Opinión

La corrupción se enfrenta por fin a la ley

27 de junio de 2018

detencionesEra un secreto a voces, todo el mundo sabía en Armenia quién era el mafioso, el rufián, el acaparador, el juez corrupto y también conocía la identidad de todo aquel que había hecho del delito su modo de vida. El hombre y la mujer comunes ya se habían acostumbrado a convivir en un contexto de ilegalidad sorprendente. Tal vez por ese motivo todos daban por natural tener que pagar coimas y aceptar ser cómplices de cohecho para poder mantener abiertos sus comercios.

Años atrás un taxista que había llegado del Líbano me contaba su triste y al mismo tiempo enervante historia. Luego de migrar de Alepo por la guerra, el hombre había intentado continuar su actividad de compra y venta de vehículos para lo cual hizo en tiempo y forma todo lo que le fue requerido por las autoridades correspondientes. Luego de comenzar a trabajar, tuvo un período de relativa bonanza comercial cuando fue “visitado” por varios individuos que le reclamaron de malas maneras un porcentaje importante de sus utilidades. El mejor estilo mafioso no pudo ser tolerado por el compatriota que terminó utilizando su automóvil para trabajar de taxista, previo pago de la coima correspondiente en el lugar adecuado.

Muchos podrán decir que esta práctica es un resabio de pasados regímenes totalitarios y seguramente algo de razón tendrán, pero esta enfermedad cultural atraviesa toda la sociedad desde el opulento oligarca hasta el pobre empleado que termina siendo partícipe del corrupto sistema.

El premier Pashinian había prometido, al igual que lo habían hecho todos sus antecesores, que combatiría contra la corrupción que carcome la sociedad hasta sus fibras más íntimas. Tan profunda es la podredumbre que un general héroe de Artsaj fue denunciado y a ser allanadas sus propiedades, no sólo se encontró enorme cantidad de armas y pertrechos ilegales, también se hallaron centenares de kilos de alimentos envasados destinados a los soldados de nuestras fronteras que serían utilizados para alimentar las fieras del zoológico privado del personaje en cuestión. Y ni hablar de las donaciones reunidas por alumnos de escuelas armenias durante la guerra de los cuatro días que se amontonaban junto a las notas de aliento escritas por los chicos.

Por estos días se va conociendo la enorme lista de investigados por las ahora “activas” fuerzas policiales que de pronto se despertaron de su letargo y uno a uno van arrestando a los siempre sospechados individuos que haciendo honor a su fama juntaron su fortuna robándole a su propio y hambriento pueblo.

Así van cayendo desde los hermanos de Serge Sarkissian, su jefe de custodios, funcionarios municipales, militares de alto rango, etc. También la Justicia está poniendo sus barbas en remojo porque ya se han producido renuncias en los más altos estrados, también inmersos en la sospecha de amañar juicios ya sea a favor o en contra, de acuerdo al cliente.

El gobierno ya trabaja también en una nueva reforma al sistema electoral para dar más transparencia a los próximos comicios. Curiosamente, el Partido Republicano es el único que se opone a las mejoras, seguramente temeroso de enfrentar las urnas sin la posibilidad de comprar los votos que siempre los llevaron al poder.

Armenia va a ser seguramente un mejor país si esta cruzada anticorrupción no se detiene y nadie se opone al accionar de una justicia transparente. Sin embargo, la contaminación está tan extendida que muchos piensan que este momento de sinceramiento legal no durará demasiado. Ojalá que esas voces agoreras se equivoquen y que por el bien de los armenios, de una vez por todas que la ley esté por encima de todo y de todos.

Jorge Rubén Kazandjian

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