Entrevista a Pablo Kendikian

La Argentina tendría que rever la inscripción del Movimiento Gülen como entidad religiosa

03 de noviembre de 2015

Pablo-Kendikian-1El periodista, director de la Agencia de Noticias Prensa Armenia, da detalles acerca del proceso de investigación que lo llevó a publicar su libro “Fethullah Gülen”, nombre del líder de una red mundial “de accionar perverso y planificado”.

Además, a poco de que el Tribunal Penal de Estambul condenara, a distancia, a Gülen por conspiración contra el Estado, el autor pone en cuestión el lugar privilegiado que tiene la Argentina en su accionar.

 

“Es un secreto a voces que el Movimiento Gülen está infiltrado en los altos niveles policiales y en la totalidad de los centros de poder de Turquía, y que además se está expandiendo por los países que pertenecían al Imperio Otomano, sobre todo en los Balcanes, así como en Asia central. Sus miembros proliferan también dentro del Poder Judicial y trabajan para constituirse en la fuerza política más poderosa de Turquía. Utilizan su influencia en los Tribunales, en los servicios policiales y de inteligencia, lo que desató una verdadera cacería de brujas contra todos aquellos a quienes consideran opositores a derrocar la Turquía laica creada por Mustafá Kemal”.

Fethullah Libro
Con esta claridad “Fethullah Gülen” (Ediciones Ciccus), de Pablo Kendikian, va desenredando la madeja en que se convirtió esta red transnacional que con instituciones educativas, religiosas y comerciales propias en todo el mundo, lleva adelante polémicos objetivos ideológicos y políticos. El nombre de Fethullah Gülen se conoció internacionalmente partir de la denuncia por parte de su antiguo aliado, y luego máximo enemigo, el actual presidente turco Recep Tayyip Erdogan, quien en diciembre del 2013 lo acusó de haber creado un "estado paralelo" en Turquía.

Diario Armenia habló con el autor del libro que ya está en las librerías, periodista, director de la Agencia de Noticias Prensa Armenia, que asegura que, tal como lo confirma desde su prólogo el profesor Khatchik Derghougassian, este perverso movimiento es uno de los mayores instrumentos del negacionismo turco. En esta entrevista, argumenta su afirmación, cuenta cómo fue el proceso de investigación y da detalles de los motivos por los cuales Argentina se posicionó como lugar privilegiado del accionar del líder, a la luz, religioso y, en las sombras, político.

¿Qué lo motivó a iniciar la investigación en torno a Fethullah Gülen?

Desde siempre seguí de cerca la realidad política y social turca y si bien había leído al pasar sobre Gülen como un actor más, no había reparado en él hasta la lectura de una nota del diario español El País que reprodujo el Diario ARMENIA en 2008, en la que me llamó la atención que se lo citara como “el padre del Opus Dei del Islam”. A partir de ese momento, empecé a centrarme en él y a tomar apuntes sobre lo que iba leyendo. Había un dato que hacía más interesante la historia y es el hecho de que Fethullah Gülen lideraba una revolución en Turquía estando fuera del país, por decisión propia y no por un tema político. Muchas de las fuentes consultadas estaban escritas o habladas en turco, por lo que recibí la colaboración de mucha gente que tradujo los textos.

¿Con qué expectativas comenzó a investigar?

No pensé que el trabajo iba a terminar convirtiéndose en un libro. Me adentré en el personaje y descubrí, además de su accionar en Turquía, las aristas de esta red mundial que creó Fethullah Gülen con la ayuda de la Central de Inteligencia Americana (CIA), en un principio, y del gobierno de Erdogan a partir de 2003.

Pero, fundamentalmente, me adentré en lo perverso y planificado de su accionar. Ahí me di cuenta que tenía una buena historia para describir y contar: uní cabos y recordé las conversaciones y discusiones con la gente de la Fundación de Amistad Argentino-Turca en distintas oportunidades y el trabajo de lobby que realizaban –junto al del embajador turco de turno- entre funcionarios y legisladores nacionales para negar lo que fue el Genocidio de los armenios.

¿Este movimiento es el mayor instrumento para el negacionismo, tal como asegura Khatchik Derghougassian en el prólogo de su libro?

Tuve el honor de que mi compañero, el profesor Khatchik Derghougassian, aceptara escribir el prólogo del libro, algo que jerarquiza el trabajo realizado. Él, junto a otros periodistas amigos, me incentivó a publicar la investigación en formato de libro.

Al final del prefacio, Derghougassian afirma con razón que el Movimiento es, entre otras cosas, una herramienta para el negacionismo del Genocidio de los armenios, ya que su expansión en más de 130 países y su manera de trabajar están diseñados para operar ante todo lo que pueda dañar la imagen de Turquía en el mundo. De hecho, aquí, en la Argentina, lo vivimos.

¿Por qué la Argentina tiene un lugar privilegiado en este contexto?

En la Argentina cambiaron la estrategia a mitad de camino: llegaron con una campaña negacionista muy agresiva y sin filtro, y luego fueron moderando las formas. Hoy, el proyecto quedó trunco, sin fuerzas, producto de la pelea Erdogan-Gülen. Es que el actual embajador, Tanner Karakas, es muy devoto de Erdogan y cuando la señal desde Ankara vino con orden de no continuar la relación de ayuda mutua entre la Embajada y los gülenistas, automáticamente, los seguidores del predicador quedaron haciendo equilibrio sin poder avanzar. La orden coincidió con el demorado establecimiento en el país de la estatal Turkish Airlines, justo cuando el círculo tenía que empezar a cerrarse.

La Fundación de Amistad Argentino-Turca es el nombre de la institución madre de cuyo seno salen las otras estructuras que formaron en nuestro país: la escuela Hércules en el barrio de Floresta con Jardín de Infantes y Primario –y expectativas de abrir un nivel Secundario-, el Centro de Diálogo Intercultural Alba, el Centro de Lengua y Estudios Culturales Anadolú DKM, y el Centro de Diálogo en la ciudad de Córdoba. La Fundación regaló viajes a Estambul a varios funcionarios de distintos niveles y responsabilidades, como también a periodistas calificados, donde se les muestran las bondades de su Movimiento y de su líder, la impresionante estructura institucional que poseen en el país de origen y el poderío económico que los avala. Y con cada visitante, en forma individual, abordan el tema del Genocidio Armenio.

¿Cuáles son las consecuencias más importantes que genera esta estructura paralela al poder político en Turquía?

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A lo largo del seguimiento y de la investigación pasaron muchas cosas en Turquía: la conspiración de Ergenekón estaba en pleno proceso con el enjuiciamiento de la cúpula de las Fuerzas Armadas turcas (el segundo ejército más numeroso de la OTAN después del de los Estados Unidos). Ergenekón fue, lisa y llanamente, la fabricación de pruebas falsas para perseguir y encarcelar opositores políticos, militares y periodistas, generando un clima de terror en la sociedad turca donde todos eran sospechados.

¿Cómo se fabricaban las pruebas? Muy fácil: el Movimiento Gülen tenía, y tiene todavía, muchísima gente infiltrada en la Policía –en especial en los servicios de inteligencia de la fuerza- y en las fiscalías turcas. De esa forma, armaban las causas que querían y cómo querían. Todo esto con el apoyo del conglomerado de medios de comunicación que maneja el Movimiento liderado por el diario Zaman.

Esto fue posible gracias a un acuerdo tácito con el partido del gobierno, el AKP, que les facilitó desde el principio de la gestión la posibilidad de ocupar cargos importantísimos en la estructura del poder al que iba a acceder su futuro enemigo. Juntos armaron las bases del actual Estado represor en Turquía.

¿Qué aspectos de toda la trama Gülen se iluminan con el libro?

Básicamente, lo que quise fue esclarecer el por qué y el para qué de este Movimiento. Queda claro que el Movimiento Gülen es un proyecto de poder y que tiene una estrategia distinta en cada una de las regiones en las que opera. Lo que los caracteriza es la planificación a largo plazo de sus proyectos. El motor que los mueve es la utopía de la concreción de un neo-otomanismo dentro y fuera de lo que fue el Imperio. Me animo a decir que es la idea de un panturquismo moderno y globalizado. Crean diáspora turca donde no la tienen, “evangelizan” en África, forman y apuestan a futuros cuadros políticos y dirigentes en los países de Asia profunda y en los Balcanes. Crean empatías en los países donde hay colectividades armenias, utilizan al Estado norteamericano para establecerse en los Estados Unidos, entre otros métodos. Utilizan para esto sus más de 900 colegios fuera de Turquía, distribuidos en 130 países.

¿Qué repercusiones tuvo a partir de su publicación?

El libro me dio muchas satisfacciones personales y, sin dudas, superó las expectativas por el interés que generó. Algunos funcionarios y políticos latinoamericanos ven con otros ojos al Movimiento a partir de su lectura. Me lo demuestran las conversaciones y contactos que tuve, lo que me da la pauta del poco conocimiento que había al respecto. Estratégicamente, el Movimiento se presenta fuera de Turquía como defensor del diálogo interreligioso, alejado de la política, pero se desmiente con sus prácticas cuando acciona para injerir, diría hasta en forma violenta, en los asuntos de la estructura política turca.

El 19 de octubre pasado el Alto Tribunal Penal de Estambul juzgó en ausencia a Fethullah Gülen por el delito de "conspirar reiteradamente contra el Estado y de haber organizado y dirigido una organización terrorista, así como haber utilizado información con fines de espionaje", y lo condenó a 37 años de prisión solicitando su extradición desde los Estados Unidos. ¿Qué opina al respecto?

Más allá de lo confiable o no de la Justicia de Erdogan, creo que la Cancillería argentina, concretamente la Secretaría de Culto de la Nación, a través de Registro de Cultos, debería rever su inscripción como entidad religiosa ya que, claramente, el principal objetivo del Movimiento Gülen es político, a pesar de tratarse de una cofradía con una clara identidad religiosa.

Entrevistó Luciana Aghazarian

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