Infieles, de Ana Arzoumanian

27 de mayo de 2020

Diario ARMENIA comienza un ciclo de publicación de fragmentos de diferentes autores que hacen a la cultura armenia. Ana Arzoumanian es hoy nuestra embajadora cultural y así, a través de próximos encuentros, compartiremos sus escritos. El libro Infieles propone una escritura sobre un borramiento y las estrategias de un régimen de seguridad interior estallando en los cuerpos. En esta novela (¿verdadera ficción o realidad de respiración poética?) narra un viaje a Estambul en busca del supuesto hijo de una abuela armenia. La caída del Imperio Otomano, el Corán, una cartografía territorial desangrada por fronteras mentales, diseñan historias que solo la pluma de Arzoumanian pueden trazar.

Lala Toutonian
Periodista
latoutonian@gmail.com

Infieles

Se sabía quién creía por lo que se comía. Aquí, carne seca, el pastermá. Más allá, carne de cerdo. Y en el Bazar, canela, hierbas, café, porcelanas. El agua la bebían fresca del Tigris, no del Eúfrates. El agua del Eufrates estaba envenenada. Mezclada con sangre.

Se dirá: esto es aquello que vosotros desmentíais.

¿Y cómo te pudiste salvar de ellos? le preguntaba a mi abuela. Ella respondía: dejé de hablar y me hice pasar por muda. Además vestía un abrigo de pelo de camello que es lo que ellos usan, y así pensaron que era uno de ellos.

Es un escrito marcado… su sello será de almizcle, aspiren ese vino los que aspiran.

Sigo la ruta de las caravanas.

Los cafés, los frutos secos, los tés de manzana. Las cerámicas, los cueros, las sedas.

¿Acaso no se dan cuenta de que ellos son probados cada año una o dos veces?

Camino por la plaza, a cada paso un bar y mesas en la calle y hombres con tesbih en sus manos. El rosario de cuentas que tocan, recuerdo de los nombres de dios. Porque los hombres son esos animales que olvidan y se tranquilizan cuando recuerdan.

La palabra, perdiendo los límites, la palabra, ascendiendo entre las manos de los recordadores y recordadoras.

Tendrán vírgenes de mirada recatada, con ojos como huevos de avestruz semiocultos.

¿Por dónde sale el sol?

Morí un poco el día que mi abuela dejó a ese niño allí. Ese niño su hijo. Ese niño no hijo de ningún abuelo mío. Ese niño que recita, recita.

¿Por dónde sale el sol?

Morí un poco el día que mi abuela dejó a ese niño allí. Ese niño su hijo. Ese niño no hijo de ningún abuelo mío. Ese niño que recita, recita.

¿Por dónde sale el sol?

El oficial de la aduana observa mi cara, me interpela: necesita visa, no puede entrar.

Soy argentina, le respondo.

Compartir: