Respuesta a las amenazas turco-azeríes

La industria de defensa de Armenia avanza en el tablero regional

16 de agosto de 2020

El objetivo es no perder terreno en la carrera armamentista que se disparó en el Cáucaso, proveerse de armamento de última tecnología y además exportar, para posicionarse en la industria de armas de Medio Oriente.

Hace ya diez años que el gobierno de Armenia tomó una decisión trascendental para el futuro de la nación. Como parte del diseño de su estrategia de seguridad nacional la República de Armenia no sólo necesita tener garantizada la provisión de armamento moderno y en cantidades suficientes, sino también desarrollar su propia industria de defensa.

Corría el año 2010 cuando el gobierno de Serzh Sargsyan, a instancias del Consejo Nacional de Defensa y Seguridad, aprobó un plan quinquenal de modernización de sus fuerzas armadas y de inversión en materia de equipamiento militar. Pero el paso más importante que se buscó entonces fue el autoabastecimiento.

El “Programa estatal para el desarrollo de armamento y equipamiento militar 2011-2015″, fue el puntapié inicial de una política que continúa hasta hoy y cuyos resultados pudieron verse hace apenas un mes atrás, cuando Azerbaiján intentó perforar con artillería pesada y la tecnología de drones de guerra la frontera noreste de Armenia, en la provincia de Tavush.

Ya a fines de 2010 el entonces ministro de Defensa, Seyran Ohanian, argumentó que el Gobierno buscaba mejorar su “capacidad de ataque de largo alcance” y en diálogo con la prensa admitió que las armas de largo alcance estarían destinadas a “instalaciones estratégicas de vecinos hostiles”.

En aquel momento, lo mismo que hoy, la hipótesis de una nueva guerra entre Azerbaiyán y Armenia por la región e Artsaj estaba al tope de la agenda política y de defensa.

Carrera armamentista

Un argumento de peso en esta estrategia oficial fue intentar balancear de alguna manera la relación de fuerzas en la región. Mientras Bakú tenía hace diez años un presupuesto militar de U$S 3000 millones anuales, el presupuesto de Armenia en este rubro era ocho veces menor, apenas U$S 405 millones.

No hay precisiones acerca del presupuesto actual pero algunas versiones indican que el gasto de defensa en Azerbaiyán supera los U$S 5000 millones al año, mientras que del lado armenio se habla de inversiones en su dotación de drones y otra tecnología de unos U$S 2500 millones anuales.

Aquellos fueron los primeros pasos de una estrategia de desarrollo de una industria de defensa en la República de Armenia, a partir de planes de acción conjunta de empresas militares rusas y armenias. Hoy se está desarrollando en la Madre Patria el Programa de Modernización de las Fuerzas Armadas 2018-2024, aprobado a mediados de marzo de 2018.

Tanques turco-azeríes.

El programa integra el desarrollo científico-tecnológico y la innovación, además de habilidades militares y el equipamiento. De hecho, en Armenia existe un Ministerio de Alta Tecnología, que orienta las acciones en este campo.

Así, Armenia ha logrado cierta especialización y autosuficiencia en la fabricación de indumentaria militar, armas ligeras, drones y optoelectrónica aplicada a sistemas de misiles.

La optoelectrónica es vital para los sistemas de guía y el uso generalizado de misiles en Armenia, tanto antitanques como antiaéreos, sostienen los especialistas, y creen que podrían modernizarse con lentes de fabricación nacional y complejos de mira en el corto plazo.

Además de eso se trabaja en alternativas de visión a distancia, que combinados con sistemas de misiles de corto y largo alcance, le permiten a Armenia avanzar en su objetivo de mantener a salvo sus fronteras de ataques extranjeros.

Prueba de fuego

Durante los ataques azeríes al norte de Armenia a mediados de julio, las fuerzas armadas nacionales lograron derribar por primera vez un dron de Azerbaiján, el Hermes 900 de fabricación israelí, un sofisticado UAV (vehículo aéreo no tripulado) que hasta ahora resultaba clave para inclinar el equipamiento militar en la región a favor de Bakú.

“El costoso sistema de control de vuelo fue derribado por el sistema de defensa aérea armenio utilizando el sistema Osa-AKM, que se está modernizando en el acto”, señaló Artsrun Hovhannisyan, coordinador del Centro de Información de Crisis del Ministerio de Defensa.

Y agregó: “Nuestro complejo militar-industrial, de hecho, hace unos años dominó las tecnologías de modernización, y debo decir que en los últimos años la mejor manera de combatir los drones azerbaijanos son los sistemas Osa y Osa-AKM”.

El plan oficial no se agota en los drones. De hecho, el gobierno de Armenia está impulsando la industria militar, no sólo con fines de defensa nacional sino también para desarrollar la producción con vistas a la exportación y poder así jugar en el escenario regional entre los países fabricantes de armamento.

Desfile militar en Ereván.

“El complejo industrial-militar debería ser el motor de la economía basada en el conocimiento de Armenia”, destacó hace algunos meses el Primer Ministro de Armenia, Nikol Pashinyan. Y precisó que “la industria de armas es un gran mercado en el mundo y debemos tratar de tener una oferta allí”.

Mientras tanto, el avance de la industria de defensa en Armenia no se detiene. En 2016 se realizó por primera vez en Ereván la ArmHiTec, una exposición de armamento y equipamiento militar de última generación, con fabricantes locales y del exterior.

En la segunda edición en 2018 participaron 57 compañías, con presencia de numerosas empresas rusas (Almaz Antey, Rosatom, Rosoboromexport o Uralvagonzavod, entre otras), el conglomerado franco-alemán Nexter, y empresas chinas, de la India, Polonia, Grecia y Bulgaria. La edición de 2020 debió hacerse en marzo pero por el Covid se pospuso para octubre.

Además, el 8 de julio la empresa armenia Neutron GAM comenzó ensamblar bajo licencia en su planta de Kotayk los fusiles de asalto Kalashnikov AK-103. Se espera producir unos 50.000 fusiles al año.

Turquía: juego de pinzas

Dos fronteras muy calientes justifican la existencia de este programa. Al este, Azerbaiyán acecha a la República de Artsaj y el norte de Armenia, como se vio en los ataques desplegados a mediados de julio.

Al oeste, Najicheván con los azeríes casi a tiro de piedra (apenas 40 kilómetros separan Najicheván de Ereván) y la frontera con Turquía cerrada en forma unilateral por Ankara en 1993 pero siempre impredecible en cuanto a las amenazas. Sólo basta recordar la declaración de hacer volar la planta nuclear de Metsamor, en el marco de la avanzada azerí en julio.

Las maniobras conjuntas entre los ejércitos turco y azerí casi en la frontera de Najicheván con Armenia de fines de julio, son un claro indicio de esta amenaza y un acto con ribetes intimidatorios hacia el gobierno de Armenia y su población.

En ese sentido, cobra fuerza la alianza estratégica de defensa entre Armenia y Rusia en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO, por su sigla en inglés) y la compra de armamento pesado y misilístico a Moscú. Pero no sólo eso.

En marzo de 2020 Armenia le compró a la India 4 radares militares, conocidos como SWATHI por U$S 40 millones, estrechando lazos con el subcontinente indio, uno de los nueve países en el mundo con capacidad nuclear.

En rigor, ésta fue la respuesta de Nueva Delhi a la política agresiva de Turquía. En septiembre de 2019 durante su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan enarboló la cuestión de Cachemira -un territorio que India considera parte de su integridad territorial- como un ataque a Pakistán y dijo que hace 72 años que ese país espera por una solución.

La India no hizo esperar su respuesta y ahí mismo comenzó a estrechar lazos con Armenia, Grecia y Chipre, tres países con conflictos seculares con Ankara. La geopolítica regional, a la orden del día.

Carlos Boyadjian
Periodista
coboyadjian@yahoo.com.ar

Compartir: