La hipocresía de Bakú sobre la ayuda humanitaria a Artsaj

27 de julio de 2023

Mientras Azerbaiyán intenta desviar la atención acusando a Armenia de sobreactuar la situación, Ereván 400 toneladas de alimentos y medicamentos que esperan en la frontera poder llegar a Artsaj vía Lachín.

Una vez más, tal como lo viene haciendo desde hace 33 meses, el gobierno de Azerbaiyán, que firmó la Declaración Trilateral sobre el Cese del Fuego en noviembre de 2020, tras la guerra de los 44 días desatada por la agresión conjunta de Turquía y Azerbaiyán contra Artsaj, busca correr el arco de lo establecido y cambiar las reglas de juego según su conveniencia.

La última jugada del dictador de Bakú, llham Aliyev, es intentar contrarrestar la fuerte presión internacional para que se levante el bloqueo del corredor de Lachín, que ya lleva siete meses casi ininterrumpidos, y que mantiene como rehenes a unos 120.000 armenios residentes de Artsaj.

De acuerdo al artículo 9° de la declaración tripartita del 9 de noviembre de 2020 que puso fin a la segunda guerra de Artsaj, pero que de ningún modo logró encaminar un proceso de paz justo para ambas partes, las fuerzas de paz rusas, enviadas a la región deben garantizar un corredor de 5 kilómetros de ancho uniendo Armenia con Artsaj, con sentido de circulación liberado en ambas direcciones.

Eso se cortó el 12 de diciembre de 2022, con la farsa de los reclamos ecologistas por una supuesta contaminación ambiental, nunca demostrada, y finalmente ratificada por el corte total a partir del 15 de junio de 2023 en el puente Hakari, con efectivos militares, y tanquetas cortando el paso de asistencia humanitaria, incluyendo alimentos y medicamentos.

La novedad de las últimas horas es que el propio presidente Aliyev se mostró favorable a que la ayuda humanitaria llegara, pero no entrando por Lachín (Berdzor) sino desde el Este a través de Aghdam.

Durante la reciente cumbre de los ministros de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov (Rusia), Jeyhun Bayramov (Azerbaiyán) y Ararat Mirzoyan (Armenia) en Moscú, se tocó el tema de agilizar la llegada de ayuda humanitaria vía Aghdam, a lo que Armenia y también Rusia se opusieron, aunque por razones distintas, que en breve explicaremos.

Hipocresía sin fin

Este miércoles 26 de junio fue Hikmet Hajiyev, asesor especial del presidente Ilham Aliyev, el que vía Twitter (la red social ahora redenominada X) se refirió al tema, cuestionando la postura de Ereván.

“En Bruselas se acordó que la carretera Agdam-Khankandi (Stepanakert) se utilizará para un mayor volumen de entregas. También se reiteró en la declaración del CICR. Insistir en usar solo el camino de Lachin pero rechazar el camino de Agdam, poner bloqueos en el camino y politizarlo es inaceptable”, señaló Hajiyev. El gobierno de Armenia rechazó que haya existido tal acuerdo.

El funcionario azerí se refiere a la reunión del 15 de julio en Bruselas entre el presidente de Consejo Europeo, Charles Michel, el presidente Aliyev y el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, donde Aliyev comenzó a abonar el camino para bloquear definitivamente el corredor de Lachín y ceder parcialmente la entrada por Aghdam.

En un hilo de Twitter Hajiyev siguió con su retahíla, asegurando que “los ‘líderes’ títeres de los separatistas en Khankandi (sic) mantienen a la población local como rehén de sus propias ambiciones políticas. En lugar de escenas teatrales y traer camiones como una cuestión de espectáculo al puesto de control de Lachin....”.

Desconoce que la población de Artsaj en forma unánime apoya las decisiones del gobierno local, y que no hay tal teatralización sino un intento artero de generar una crisis humanitaria y forzar una limpieza étnica de armenios en Artsaj por parte de Azerbaiyán.

Siguiendo con las mentiras, el asesor especial de Aliyev insistió en su diatriba contra Armenia al sentenciar que “Armenia debe detener sus reclamos territoriales contra Azerbaiyán, retirar elementos de sus fuerzas de la región de Karabaj en Azerbaiyán y dejar de financiar el régimen títere ilegal. Debe garantizarse el desarme de todas las fuerzas ilegales”.

El gobierno de Armenia ya dijo en reiteras oportunidades que no tiene reclamos territoriales contra Azerbaiyán y exige el retiro de las tropas que invadieron 41km2 de territorio soberano de la República de Armenia en 2021 y 2022.

Por último, Hajiyev enfatizó una vez más cuál es la posición “negociadora” del régimen de Bakú. “La comunidad internacional debe enviar una señal clara sobre el uso de la carretera Agdam-Khankandi y la reintegración de los habitantes armenios de Karabaj a Azerbaiyán. ¡No hay otra manera! ¡El juego ha terminado!”. Todo muy democrático y propio de un gobierno dictatorial como el de Aliyev.

El oso también juega

En un comunicado que se difundió el 25 de julio el Comité Internacional de la Cruz Roja aseguró: “A pesar de los esfuerzos persistentes, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) actualmente no puede llevar asistencia humanitaria a la población civil a través del corredor de Lachin ni por ninguna otra ruta, incluida Aghdam. La organización pide a los responsables de la toma de decisiones pertinentes que permitan que el CICR reanude sus operaciones humanitarias esenciales en la zona”.

Desde diciembre de 2022 la Cruz Roja ha evacuado a unas 600 personas hacia Armenia para recibir tratamiento médico y espera en estos momentos hacer lo propio con otros 24 pacientes.

Sin embargo, la situación no es fácil. “Nuestros convoyes de ayuda humanitaria son un salvavidas para la población de esta zona. … Los enfermos y las personas con enfermedades crónicas están particularmente en riesgo, al igual que los ancianos, los enfermos y los niños. Para que operemos aquí, necesitamos que las partes lleguen a un consenso humanitario. Esta es una labor que salva vidas y se debe permitir que continúe”, señaló la directora regional del CICR para Eurasia, Ariane Bauer.

En este contexto, durante el encuentro con los cancilleres de los dos países en Moscú, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, indicó que Rusia apoya el documento tripartito firmado el 9 de noviembre 2020, en el que se establece el corredor de Lachín como vínculo físico entre Artsaj y los armenios de Artsaj con la República de Armenia, y eso es lo que está firmado, incluso con la rúbrica del presidente de Azerbaiyán. Rusia es el garante del acuerdo y no quiere quedar desautorizada por el cambio de humor de Bakú.

En este contexto, el gobierno de Armenia envió este 26 de julio unas 400 toneladas de ayuda humanitaria a Artsaj, intentando llegar por el corredor del Lachín, pero sin saber si las autoridades azeríes permitirían el paso. Son 19 camiones que en estos momentos están en la frontera de Armenia, cerca de Tegh, a la espera de poder pasar. La carga se suma a otras 500 toneladas que están en depósitos en Goris, listas para ser enviadas.

Qué hay detrás de Aghdam

Aunque Bakú se niegue a aceptarlo, el punto crucial para este cambio de escenario y el poner en agenda la llegada de ayuda humanitaria por Aghdam es una desesperada respuesta del régimen azerí a la presión internacional, las gestiones de Armenia ante la ONU, distintos gobiernos europeos y latinoamericanos, ante la Federación Rusa, la Unión Europea, Estados Unidos, Francia y Alemania, para la reapertura del corredor de Lachín.

La intención de Azerbaiyán es “encerrar” literalmente a la población de Artsaj y hacerla totalmente dependiente del grifo humanitario de Bakú a través de Aghdam, donde tras la guerra se instaló un comando conjunto entre Rusia y Turquía.

Esto busca cambiar el eje de lo acordado el 9 de noviembre, que fijó un corredor por Lachín que conecta con Armenia, la única vía segura para la supervivencia de Artsaj. Es claro que si esta situación no se diera en momentos en que la inmediatez de las redes sociales y los medios de comunicación alertan del peligro, los armenios de Artsaj ya hubieran sido exterminados por las fuerzas azeríes.

Hoy hay peligro cierto de un nuevo genocidio, el primero del siglo XXI, paradójicamente también sufrido por el pueblo que sufrió el primer genocidio del siglo XX y a manos del mismo perpetrador, Turquía y su marioneta en Bakú. Más claro, echarle agua.

Carlos Boyadjian

Compartir: