¿Hacia dónde nos llevan?
Hace años atrás, en una de nuestras visitas a Gyumrí, la segunda ciudad en importancia de Armenia, ubicada geográficamente al Norte del país, la misma que sufriera el trágico terremoto de 1988, visitamos como otras veces la catedral apostólica “Yoth Verk”, conocida como “Catedral de las siete llagas de María Virgen Santísima”, en referencia a su ícono milagroso.
Las Siete Llagas son las de los episodios dolorosos de la vida de María, desde la huída de Egipto hasta la sepultura de Jesús. En la Catedral, originariamente construida en madera, que fuera sustituida por un edificio de piedra oscura por los príncipes Kamsarakan (1874-86), caminaba sonriente un anciano sacerdote. Sin más que cruzar las miradas, no tardamos mucho en presentarnos y dar comienzo a una grata y provechosa conversación en una modesta oficina sobre un lateral de la entrada al templo.
Tras relatarnos las odiseas sufridas por los religiosos durante la era soviética, nos obsequió una clase magistral sobre la realidad del mundo y el irremediable camino emprendido hacia el abismo por el ser humano. –Les pregunto queridos hijos: ¿Cuanto más podrá soportar el universo los crímenes, las injusticias, la demencia del terrorismo, la intolerancia, los enfrentamientos sin sentido, las mentiras, las traiciones, la corrupción, la ambición de poder sin límites, el armamentismo desproporcionado, el desprecio por la vida humana, la pérdida de la fe y los valores fundamentales que le dan sentido a las personas? El final no está demasiado lejano, luego, un mundo nuevo e inmaculado tendrá su comienzo- nos decía. Conmovidos y naturalmente preguntándonos cuanta verdad contendrían las palabras del anciano padre, pronunciados en un indescriptible espacio de paz y espiritualidad, emprendimos el regreso a Erevan.
Hace pocos días, leía en el periódico de Miami el Nuevo Herald, un artículo del periodista Benjamín F. Deyurre bajo el título: ¿La tercera guerra mundial empezará en Venezuela o en Corea? Algunos fragmentos de la nota son los siguientes: “Pareciera que estuviéramos a las puertas de una tercera guerra mundial. Pekín no quiere ver en su frontera a una Corea unificada y aliada de EE.UU. Cuba no abandonará a Venezuela en caso de una invasión. Australia y Nueva Zelanda apoyarán a EE.UU. No se descarta la intervención de Irán.
¿Por dónde vendrán los tiros? Vista la tensión que existe ahora en el Caribe, con una dictadura comunista impuesta en Venezuela bajo supervisión cubana de 37.000 efectivos, cabe la posibilidad de una acción militar relámpago destinada a derrocar al régimen imperante en ese país, que continúa asesinando, encarcelando o desapareciendo a sus opositores, a la vez que amordaza a los medios de comunicación y trata de eliminar todo vestigio de propiedad privada. Aunque algunos miembros del Congreso son contrarios a una acción militar, el presidente Trump ha declarado que no es descartable esa opción en Venezuela. Ese país no puede estar peor, de modo que una invasión norteamericana no debe empeorar las cosas ni se pudiera acusar a los yanquis de imperialistas, algo común entre los comunistas.”
Como se puede apreciar, toda una locura, el destino de millones de seres humanos en manos de dirigentes de dudosa racionalidad. ¿Cómo no recordar las sabias reflexiones del anciano sacerdote de Gyumrí? La lamentable situación de la hermana República de Venezuela nos sirve tristemente de ejemplo para hacer una clara divisoria de las aguas, en un inocultable plano de pensamientos, todos sabemos quienes están a favor y/o callan acerca de lo que allí ocurre, como también a diferencia, muchos otros levantan la voz a favor del respeto a la libertad, la democracia y los derechos de todo individuo, en Venezuela o en cualquier otro lugar del planeta.