Investigación publicada por Hetq.am (3)

Guerra fría: los repatriados y la ‘desovietización’ de la vida en Armenia

23 de junio de 2017

erevan-años-50Ereván (Hetq.am).- Luego de la Segunda Guerra Mundial, la confrontación, o la también llamada Guerra Fría comenzó entre los sistemas capitalista y socialista. El eje principal era la carrera armamentista, pero la lucha ideológica no se quedaba atrás.

Las ideas capitalistas, la estética, el estilo de vida y el arte, eran inaceptables o incluso censurables en la Unión Soviética. De la misma manera la oposición al estilo de vida socialista era simplemente considerada como un pecado mortal.

Estos años coincidieron con una ola de inmigración a la Armenia Soviética. Los repatriados venían principalmente de países occidentales y eran portadores reales de ese estilo de vida, puntos de vista o valores, pero rara vez comprendían el sistema en el que se encontraban. Su encuentro con las duras realidades soviéticas, “ayudó” a que se den cuenta rápidamente las trampas de este nuevo sistema. El miedo a ser etiquetados como “agentes capitalistas” o “enemigos del sistema soviético”, y de otro modo el miedo a ser encarcelados, o exiliados, los hizo adaptar rápidamente sus expectativas de la patria Armenia a las de la realidad soviética, rechazando así todas las prácticas que podrían ser etiquetadas como “capitalistas”.

Por otro lado, las autoridades estaban implementando medidas para educar ideológicamente a los repatriados. La etnógrafa Armenuhi Stepanyan define en su monografía “Repatriación del Siglo XX en el sistema de identidad armenia” el trabajo realizado por las organizaciones partidarias, cuyo objetivo era convertir a los repatriados en portadores de ideología y valores socialistas, para así liberarlos del “pensamiento burgués”. Sin embargo, estas tareas no sirvieron de mucho, ya que era muy difícil lavar el cerebro de aquellos que volvían al país solo con discursos propagandísticos, principalmente por que podían comparar sus lugares de origen con la realidad soviética.

De esta forma, si bien estos no podían expresarse en voz alta, su comportamiento, su vida cotidiana y sus prácticas no eran soviéticas en absoluto. Ya desde los primeros días rompían el molde de la realidad monótona soviética, con su ropa, comida y buenos modales, evidenciando así la real miseria dentro de estos países en la URSS.

erevan-años-50-1Una mujer que a finales de los años ’50, se trasladó de una remota zona rural a Ereván, para residir en uno de los barrios “akhpar”, cuenta que cuando se encontró por primera vez en una tienda, prestó atención a las mujeres de allí, que se destacaban por su ropa, comportamiento, expresión y modales. Según ella, estas mujeres eran extrañas, no parecían soviéticas, sino que se aparentaban más a personajes de películas extranjeras.

“Esta gente era muy civilizada, yo era aficionada a sus buenos modales y estaba muy feliz de encontrarme en un barrio así luego de mudarme. Aprendí mucho de ellos. Había sastres entre mis vecinos que tenían revistas de moda extranjeras, y siempre estaban cosiendo su propia ropa con esos patrones. A las mujeres locales también les gustaban esas prendas y poco a poco comenzaron a traer telas importadas, o a comprarlas en tiendas de forma secreta, ‘por debajo del mostrador’. Elegíamos ropas agradables, luego le dábamos tela al sastre y este nos la hacía. Gracias a esto las mujeres comenzaron a vestirse bien y hasta muchas se negaban a usar ropa de baja calidad, de fábricas soviéticas”.

Los años ’60 y ’70 fueron cruciales en la vida pública soviética. Los cambios ocurrían en todo el mundo y occidente entraba en una nueva fase de libertades democráticas. Los movimientos estudiantiles y juveniles desplegados en varias ciudades de Estados Unidos y Francia, acompañados por una ola de revolución cultural o sexual, se convirtieron en la razón de un fuerte auge de nuevas ideas entre los jóvenes, en particular la liberalización y la modernización de la vida privada

La juventud estaba cambiando su estilo de vida. Se formaba así la llamada “cultura del jean” que rompía con todas las convenciones en la moda. Las mujeres liberaban su comportamiento, abandonaban roles tradicionales como los de amas de casa, rompían estereotipos dominantes en la sociedad, y al ganar nuevos roles sociales luchaban por la igualdad de derechos. El rock como una especie de protesta contra las viejas costumbres, se difundía rápidamente entre los jóvenes, cambiando su filosofía de vida y su visión del mundo.

A pesar de la dureza de la “cortina de hierro”, los tumultuosos acontecimientos que ocurrían en el mundo también penetraban dentro de la Unión Soviética. Cada república dentro de la URSS tenía sus peculiaridades para encontrar grietas dentro de este sistema de aislamiento. Sin embargo, los repatriados-akhpars y la diáspora armenia se convirtieron en mediadores entre Armenia y occidente.

Esto se dio especialmente durante la década del ’70, cuando la posibilidad de visitar a familiares que vivían en el extranjero como turistas, se simplificó enormemente para los repatriados. Además los armenios de la diáspora también pudieron comenzar a visitar allegados que radicaban en el país. Este crecimiento de las relaciones llevó a la penetración de las costumbres y vida cotidiana burguesas, cuyo máximo ejemplo es el avance de la “cultura de jean” en Armenia.

erevan-años-50-2De hecho esta década también fue revolucionaria para los jóvenes de la Armenia soviética. La copia de la juventud burguesa, tan criticada en el contexto de la Guerra Fría, se difundió ampliamente. Muchachas en minifalda, jeans y zapatos de plataforma o muchachos hippies en pantalones de verano y con pelo largo comenzaron a aparecer en Ereván. Según muchos de los que presenciaron estos cambios, los jóvenes de Armenia eran de hecho los que mejor vestían de toda la Unión Soviética, esto gracias a la relación activa que se daba con la diáspora.

Además en aquel entonces existían las “casas de turistas”, que estaba directamente relacionadas con los repatriados y sus familiares de la diáspora. Los repatriados, los visitantes extranjeros o sus invitados importaban diferentes productos del “mundo libre” a la URSS y los comerciaban secretamente. Jeans, camisas extranjeras, telas, perfumes, anteojos de sol, chicles y cigarrillos podían ser adquiridos en estas casas.  

Se puede destacar a aquellos que provenían de Irán y Líbano, quienes lograron importar al país rollos de tela que eran vendidos por metro. Todo esto era de la manera más secreta posible, debido a que en caso de ser atrapados, los “vendedores no autorizados” podrían enfrentarse a graves problemas, incluido el arresto. Las personas tenían prohibido por ley establecer comercios de este tipo dentro de la Unión Soviética. De todas maneras, existían algunos comerciantes astutos, que estableciendo un lenguaje común con los círculos superiores y a la vez sobornándolos podían seguir con el negocio. De hecho no era tan difícil llegar a un acuerdo, ya que los familiares de los oficiales también eran clientes de estos locales.

Así, se puede decir que la relación activa que se estableció entre la diáspora y los repatriados abrió la posibilidad de importar a Armenia elementos de la vida occidental que eran considerados como de “gran peligro”. En este contexto, los repatriados resultaron ser la clase social que contribuyó a la derrota de la Unión Soviética en la esfera ideológica de la Guerra Fría.

Por medio de la ropa, el pasatiempo, la comunicación y otras prácticas, importadas del ambiente burgués occidental, ellos rechazaron continuamente los espacios públicos defendidos oficialmente y ayudaron a su desovietización.

Aghasi Tadevosyan*

 

*Antropólogo cultural

Este artículo se redactó en el marco de “Dos Vidas: La Guerra Fría y la emigración de los armenios” proyecto financiado por la Fundación Nacional para la Democracia (NED).

Compartir: