Ishkhan Chiftjian: “Si abordamos el idioma armenio con seriedad mucha gente se interesa”

16 de agosto de 2020

Ishkhan Chiftjian nació en Beirut, El Líbano, donde creció y se educó. Luego continuó sus estudios en Alemania. Sobre la base de profundos sentimientos nacionales siente la importancia de la lengua materna, que considera como rasgo distintivo de identidad, y la preocupación por el retroceso que experimenta en toda la diáspora, y la considera como medio de comunicación y de interrelación en la armenidad dispersa. Preocupado por el languidecimiento del armenio occidental, se dedica a su enseñanza y promueve su lectura y su difusión escrita. Por medio de su blog, creado por él y dirigido por un pequeño grupo (hayerenblog.wordpress.com), Ishkhan Chiftjian reúne a personas de muchos países en torno del idioma armenio, leyendo, escribiendo y aprendiendo la lengua. Hemos tenido una entrevista virtual con Ishkhan Chiftjian, cuyas respuestas transcribimos a continuación.

— Señor Chiftjian: ¿qué les diría a las personas que no tienen necesidad del idioma armenio para comunicarse con otras personas? A veces las personas quieren aprender un idioma porque tienen razones y motivos claros para hacerlo; ¿pero usted con qué motivo induciría a esas personas a aprender armenio sin tener necesidad de él?

— Si no lo necesitás no lo aprendés. Si lo necesitás, lo aprendés. Es la lógica de la “necesidad” y la practicidad. Está claro. Nuestros conceptos se basan a menudo en esta lógica. Lo que no necesito es como que no existe, así piensa la persona pragmática.

Es natural que el armenio puede estar o no estar en nuestra vida cotidiana, servir o no servir a un objetivo. Eso depende de nuestra concepción. Si queremos lo recogemos y lo incorporamos a nuestra vida.

En una mesa puede haber muchas clases de alimentos: el pan, el plato principal y otras cosas menores. El pan es más o menos una presencia permanente en la mesa. Yo personalmente le atribuiría al armenio el rol del pan cotidiano. Quizás otro no se lo dé. No podemos imponérselo a nadie. Como dice el proverbio armenio: subir “el burro” al “árbol” es una tarea difícil.

Quien no tenga necesidad del idioma armenio y no lo utiliza, que no lo utilice; pero aquel que tenga el mínimo deseo de aprender, aunque sea un uno por ciento, yo estoy dispuesto —y esta es la respuesta a su pregunta— a trabajar sobre ese uno por ciento. No trabajaría sobre la nada. La aseveración contenida en su pregunta acerca de “mi motivo para inducir a aprender armenio” es la existencia del deseo de ese porcentaje mínimo que se encuentra en quien tengo enfrente de mí. Es decir, ese “motivo” no viene de afuera, sino que surge de adentro, no importa que en muy pequeña cantidad. Si lo encuentro en la persona, la guío al aprendizaje.

Y aquí viene la pregunta: nosotros, es decir, las estructuras y organizaciones que además de las escuelas se dedican a la tarea de la enseñanza y la transmisión de la lengua ¿están dispuestos a trabajar sobre ese uno por ciento? Le doy una respuesta corta, que no es ningún secreto: ¡NO!

— ¿Qué les diría a los jóvenes que alguna vez han aprendido armenio y lo han guardado en un rincón, no lo usan, no hablan, no leen y no escriben?

— Les propondría que trataran de recuperar lo que alguna vez aprendieron. Hayeren Blog va con afecto al encuentro de ellos. Le doy dos ejemplos.—

a. En nuestra vida hay objetos valiosos por los cuales hemos sentido afecto en algún momento y luego los hemos tirado en un rincón, los hemos olvidado. Si en algún momento nos reencontramos con ellos sentimos una gran alegría. Tomamos uno de esos objetos y lo ponemos ante nosotros, sobre la mesa, y esos objetos se pueden transformar en una presencia agradable, inspiradora, hermosa. O quizás… no se transformen en tales.

b. A veces nos cruzamos con personas que ejercen una influencia beneficiosa y constructiva en nuestras vidas, en nuestra cotidianeidad, transformándose en una presencia sincera y una gran compañía para nosotros.

El idioma armenio no es “un objeto” ni “una persona”; sin embargo puede cumplir el mismo rol o un rol que va más allá y transformarse en nuestro amigo íntimo.

— ¿Por qué medios es probable en este momento convencer a una persona de que hable armenio y utilice el armenio? ¿Cómo se puede estimular a una persona a aprender armenio y a encontrar un sentido en ello?

— Alguna vez alguien dijo: ¿Qué le faltaría al mundo si no existieran los armenios? – Nada, fue la respuesta. (“Pienso que nuestro mundo no perderá nada si el armenio desapareciera de la faz de la tierra y se extinguiera totalmente”, escribió Chahán Chahnour (1903—1974), prestigioso escritor armenio de Francia). Y los armenios le atacaron, no se sabe por qué. Parece que querían seguir existiendo. No ausentarse del mundo.

Estimular la escritura y la lectura del idioma armenio, “convencer” de que la gente escriba o lea es una tarea de largo aliento. No se logra evitar desaparecer del mundo con solo desearlo, como no podemos tampoco aprender armenio solo “amándolo”. Por mi experiencia puedo afirmar que cuando los que trabajan con nosotros ven la seriedad de nuestro trabajo y el respeto que tenemos por la lengua armenia, ellos también se estimulan. Quizás lo que digo parece falta de modestia.

El promotor es él mismo quien debe ver el sentido de la lengua y en todo caso lo debe crear para sí mismo como para poder luego transmitir ese sentido. No es repartiendo dinero como puede crearse un amante de la lengua o un escritor. Debe haber una profunda conciencia existencial que no tenemos como sentimiento colectivo. Imagínense que personas responsables dicen: “Es mejor aprender armenio que no aprenderlo”. Aquí no se plantea la cuestión de lo bueno, lo mejor o lo óptimo: aquí se plantea la cuestión de lo esencial.

El sentido del armenio, el sentido de aprender armenio está en su propio sabor. Así como en nuestras vidas hay personas y objetos que siempre buscamos, que siempre necesitamos, nos dirigimos a ellos en momentos de angustia y de alegría y vivimos su pérdida, de la misma forma el idioma armenio es o puede ser nuestro pariente íntimo. Tenía un amigo orientalista que repetía con frecuencia: “la lengua es un sentimiento anónimo, es una forma de sentir el mundo”.

— ¿Qué experiencias tuvo desde la creación del “Hayeren Blog”? ¿Qué fenómenos positivos y qué fenómenos negativos experimentó?

— Las experiencias son muchas, pero lo más importante es que más de 200 personas de treinta países del mundo, con edades entre 10 y 75 años, casi todas desconocidas entre ellas, hace cuatro años que escriben, por supuesto que no todas con la misma frecuencia, con el mismo ritmo, el mismo nivel e impulso; sin embargo esta realidad es para mí una experiencia positiva. Personas que no solamente no nos conocían sino que nunca habían oído siquiera nuestro nombre, escriben desde hace algunos años. Algunos no escribían desde antes, otros ya habían empezado a escribir.

Es importante señalar que nosotros colaboramos estrechamente con nuestros colaboradores en los temas y en las formas. No llenamos nuestra página con material recogido de aquí y de allá. Hay muchas páginas en Internet que se nutren de esa forma. La reunión de nuestro material es el resultado de consultas y de un trabajo agotador.

Frente a esta grande y positiva experiencia puedo hablar también de otra experiencia negativa tanto o más importante, en nuestra nación, personas y organizaciones que han asumido responsabilidades no se han ocupado de una tarea como esta, ni en Armenia ni en la diáspora, ni alientan esta labor. Ese porcentaje insignificante que nos apoya moralmente está integrado por personas que no tienen ni voz ni voto en sus respectivas organizaciones; es un pequeño grupo de seres de buena voluntad, a quienes siempre estamos agradecidos. Esta actitud de desconsideración, que a nivel armenio está difundida por todas partes, no puede ser la causa de que nosotros no continuemos con nuestra labor.

— En su actividad cotidiana usted está en contacto con personas que viven en diferentes países. ¿Qué diferencias encuentra entre las personas que viven en esos países, teniendo en cuenta su actitud con respecto al uso del idioma armenio como lengua hablada o como lengua de educación y cultura?

— Yo veo en todas partes que si abordamos el idioma armenio con seriedad mucha gente se interesa y se entusiasma. Muchos no están acostumbrados al trabajo de largo aliento, pero sin embargo aprenden. Todo depende de la experiencia.

En el Medio Oriente hay comunidades en las que ni se estimula el uso del armenio en casa, especialmente en la última década. Los padres desean que sus hijos aprendan lenguas extranjeras, consideran que alcanza con que hablen más o menos armenio en casa, no se necesita más.

Sin embargo en esto no tienen la culpa ni la gente ni los padres. Es muy fácil endilgarle la culpa a la gente, cosa que frecuentemente oímos de boca de los representantes oficiales de las comunidades: “nuestra gente debe obrar así, debe enviar a sus hijos a escuelas armenias”, etcétera, etcétera. Son precisamente ellas, las estructuras responsables de la organización de la diáspora las que no le dan importancia a la lengua, no diagraman un programa de tareas, no tienen una estrategia persistente y continua, se ocupan de reuniones superficiales, con declaraciones y expresiones poco serias. Esa es la razón de que alumnos y padres se alejen del armenio, de la escuela armenia y de la armenidad. La indiferencia de padres y alumnos por el armenio es el resultado de esta actitud carente de lengua y contraria a la lengua, y no la causa.

Desde diversas colectividades armenias mucha gente que trabaja con nosotros está interesada en el idioma armenio. Su actitud frente a la lengua no se diferencia demasiado de unos a otros. Todos ellos tratan de fomentar en sus círculos de allegados el uso serio y cuidadoso de la lengua.

— ¿Qué errores han cometido las colectividades armenias de algunos países –por ejemplo la comunidad armenia de la Argentina— para perder el uso cotidiano de la lengua armenia y qué hay que hacer –si es posible hacer algo— para cambiar esta realidad?

— La escuela no es suficiente para mantener la frescura de la lengua. ¿Después de la escuela cuál es el destino del armenio? A veces nos hemos planteado esta pregunta. La prensa puede desarrollar una tarea mucho más importante, que no realiza. La mentalidad y las posibilidades de las personas que trabajan en las estructuras armenias son muy limitadas y se van limitando aún más paulatinamente. Más aún, en lugar de ampliar nuestros círculos estáticos y de derribar los modelos, de introducir novedades, los hacemos más estrechos.

Lamentablemente el uso de la lengua armenia no encuentra estímulo en nuestros organismos tradicionales, a pesar de toda clase de discursos patrióticos y declamaciones retóricas. Esto es la causa de que el uso del idioma armenio no se difunda en los círculos oficiales. Algunos dicen: “Hacemos esto o lo otro, obramos de esta o de aquella manera”. Perdón: no veo el resultado de esos hechos.

Por ejemplo, hay una comunidad donde tenemos alrededor de diez colaboradores. Los “dueños”, los “intelectuales”, no tienen ni idea de que en su seno hay tantos escritores o tantas personas que tratan de escribir, ni están interesados en ellos.

Uno de nuestros colaboradores de la Argentina me dijo que sus padres no sabían armenio, pero que sin embargo él aprendió la lengua aún después de la escuela, en el club, y que continúa su aprendizaje con nosotros. Usted debe saber cuántas personas más como él se puede encontrar en la Argentina.

Tengo conocimiento de que cincuenta años atrás en la Argentina surgió un grupo de jóvenes armenios que después de los veinte años de edad han querido aprender armenio y lo han aprendido. ¿Qué ocurrió en esos días en la colectividad de ustedes que pueda ocurrir también hoy día? Son ustedes los que deben responder a este interrogante.

“Club de habla armenia”, he aquí una solución, especialmente para los jóvenes. Conozco grupos de habla extranjera en Alemania, por ejemplo. No solo club partidario, sino club idiomático es lo que quiero decir, que tenga un carácter continuo, no un círculo de pasatiempo, sino productivo – no como las festividades anuales de Navidad o Pascua—, club en donde predomine el interés por la lengua y no por las ideas o las variedades gastronómicas. Pero no somos un pueblo maduro en este sentido, debemos aceptar esta realidad. Nos dejamos llevar por nuestra variedad de colores. Ese es uno de nuestros “errores”, para el caso de que se quiera hablar de errores.

Sin embargo hoy vivimos el siglo de Internet. Ya no es necesario reunirnos. Hoy es probable reunir un grupo en esta comunidad y ponerle un profesor o un guía de otra comunidad. Creo que no estamos maduros ni para tan poco, porque aún no tenemos conciencia de la importancia de nuestra lengua.

Es como que no sentimos la presencia de nuestra lengua. Nuestra lengua sirve como tema de discursos, de orgullo y de entusiasmo. No es el tema nuestro. Es más exacto decir, sin exagerar, que es el objeto de nuestro odio y nuestro desprecio.

Hay ideas y propuestas mucho más brillantes que las expresadas por mí; se han dicho, ha habido muchas reuniones y encuentros de consulta; sin embargo predomina la tarea superficial, que no sabe cuál puede ser la cosecha después de cinco años, ni aún por aproximación.

Hoy día no está claro para nuestras personalidades claves, para nuestra dirigencia, que EL IDIOMA ARMENIO ES LA CUESTIÓN Y EL PAN DE LA ARMENIDAD.

Luego de las respuestas de Ishkhan Chiftjian, solo nos queda reconocer su aporte y su incansable labor para la difusión del idioma armenio. Invito a visitar hayerenblog.wordpress.com.

Marilyn Tcharian

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