Shaunt Tchakmak* - Armenian Weekly

La Diáspora podría utilizar el ejemplo de la Revolución de Terciopelo

26 de junio de 2018

protestas-5Recientemente participé como orador en foros de Toronto y Montreal en los que me solicitaron que hablara sobre el año y medio que pasé viviendo y trabajando en Armenia. Dichos eventos me brindaron la oportunidad de reflexionar sobre el impacto que tuvo en mí como persona, ahora que estoy viviendo nuevamente en la Diáspora, porque cuando se regresa al punto de partida, las cosas se comienzan a ver de otra manera.

Hay muchos conceptos erróneos flotando alrededor de lo que es realmente Armenia frente a lo que debería ser. Pero en el centro de esta ida y vuelta entre hechos concretos y ficción, yace una cuestión importante: la repatriación o el acto de regresar al país de origen. La forma en que se entiende y se habla de la repatriación debería estar a la vanguardia de nuestras preocupaciones en la diáspora armenia. Es la herramienta que nos puede unir.

Nací y crecí en Toronto, asistí a una escuela privada armenia durante once años y fui un miembro activo de la comunidad armenia de esa ciudad durante toda mi vida. Mi identidad armenia me fue adosada como una causa políticamente motivada por la que tendría que luchar constantemente. Cuanto más tiempo pasara bregando por esa causa dedicando tiempo en el centro comunitario, más sentía que estaba en contacto con mi identidad armenia.

En agosto de 2016, completé un período voluntario de cuatro meses con Birthright Armenia. Al final de mi voluntariado, me ofrecieron un contrato de un año en una de las principales organizaciones sin fines de lucro de Armenia, Homeland Development Initiative Foundation (HDIF), que trabaja con mujeres en las comunidades rurales del país para producir artesanías que se venden en todo el mundo, proporcionando así empleos y promoviendo el desarrollo sostenible.

protestas-6Regresé a mi casa en Canadá para consultar con mi familia, amigos y tomar una decisión sobre la oferta de trabajo. En tres semanas, la decisión fue tomada. El 21 de septiembre de 2016, día del 25° aniversario de la Independencia de Armenia, aterricé en Ereván con dos pesadas maletas, mi saxofón y uno de los mejores años de mi vida delante de mí.

Al mudarme a Armenia, de repente me encontré en la situación en la que preservar mi ser armenio era parte de todo lo que hacía.

En la Diáspora, cantamos canciones patrióticas en los salones de fiestas. En Armenia, escuchamos las últimas interpretaciones de la fusión popular armenia en un local de música local. En la Diáspora, preservamos nuestra identidad frecuentando los centros comunitarios armenios. En Armenia, sentí que mi identidad se conservaba simplemente caminando por la calle hacia el mercado de comestibles. En Canadá, discutimos las posibilidades de cambio en el país entre un grupo de compatriotas armenios. En Armenia, discutimos estos temas con los llegados de la diáspora, así como con los no armenios, de todo el mundo, incluidos los nacidos y criados en el país.

En octubre de 2017, retorné a Toronto para ayudar a mi hermano en su tarea de administrar una de las cafeterías más exclusivas de la ciudad, pero a pesar del tiempo transcurrido todavía percibo las cosas que me afectaron en el tiempo que pasé en el extranjero.

En primer lugar, tuve la oportunidad de conocer otras personas que se habían repatriado e interactuar de forma permanente o temporal con ellas. Al igual que me sucedió a mí, todas las personas con las que hablé experimentaron algún tipo de cambio en su perspectiva, lo que derivó en que Armenia se convirtiera en un lugar real y tangible.

A veces estas personas estaban teniendo contacto físico con el país por primera vez en más de tres generaciones. Se necesita mucha valentía para tratar de redescubrir las raíces luego de una brecha de tiempo tan grande.

Pero también, vivir en Armenia liberó espacios en mi mente y proporcionó tiempo en mi vida, lo que me dio la oportunidad de ser yo mismo en una medida que nunca había experimentado antes. Empecé a darme cuenta de que no importaba en quién me convirtiera, seguiría siendo siempre armenio.

Constantemente estamos redefiniendo la repatriación y descubriendo nuevas formas de establecer vínculos con nuestra patria, pero pasar tiempo físicamente en Armenia es y será siempre crucial.

Sin embargo, también enfrentamos aquí en la Diáspora algunos obstáculos importantes. Hay generaciones aquí a las que se les instruyó sobre la realidad de Armenia, que crecieron durante un tiempo en el que Armenia era en gran parte inaccesible: los años de la Guerra Fría.

protestasLa Unión Soviética, de la que Armenia era parte, era culturalmente muy diferente y, a veces, hostil a Occidente. Esto perturbó a toda una generación de armenios en los países de este lado del mundo. Como resultado, muchos de ellos no tuvieron la oportunidad de ir a Armenia como jóvenes e interactuar allí de la manera que lo hacemos hoy a través de programas como Birthright Armenia y Repat Armenia. Esto puede ser complicado, porque el deseo de los jóvenes de repatriarse, a menudo depende de cuán sólido sea el puente de entendimiento entre la Diáspora y Armenia.

Me siento increíblemente afortunado porque cuando pienso hoy en Armenia, pienso en mi caminata matutina hacia el trabajo a través de calles específicas de Ereván. Que echo de menos cosas como mis lugares de reunión habituales, mis amigos y la facilidad de desplazarme. Estos pensamientos tangibles me animan a mantener real interés en lo que sucede en mi tierra natal y saber cómo puedo ayudar mejor a la tierra que me hizo la persona que hoy soy.

La repatriación es una inversión en uno mismo y en nuestra propia preservación cultural. Y si bien puede parecer desalentador al principio, es crucial alentar a los ciudadanos de la Diáspora a que se animen a emprender ese derrotero. Esto significaría salir de su zona de confort, realizar viajes significativos fuera de Ereván, ser voluntario, dirigir un taller o tratar de pasar su viaje de dos semanas a Armenia en una ciudad diferente como Gyumrí, Dilidján, Vanadzor o alguna otra. Solo teniendo la posibilidad de ver la imagen completa, podrás entender realmente si la repatriación es adecuada para ti.

Los eventos que tuvieron lugar en Armenia hace dos meses fueron el epicentro de un potencial cambio positivo y sostenible, y la Diáspora necesita ponerse al día para crear un contexto para ese cambio.

En un acto pacífico y mayoritariamente juvenil de desobediencia civil, el pueblo de Armenia pudo articularse y capitalizar la fuerza que sobreviene de la unidad. La Diáspora debe seguir el ejemplo y eliminar las divisiones que aún existen. Podemos revolucionar la preservación cultural centrándola en la repatriación.

Tomémonos el tiempo para hablar con cualquier persona que recientemente haya tenido la oportunidad de vivir en Armenia o llegar a Repat Armenia, una organización dedicada exclusivamente a ayudar a los diaspóricos a integrarse a Armenia social y profesionalmente. Le ofrecerán una gran cantidad de modos diferentes para ayudar a definir tomar la decisión de la repatriación por usted mismo.

En Armenia, la Revolución de Terciopelo logró cristalizar el objetivo de desplazar del poder a las formas obsoletas de autoridad y unirse como nación. Creo que la Diáspora también podría aplicar la experiencia y obrar en consecuencia.

* Shaunt Tchakmak es graduado en ciencias políticas. Militó en las filas de Unión Juventud Armenia, trabajó en el Consejo Nacional Armenio de Estados Unidos (ANCA) y tuvo participación en diferentes programas de gobierno de Ontario, Canadá.

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