Implicaciones políticas del “Gas Hub” de Turquía

31 de enero de 2023

En Astana, la capital de Kazajstán, el pasado 14 de octubre el presidente Recep Tayyip Erdogan aprobó de manera sorpresiva la iniciativa del presidente Vladimir Putin para crear un hub de gas turco-ruso en Turquía. El hub sería construido en Tracia, en la región europea de Turquía, donde ya existe infraestructura tanto de gasoductos como para almacenar el gas de manera efectiva. Aunque todavía no se han revelado los detalles sobre los costos, los deadlines, o los alcances o condiciones para su implementación, el proyecto ya ha generado críticas y es percibido como una amenaza por varios estados[1], en especial por Estados Unidos. El 19 de octubre, Vedant Patel, portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, se pronunció de manera muy crítica diciendo que “Turquía y otros aliados estadounidenses no se convertirán en un paraíso para los activos y transacciones ilícitas de Rusia”, añadiendo que Washington está dispuesto “de apoyar a Turquía en sus propios esfuerzos para mejorar la seguridad energética a largo plazo”.

El suministro de energía es un asunto crítico y controversial en la política global, por un lado, genera problemas entre países productores y exportadores, como hemos visto recientemente con el suministro de gas y petróleo ruso a Europa donde el comercio se ha visto afectado por sanciones debido a la guerra en Ucrania, y en cuyas medidas están el corte de suministro planificado o restricciones de venta de gas o topes a la venta del petróleo[2], además se ha visto desestabilizado por “oscuros” atentados a gasoductos. Los productores, es evidente, también luchan por el mercado y aprovechan cualquier oportunidad para “ganarle” el terreno a los competidores. Importante notar que el pasado mes de junio los Estados Unidos, por vez primera en la historia, suministraron más gas natural (LNG) a Europa que su competidor Rusia a través de sus gasoductos[3], algo impensable hace apenas un par de años. Sin embargo, el mismo sigue siendo muy caro, su precio de salida se cuatriplica el llegar a Europa debido a los intermediarios, lo que ha generado reclamos de líderes europeos como fue el caso de Emmanuel Macron[4]. Pero el suministro también genera problemas entre productores y exportadores cuando los ductos pasan por terceros países, como sucede en Turquía. 

La energía es el talón de Aquiles de Turquía, nos dice William Hale, su problema primario “es que tiene un suministro interno limitado de combustibles fósiles y que otras fuentes no se han desarrollado completamente, por lo que depende en gran medida de las importaciones, que representan alrededor del 70 por ciento del consumo de energía” (Hale, 2022: 453). Hay muy poco petróleo (que satisface el 5.75% de sus necesidades), hay reducidas reservas de hulla (hard coal), hay lignite pero es altamente contaminante, el gas natural es importado casi en su totalidad, aunque ya se encontró un yacimiento en el Mar Negro (Sakarya field) que podría entrar en funcionamiento en 2023. No tiene energía nuclear, aunque hay dos proyectos en construcción[5] y de lo que puede estar satisfecha es de sus plantas hidroeléctricas. De manera que gran parte de su déficit comercial es por la importación de productos combustibles (principalmente carbón, petróleo y gas natural) y si puede reducir las mismos ayudaría a mitigar uno de los más persistentes y serios problemas de su economía.

En las últimas dos décadas el gas natural se ha convertido en una de las fuentes más confiables en la importación de combustibles de Turquía. Ankara tiene la enorme ventaja de ser vecino de tres de los más importantes productores de gas; Rusia, Irán y Azerbaiyán. Hasta el año 2001 su único proveedor era Rusia a través del gasoducto que llegaba de Europa del Este (pasando por Ucrania), pero a partir de esa fecha se construyó el gasoducto que conecta Tabriz con Ankara lo que le permitió contar con gas de Irán y Turkmenistán. Posteriormente se hicieron dos gasoductos desde Rusia, el “Blue Stream” (2003) que cruza el Mar Negro y por tanto evita cruzar por Europa del Este (dígase Ucrania) y el “Turkstream” (2020) que también cruza el Mar Negro y llega a Kiyikoy en la Tracia turca y de ahí a Grecia. Azerbaiyán, por su parte, tiene el Southern Gas Corridor que inicia su trayecto en el yacimiento de Shah Deniz y llega hasta Italia a través de tres secciones; el South Caucasus Pipeline que va de Bakú, pasa por Georgia y llega a Erzurum y se inauguró en 2006; después está el TANAP (Trans-Anatolia Pipeline) que va de Erzurum a Ankara y luego la frontera turco-griega; y finalmente el TAP (Trans-Adriatic Pipeline) tramo que va de la frontera turco-griega por el Adriático hasta llegar al sur de Italia donde se conecta con la red italiana. Este proyecto se concluyó en 2020 con el apoyo estadounidense y con la intención de reducir la dependencia europea del gas ruso.

Estos nuevos gasoductos han ocasionado que en Turquía las importaciones de gas de Rusia, que en 2010 eran de 46% se redujeran a 34% en 2020, mientras que las de Azerbaiyán subieran a 24% del total y de Irán a 11%. El 31% restante provienen del Gas Líquido Natural (LNG) de Nigeria y de Argelia, mismo que en últimas fechas, debido a mejoras en el desarrollo tecnológico y al mercado mundial ha bajado considerablemente su precio haciéndose competitivo con el gas que llega por gasoducto. Los gasoductos no se usan al 100% de su capacidad, pero si Turquía se convierte en “gas hub” podría ampliar la capacidad de los mismos además de que Vladimir Putin dijo en el Russian Energy Week que se podría construir otro sistema de gasoductos para convertir a Turquía en el hub que provea de gas a los países de Europa que así lo deseen[6].

Ahora Turquía se ha convertido en un estado tránsito entre productores y consumidores, en realidad ya es un “gas hub” en ciernes, sólo le falta contar con una mejor infraestructura que le permita almacenar y distribuir grandes cantidades de gas para poder vender al mejor postor o que las compañías turcas, como BOTAS, puedan re-vender y re-exportar gas previamente entregado al mercado interno turco. Ya recibe gas de Rusia, Irán, Azerbaiyán y a través de ésta también de Turkmenistán, lo que en un futuro próximo le permitiría contar con enormes reservas para su venta a Europa.

Según muchas predicciones Europa continuará importando gas de manera exponencial en los años siguientes, además, el Parlamento europeo votó a favor, en ciertas circunstancias, de considerar al gas natural como fuente “sustentable” de energía, lo que permitiría desbloquear millones de euros en inversión. Aun cuando el gas licuado natural haya bajado de precio y por algunos momentos sea competitivo con el gas de gasoducto, el aumento de gasoductos implicaría eficientizar y reducir los costos de venta, lo que haría que Turquía juegue un rol crucial como país de tránsito de los flujos de gas de Rusia, de Irán, del Cáucaso y de Asia Central. Además de que podría jugar con la “carta energética” para obtener concesiones de la Unión Europea parecidas a las que utilizó con la “carta migrante”, inclusive que le ayude en su tan anhelada entrada a la Unión.

Pero, Estados Unidos no quiere que Turquía juegue ese papel, ni tampoco que Rusia obtenga ingresos adicionales por una venta triangulada de su gas, además está el interés de Estados Unidos de vender su propio gas. Recientemente se han hecho millonarias inversiones en Louisiana y en Texas para crear plantas para procesar gas licuado y poder exportar al hambriento mercado europeo y mundial. Washington está preocupado por la posible transformación de Turquía en un “Gas Hub” que mine sus intereses en materia energética.

Carlos Antaramian


[1] El presidente francés Emmanuel Macron dijo que el proyecto no tenía “ningún sentido”: “L’Elysée estime que le «hub gazier» proposé par la Russie en Turquie n’a «aucun sens»”: https://francais.rt.com/international/101737-elysee-estime-que-hub-gazier-propose-russie-turquie-aucun-sens

[2] Como propuso recientemente el G7 (60 dólares por barril).

[3] Dustin Meyer, “U.S. LNG Outpaces Russia for First Time Ever as EU Opens Another Door for Natural Gas”, American Petrolum Institute en:  https://www.api.org/news-policy-and-issues/blog/2022/07/08/us-lng-outpaces-russia-for-first-time-ever

[4] Amércia Hernández, “Why cheap US gas costs a fortune in Europe” en: https://www.politico.eu/article/cheap-us-gas-cost-fortune-europe-russia-ukraine-energy/

[5] Uno financiado por la compañía rusa Rosatom a partir de un convenio firmado en 2010 y el otro sería construido en Sinope en el Mar Negro por un consorcio franco-japonés, aunque en 2018 Mitsubishi, el principal socio del consorcio, estaban negociando salir del proyecto. (Hale:457)

[6] “Turkish hub should unite gas flows from Russia, Azerbaijan, Turkmenistan — expert” en:  https://tass.com/economy/1523797

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