A 28 años de la recuperación de Shushí

Héroes contemporáneos, perfectos desconocidos

09 de mayo de 2020

Durante la cruenta guerra de Artsaj (1988-1994) decenas de miles de jóvenes armenios forjaron su carácter en el campo de batalla. Varios fueron galardonados como héroes nacionales aunque carecen de reconocimiento público, en especial en la diáspora.

Muchas veces se ha debatido lo difícil que es bajar del bronce a los patriotas y pensarlos como seres de carne y hueso, con aciertos y errores, con fortalezas y debilidades, con una personalidad que puede transmitir por igual ansiedad, seguridad y templanza o mezquindad e incluso ingenuidad.

Es una mezcla de estados de ánimo propios de la vida cotidiana, pero que se potencian ante situaciones límite, como son la guerra y la borrosa frontera entre la vida y la muerte. Desde hace más de tres décadas somos testigos de un hecho histórico, la recuperación del Estado armenio, que dos veces en el siglo XX emergió en el contexto de victorias militares en el campo de batalla.

En mayo de 1918 las batallas de Sardarabad, Pash Abarán y Karakilisé, alumbraron el sueño de la Primera República de Armenia. En 1991 la recobrada independencia fue resultado de un referéndum en la Madre Patria, pero en un contexto en el que los combatientes de Artsaj luchaban por recuperar el territorio de manos azeríes, apuntalando al mismo tiempo la supervivencia de Armenia.

Planteado el tema del perfil de los héroes nacionales, nadie discutiría la estatura moral, las cualidades estratégicas y militares y el espíritu patriótico de personajes de la talla del Gral. Antranig Ozanian, de Tro (Drastamat Kanayan) o de Karekín Nshtéh (Karekín Ter- Harutiunian).

Distinto es el tema cuando se aborda la cuestión desde una óptica más contemporánea. ¿Hay o hubo verdaderos patriotas y héroes nacionales actuando en la guerra de Artsaj? La respuesta es sí, aunque siempre es difícil adjudicar ese rótulo a los coetáneos.

Varios de estos nuevos héroes hasta tienen canciones que los recuerdan. Es el caso de Monte Melkonian, Garód Mkrtchyan, Tatúl Krpeyan, Ashót Ghulian (Bekor), Bedrós Gevontyan (Bedo) o Mher Chulhajian.

Como se sabe, el heroísmo no tiene escalas ni orden de prioridades. Pero algunas pinceladas de la vida de estos personajes puede ayudar a comprender por qué en Armenia son considerados héroes nacionales. Una forma de conocerlos es a través de las batallas en las que participaron.

Por ejemplo, la decisiva toma de Shushí, que el 8 y 9 de mayo de 1992 dio un vuelco radical en el curso de la guerra, reúne algunos nombres destacados.

En primer lugar, el general Arkady Ter-Tatevosyan (1939), el comandante general de la operación. Fue el responsable de diseñar el plan para tomar la ciudad. La operación era considerada casi imposible para las fuerzas armenias debido a que las tropas azeríes, superiores en números, dominaban la posición desde la altura de la ciudad. Ter-Tatevosyan ideó ataques simultáneos a pequeña escala en cuatro puntos cercanos a Shushí, obligando así a los azeríes a dividir sus fuerzas. Fue el momento aprovechado para tomar la ciudad.

El primero en entrar a Shushí fue Ashot Ghulián (Bekor) (1959-1992), que lideró un grupo comando que trepó por el acantilado de Shëdër Dutz de más de 150 metros de altura, tomando por sorpresa a la resistencia azerí. En la liberación de Shushí también se destacó Vartán Stepanyan (1966-1992), apodado Dushmán, y orgulloso tashnagtsagán.

Bekor fue herido en combate 11 veces, de allí su alias, que quiere decir “esquirla”. En 1990 fue distinguido por la destrucción de una columna de apoyo militar que unía Bakú con Kelbajar (Karvachar). Participó en la defensa y liberación de Askerán, Hadrut, Shahumyan, Khojaly, Lachín (Pert Tsor) y Martakert, entre otras.

Vazgen Sargsyan (1959-1999) fue el primer ministro de Defensa de la República de Armenia en 1991 y cabeza política de la conducción de la guerra. En marzo de 1992 instó a formar un ejército de 30.000 hombres para luchar en Artsaj. Tras la captura de Shushí y Lachín por parte de las fuerzas armenias, la situación se complicó a partir de la Operación Goranboy por la que Azerbaiján dominó la mitad norte de Karabaj. La respuesta fue la formación de un batallón de voluntarios, para redoblar los esfuerzos en el corredor norte y la región de Shahumyan.

Más conocido es el nombre de Monte Melkonian (1957-1993). Su participación en la guerra de Artsaj comenzó en 1990 y al poco tiempo sirvió como comandante de la región de Martuní. Entre septiembre de 1992 y junio de 1993 comandó acciones que terminaron con la liberación de Martuní, Kelbajar, Aghdam, Ketashén y Martunashén.

Entre 1989 y 1991 el Teniente General Samvel Babayan (1965) fue comandante del Segundo Cuerpo de Voluntarios de Stepanakert, en 1992 participó del plan para recuperar Shushí y fue comandante del frente de Lachín.

Shahén Meghrian (1952-1993), apodado Shun Shahén por su carácter, y también como el Águila de Gyulistán, tuvo activa participación en la guerra desde el comienzo. En 1988 formó la primera brigada de Defensa de la región de Shahumian en el batallón de la FRA-Tashnagtsutiún y en 1990 lideró exitosamente la batalla de Manashid.

Tatúl Krpeyan (1965-1991) fue subcomandante de la autodefensa de la región Ketashén-Martunashén. Miembro de la FRA-Tashnagtsutiún al igual que Bedrós Gevontyan, Dushmán Vartan y Arthur Mkrtchyan, entre otros. En esta nómina no hay que olvidar a los ënguer Mher Chulhajian, Vikén Zakarian ( murió el 8 de mayo de 1992 durante la recuperación de Shushí) y David Ishkhanyan, que se desempeñó en la zona de Martuní, a las órdenes de Monte Melkonian y fue candidato en las últimas elecciones presidenciales de Artsaj.

El Comandante Bedo (1964-1994) tuvo participación en numerosas batallas en el curso de la guerra, destacándose en la región de Shahumyan, en Askerán, Martakert, Martuní, Fizulí y Ketashén.

Gagik Stepanyan (1967-1994) participó en la autodefensa de Goris, Noyemberyan, Vardenis, Tavush (Armenia) y en la autodefensa de Lachin y Kelpachar en Artsaj, donde dejó su vida.

Son algunos nombres ilustres de una larga lista. Héroes de un tiempo moderno que aún necesita ser comprendido en toda su magnitud. El gobierno y el pueblo de Armenia ya los reconoce como patriotas. Ahora es el tiempo de la diáspora.

Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar

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