Kemal Atatürk: perfil del genocida que refundó un país en base a sangre y saqueo

25 de octubre de 2023

El rol de Kemal Atatürk en la continuidad del genocidio y la limpieza étnica de armenios es clave para comprender la armenofobia que se observa hoy al máximo nivel, tanto en Turquía como en Azerbaiyán.  

En poco menos de una semana la República de Turquía, o Türkiye como se ha rebautizado al país el año pasado, celebrará el primer centenario de la República laica. 

Será el próximo 29 de octubre, una ocasión en la que habrá eventos con gran pompa, reivindicación del lugar que ocupa el país en el concierto internacional y en el contexto regional, y sin dudas odas y alabanzas a su fundador y líder político clave en el siglo XX, Mustafá Kemal (1881-1938).

Justamente, por haber refundado el país tras la debacle del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, fue nombrado por la Asamblea Nacional como Atatürk o padre de los turcos.

Esto fue en el marco de la estrategia que diseñó y llevó a cabo para la modernización del país acercándolo a Occidente, cambiando por aquellos años la tradicional escritura en árabe por el alfabeto latino (con algunos fonemas propios) e incluso en 1934 se instó a los turcos a adoptar un apellido, adoptando él mismo el de Atatürk, que le confirió la Asamblea Nacional de Turquía.

El nuevo presidente también prohibió el uso del fez y el velo y se promovió el uso de vestimenta occidental. En ese contexto, hacia 1924 se abolieron las escuelas religiosas y la Sharia (ley islámica) y se dictó el Código Civil a imagen y semejanza del de Suiza, además del Código Penal italiano y Código de Comercio alemán.

Subsuelo sangrante

Pero el dato central para entender el rol de Kemal Atatürk en el surgimiento de la Turquía moderna fue que tras la Primera Guerra Mundial y la deshonrosa derrota del Ejército Otomano a manos de la Entente (Imperio Británico, Francia, Imperio Ruso, Italia y EE.UU.), el prestigioso general que había tenido una destacada actuación en las decisivas batallas de Gallipoli (en el estrecho de Dardanelos) en marzo y agosto de 1915, comenzó una lucha de emancipación nacional para limpiar a todo el territorio de población no turca.

Digámoslo claramente: Mustafá Kemal Atatürk es un genocida, continuador del plan de exterminio del pueblo armenio, planificado, diseñado y ejecutado entre 1915 y 1918 por el gobierno del Partido Unión y Progreso (Jóvenes Turcos).

Tras la conflagración mundial y en medio de la guerra civil y la lucha por la independencia llevada a cabo por los nacionalistas contra las tropas extranjeras, británicas, francesas, griegas e italianas, Kemal apeló a una estrategia que en estos días copió casi al detalle Azerbaiyán contra los armenios de Artsaj, la limpieza étnica.

Así, entre 1920 y 1923 el general Mustafá Kemal lideró la expulsión del territorio de todo elemento no turco, y buscó imponer la homogeneidad en la población, turquificando a los asimilables y arrojando al exilio a los otros. 

Muchos de los armenios que llegaron a la Argentina en la década del 20 habían escapado del genocidio hacia lugares más seguros en los confines del Imperio Otomano, como Siria y el Líbano o Egipto, y terminada la guerra creyeron que la situación se tranquilizaría. 

No iba a ser el caso de quienes en 1921 o 1922 enfrentaron nuevas amenazas de los kemalistas y entonces decidieron tomar sus pertenencias -algunos quemaron su propia casa como mi abuelo paterno – y marchar al exilio para nunca más volver. Cualquier parecido con la limpieza étnica que tuvo lugar hace apenas un mes en Artsaj es pura casualidad.

En este contexto, tras la limpieza étnica Turquía se quedó con miles de kilómetros cuadrados de territorio habitado por armenios, griegos y judíos, entre otras minorías, y también con sus propiedades, tierras productivas, ganado, que fueron repartidas entre los oficiales del ejército nacionalista kemalista.

No importa la pompa con la que el presidente de Turquía, Türkiye o como quiera llamarse el país, Recep Tayyip Erdogan lleve adelante los actos conmemorativos del centenario de la gesta emancipadora. En el subsuelo de este territorio yacen los cuerpos y huesos de más de 1,5 millones de armenios, sus campos están regados de sangre armenia, y la savia y los nutrientes de los árboles que crecen en Turquía están teñidos de rojo intenso.

Dime quien te admira…

Un dato desconocido, que probablemente explique mucho de lo que ocurre en Turquía incluso en nuestros días, es que Adolf Hitler tenía una verdadera “veneración” por Atatürk, a quien consideraba una “estrella brillante en la oscuridad”, al punto que el Tercer Reich instituyó un llamativo culto a la figura de Atatürk.

“En 1938, Hitler afirmó que ‘Atatürk fue el primero en demostrar que es posible movilizar y regenerar los recursos que un país ha perdido. En este sentido, Atatürk fue un maestro; Mussolini fue su primer alumno y yo su segundo’”, puede leerse en un detallado análisis publicado The Turkey Analyst, una publicación del Instituto de Asia Central y Cáucaso y el Programa de Estudios de la Ruta de la Seda, del 14 de enero de 2015. Su autor es el investigador turco Halil Karaveli, editor de The Turkey Analyst.

Y agrega: “En 1933, el principal diario nazi, Völkischer Beobachter, informó que Hitler había afirmado que ‘la exitosa lucha por la liberación que lideró Ghazi (Atatürk) para crear Turquía le había dado la confianza de que el movimiento nacionalsocialista también tendría éxito. En este sentido, el movimiento de Turquía fue una estrella brillante para él’. Y Joseph Goebbels registró en su diario que la muerte de Atatürk ‘sería una pérdida irreemplazable’”.

La obsesión genocida

Kemal Atatürk tuvo un paso exclusivamente militar y profesional durante la gran guerra y recién se volcó a la arena política en 1919, cuando tras la paz de Versalles el Imperio Otomano fue dividido en protectorados británico, francés, italiano y cedió la parte oriental (la parte europea y Esmirna y alrededores) a los griegos.

Lo primero que hizo el ahora líder del Movimiento Nacionalista Turco fue amnistiar a los miembros del CUP (Comité Unión y Progreso) que habían perdido la guerra y perpetrado el genocidio armenio. El propio Enver Pashá y otros altos dirigentes del CUP se sumaron a las huestes kemalistas.

Allí Atatürk dirigió sus cañones a Cilicia, ahora bajo protección francesa, bajo la promesa de respetar los derechos de la minoría armenia, que creyó que los tiempos habían cambiado. Nada más lejos de a la realidad. En enero 1920 los nacionalistas comenzaron el asedio de Marash y luego atacaron Hadjín, en octubre de 1921 los franceses, silenciosamente y de noche se marcharon, dejando indefensa a la población armenia. Lo que siguió es historia conocida: sangre y fuego sobre las cabezas y las casas de los armenios.

En el medio, los kemalistas lanzaron la campaña del este, al mando del general Kiazim Karabekir, comenzando en septiembre de 1920 una guerra contra la República de Armenia, con el objetivo declarado de “proceder a la eliminación física de Armenia”. 

La sovietización de diciembre de 1920 impidió que se cumpliera completamente ese objetivo, pero sí llevó a la pérdida completa de las provincias de Kars, Igdir y Ardahan. Además, se envió al Artsaj a Nuri Pashá (hermano de Ismíl Enver Pashá) al mando del Ejército Islámico del Cáucaso, en lo que fue una nueva guerra por ese bastión armenio.

Más tarde fue el turno de Esmirna en el recordado incendio intencional de la ciudad que, una vez más, comenzó en el barrio armenio. Corría septiembre de 1922 y fue el fin de la presencia griega en la milenaria ciudad, que desde entonces pasaría a llamarse Izmir.

La obra maestra de Kemal Atatürk fue la reescritura de la historia moderna turca en base al negacionismo. La reforma del sistema educativo incluyó caracterizaciones y desinformación acerca de los hechos históricos ocurridos a partir de 1915.

El negacionismo arrancó en la década de 1920, impidiendo el reconocimiento oficial del genocidio y cuestionando su mención en otros países. Esto se hizo con millones de dólares gastados en lobby, la creación de institutos de investigación e intimidación y amenazas. 

Incluso los ciudadanos turcos que reconocen el genocidio se han enfrentado a procesos por “insultar la turquidad”, a partir de la sanción de la reforma al Código Penal turco en 2005, que en su artículo 301 castiga con pena de prisión a quien mencione el genocidio armenio o se una a la causa por el reconocimiento.

Pero todo esto empezó con Atatürk, el mandatario que creó un sistema de ocultamiento y decidió barrer la basura de la historia turca debajo de la alfombra.

Carlos Boyadjian

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