó una niña con quien Estela se contactó pero no dio respuesta a sus preguntas.

“Después me enteré que hay otros chicos que fueron retirados de allí pero sólo pude dar con una sola persona que también es buscadora (adoptada) que había sido dada a luz por la partera María Berg”, nos relata Estela. La partera era una mujer muy alta que estaba relacionada con políticos, policías; con el poder de la época. Algún vecino más memorioso afirmó que tenían el auto presidencial en color crema.

“¿Cuándo sospechaste que eras adoptada?”, le preguntó este cronista a Estela.

“Lo tengo muy claro desde que tengo uso de la razón. Supuestamente mi mamá me tuvo a los 47 y mi papá a los 57 y las edades no cuadraban con el reloj biológico. Desde que entendí ciertas cosas sospeché que había algo que no iba con la historia”.

“Cuando tenía 14 años, en la clase de biología del colegio, hablaron de los factores dominantes de la sangre y me di cuenta que la sangre de mis papás (de crianza) no coincidía con la mía. Recuerdo que dije “entonces yo soy adoptada” y la profesora, que a su vez era la rectora y amiga de mi madre se enojó conmigo. Esa fue la primera vez que lo puse para fuera”.

“Muchas veces hablé del tema con mi mamá y ella siempre negó la historia. Le pregunté de todas las formas posibles: bien, regular, mal, llorando, a los gritos, amenazándola y siempre me respondió que no. “Vos naciste de mí”, me decía. A mi papá nunca le hablé del tema. Cuando estaba muriéndose estuve muy cerca de preguntarle pero no me animé. “Perdóname por lo que te estoy dejando” me dijo. “Pienso que se refería a mi adopción”.

El año pasado, en enero de 2020, hubo un episodio importante: Estela presenció un diálogo en la calle de su madre con una mujer a la que hacía décadas que no veía. Era la hija de quién había cuidado a su abuelo por mucho tiempo. En un momento, la madre presentó a Estela y la respuesta automática de la otra persona fue que “recordaba que su mamá le hablaba de la hija que habían adoptado en la familia”.

Estela no se sorprendió porque siempre lo había sospechado y este suceso confirmó su premonición. “¿Tenés algo para decirme?, éste es el momento”, insistió luego ante su madre quien volvió a negar la situación de la adopción a pesar de la revelación.

En septiembre, durante la cuarentena, Estela estaba inquieta, nerviosa, con dificultad para dormir. Con su marido resolvieron darle prioridad a la búsqueda para desanudar la historia de su vida. Pensó y se animó a llamar por teléfono a un familiar que vive fuera de la ciudad porque, a su entender, era la única que le diría la verdad.

“Quiero saber de dónde me sacaron”, fue directa Estela con el allegado quien luego de escuchar la pregunta hizo una pausa y le dijo lo que sabía: “A vos te compraron. Pagaron fortuna pero acá no hay madre ni padre, olvidate. Tu mamá era una pendeja y esto fue como si fuera un aborto así que no vas a encontrar nada”, le confesó sin anestesia.

Con ese dato decidió hablar con otro familiar más cercano quien le confirmó lo que le habían dicho y agregó que ella misma había armado todo porque había escuchado que cerca de su casa “pasaban cosas”.

También le contó que la madre no podía quedar embarazada a pesar de haber hecho un tratamiento largo y complejo, que había sido muy doloroso y que por eso mismo la ayudó. Un año antes había hecho el pedido y cuando llegó el momento la partera llamó por teléfono para avisar que ya tenían al bebé para ser entregada aunque le aclararon que no tenía ni mamadera ni ropita. La beba pesó 1,900 kg y a la semana la internaron con bilirrubina alta.

Hace escasos dos meses, frente a frente, Estela pudo escuchar en boca de su mamá de crianza de 87 años la ratificación de sus sospechas. Entre lágrimas, la madre le aseguró que para ella fue como si la hubiera gestado y le dijo que su mayor temor era que la historia fuese tomada a mal. Estela, quien reconoce el amor y la dedicación con la que fue criada, le hizo perder los miedos y le agradeció.

El test

La búsqueda de la familia biológica es un desafío cuando no hay documentación cierta de nombres, fechas, testimonios o pistas. “En nuestras células hay un mapa de nuestra historia genética: el ADN. Todos heredamos un 50% del ADN de la madre y el 50% del padre, lo que significa que el legado genético de nuestros padres y antepasados biológicos está escrito en las células”. Así se explica en “Nuestra primera página” un sitio orientado a la búsqueda de relaciones familiares por medio de la Genética. www.nuestraprimerapagina.org

Por contactarse con gente que está en la misma situación de búsqueda a Estela le recomendaron comprarse el “Family Tree” que es una de las formas de acceso a un banco de datos genéticos internacional con posibilidad de compararlos.

El ADN se toma frotando un hisopo con cerditas en las dos mejillas. Se guardan en sobres esterilizados y se mandan al laboratorio AvantiaLab de Rosario que es el único autorizado en la Argentina por el ANMAT. Luego, desde allí, viajan por FedEx a Huston donde se contrasta entre millones de datos. Si dos personas comparten el ADN se analiza la posible relación ancestral de distinto grado entre ellos o bien contactos estrechos como hermanos o padre/hijo.

Tanto el Family Tree y MyHeritage son test genéticos simples que, además de descubrir coincidencias (matches), tienen muchísimas utilidades: hay gente que está interesada en su ascendencia y nacionalidad pero también para conocer los riesgos de salud y las probabilidades que tienen de desarrollar ciertas enfermedades y actuar preventivamente. Pueden revelar algunos misterios del pasado y del futuro de las personas.

“Soy armenia”

“A mí no me quedan dudas de que mi descendencia es armenia porque el mayor porcentaje de coincidencias de apellidos que resulta del Family Tree son de ese origen. A partir de este análisis me están ayudando expertos en genealogía que afirman que por mis matches mi madre o mi padre serían armenios”, señala Estela. “Nunca me imaginé que podría ser ésta mi descendencia”, remata ilusionada.

“El test indica el grupo genético y también la etnia. En el mapamundi me marca Asia Menor y Medio Oriente; sudeste de Turquía, norte de Siria. Cuando clickeo veo con quienes comparto mi cadena de ADN ancestral y de esos apellidos la mayoría son de Aintab”, dice convencida Estela mientras nos muestra en una notebook los resultados entre porcentajes, mapas y muchos apellidos que terminan en ian.

El 47% que refleja el test revela que su certeza sobre la descendencia armenia tiene fundamentos ya que al clikear el ADN, como ella explica, resultan apellidos como Meneshian, Kalfaian, Papazian, Sevadjian, Ekmekjian, Vanian, entre otros. “Claro que por el Genocidio hay armenios desparramados por todo el mundo y la cosa se hace difícil”, reconoce. También aparecen 20% matches griego y 27% vasco.

Estela se contactó con la actriz Silvia Kalfaian porque en los matches de Family Tree el apellido le aparece como ancestral. “Ella me ayudó mucho y tenemos una conexión muy fuerte. Me llama y hablamos horas. Silvia y otras personas de origen armenio accedieron al hisopado y estamos esperando las respuestas”, dice esperanzada.

La actriz le había adelantado que su familia no provenía de Aintab por lo que no hubo coincidencia. “No nos hermana la sangre pero nos hermana la vida”, dijo Silvia Kalfaian ante una consulta de Diario ARMENIA. ¿Cómo no ayudar a alguien que necesita saber desesperadamente la verdad acerca de sus orígenes? Acompañarla en su búsqueda, darle palabras de aliento y que encuentre su identidad es mi mayor deseo para con ella”.

Estela nos cuenta que habló con mucha gente armenia. “En esta búsqueda, con mi marido, conocimos gente muy amable, buena y que ayuda desinteresadamente”. Ella sabe bien que en su caso todo fue muy clandestino y seguramente no hay mucho registro y que su familia adoptiva no tiene más información que la que ya sabe.

“Quiero cerrar mi historia. Quiero verme en los ojos de otro más allá de mis hijos. También quiero saber si tengo hermanos y encontrar mis raíces. Al menos tener ciertas respuestas”, nos dice antes de terminar la entrevista. “Tengo la ilusión de que alguien lea esto y lo asocie a una historia secreta de aquellos años con la esperanza de que algún día alguien me escriba y me diga que puede ser mi mamá o mi papá. Quizás suene infantil pero ese es mi mayor deseo”.

En la Argentina hay tres millones de personas que están en la búsqueda de su identidad. Hay un vacío institucional por parte del Estado para los que fueron criados por familias que no respetaron el marco legal de adopción por lo que los damnificados se ven obligados a iniciar sus búsquedas en soledad lo que implica una ardua tarea.

Para contactarse con Estela https://www.facebook.com/este.ramos.351 o a la dirección de correo esteramos21@yahoo.com.ar.

Pablo Kendikian
Editor general del Diario ARMENIA

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