Las palabras de los voluntarios que llevaron la ayuda humanitaria argentina a la población de Artsaj

13 de noviembre de 2023
Ph.: Araz Hadjian.

Entre el 25 de octubre y el 2 de noviembre se llevó adelante en Armenia la misión de voluntarios de la Comisión Cascos Blancos del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina para apoyar a la población desplazada por la fuerza de Artsaj (Nagorno Karabaj).

Las 11 toneladas de ayuda humanitaria para la población de Artsaj fueron producto de una histórica colecta comunitaria liderada por las organizaciones de benefencia Fondo Armenia, HOM, UGAB y la Iglesia Armenia, coordinadas por IARA – Instituciones Armenias de la República Argentina y con el apoyo de todas las instituciones del país. En la misión de Cascos Blancos comandada por Mauro Vivas, jefe de la misión, y Diego Larrere viajaron como voluntarios Graciela Kevorkian (HOM), Gago Ananyan (ARAMA), Alex Adjemian (Agrupación Scout Antranik de UGAB) y Alberto Salvatierra (coordinador en Español de Armenian Volunteer Network), con Eduardo Costanian (Fondo Armenia) como voluntario acompañante y el apoyo de la fotógrafa Araz Hadjian para retratar los trabajos. Se llevaron principalmente abrigos para niñas, niños, jóvenes, adultas y adultos, ropa interior, indumentaria para bebés, calzados, frazadas, hornos eléctricos y otros productos.

Diario ARMENIA dialogó con cada uno de los participantes para conocer sus experiencias y la situación desde el terreno.

Mauro Vivas, jefe de la misión de Cascos Blancos. Ph.: Araz Hadjian.

Mauro Vivas calificó a Armenia como “un país hermoso y una cultura hermosa en el sentido histórica, noble, pacífica y muy cordial”. “La solidaridad no siempre es un bien, sino a veces es también una mirada, una pregunta, una voz de aliento, un abrazo, una sonrisa”, explicó el jefe del operativo. “Es inevitable no sentir esa empatía de la tristeza al ver las miradas, las caras, los gestos, los rostros. Muchas veces de abatido, muchas veces de igual, con la frente en alto, con la tranquilidad, con la mesura que caracteriza a la comunidad”.

Mauro Vivas explicó que los voluntarios estuvieron abiertos a que les cuenten las historias: “Imágenes de celular, momentos de su vida, me quedo con muchas cosas que me han dicho familias. También me quedo con jugar con los niños, pude jugar con un nene un rato largo. La verdad que no nos podíamos comunicar, pero nos comunicamos con la mirada, con la sonrisa, hablándoles de Messi o inventándoles un juego. La verdad es que eso acerca mucho más que el idioma”. “Un hombre, luego de contarnos que había perdido a tres de sus hijos, apareció con unos dulces, un dulce que se llama Artsaj Fruit, lo tengo acá conmigo, que es como un dulce de moras blancas y un puñado grande de una bolsa con nueces y avellanas. Y me las dio y me dijo que era como una suerte de agradecimiento. Se fueron con lo puesto, pero siempre el agradecimiento por estar ahí. Me pareció un gesto muy noble”, relató Vivas.

Graciela Kevorkian, dirigente de HOM. Ph.: Araz Hadjian.

Graciela Kevorkian, por su parte, calificó como “impactante” el “sentir el sincero agradecimiento de los exiliados de Artsaj que teníamos oportunidad de conocer en nuestras recorridas por los pueblos y ciudades, en los centros de asistencia, al saber de nuestra misión, de la ayuda que habíamos llevado enviada por las comunidades armenias de Argentina”. “Agradecían a pesar de sus ojos tristes y sus corazones destrozados; un gracias sincero por la solidaridad, bendiciendo a todos los que habían pensado en ellos”.

“Saber de sus realidades actuales fue sentir tremenda impotencia por no poder hacer algo más por ellos, para ayudarlos. Me marcó sobremanera sus miradas, sus ojos tristes, que me remontaron a imágenes de más de un siglo atrás. Las mismas miradas veladas de nuestros sobrevivientes del Genocidio de 1915/23. Ver en los niños la inocencia suspendida y atentos a los gestos de sus mayores. Pero, por sobre todo, como denominador común, el respeto y la calma. Nada de arrebatos, gritos ni peleas. Siempre el respeto, y el agradecimiento”, relató la dirigente comunitaria. Además, destacó la labor de HOM “distribuyendo ayuda y asistencia a los desplazados de Artsaj”.

“La paciencia de un joven que de milagro se había salvado de la explosión en Stepanakert, donde los amigos que estaban con él no dejaron rastros. Y me mostraba sus heridas, su mano chamuscada, esperando sanar por completo para ayudar a su familia. Y aunque con respeto, también el interrogante, como cuando una joven de 22 años de edad, como corolario a su relato sobre todo lo que habían pasado, con una calma que hiela la sangre dijo: ‘¿Para qué nos tuvieron nueve meses bloqueados, muriendo de hambre y aislados del mundo, si en definitiva iban a entregar nuestras tierras, nuestro Artsaj?’. No pude responderle. Tampoco yo tenía respuesta para esa pregunta. Sólo atiné a fundirme con ella en un abrazo silencioso”.

Eduardo Costanian, representante del Fondo Armenia. Ph.: Araz Hadjian.

En la misma línea, Eduardo Costanian calificó los encuentros con la población desplazada como “una sensación muy difícil de atravesar”. “La gente se retiró con lo que tenía puesto, no pudo llevarse nada”, explicó. “El artsají está viviendo con un dinero por unos meses que da el Gobierno. Después que se corte esa ayuda no van a tener dónde ir”. “Son nuestros hermanos, es el pueblo armenio, no hay diferencia entre un artsají, un erevansí, un hayastansí, y nosotros, la diáspora. Muchos dicen que nosotros los de la diáspora no podemos opinar sobre Armenia. Pero si no podemos opinar, ¿para qué colaboramos? Nuestra obligación es colaborar, y nuestra obligación es también ayudar en algunos temas que podemos solucionar en la parte social. Es fundamental que la diáspora esté al lado de toda esta gente para que ellos vean que todos los armenios del mundo están con ellos”, planteó el dirigente, que se quedó unos días más luego de la misión para continuar con los trabajos voluntarios.

Alex Adjemian, miembro de UGAB y de Scouts Antranik. Ph.: Araz Hadjian.

Alex Adjemian expresó la calidez con la que fue recibida la comitiva, “siempre destacando que aún estando muy lejos de la madre patria, somos una comunidad armenia muy fuerte y que mantenemos la cultura y tradiciones”. “Fue muy movilizante y muy fuerte ver a los desplazados armenios que perdieron sus casas y tuvieron que dejar sus hogares ancestrales. Sentí que estaba viendo lo que les paso a nuestros bisabuelos 100 años atrás con el Genocidio Armenio”, contó. “Con la misión nos dirigimos a varios pueblos de Armenia, y recuerdo que en la municipalidad de Tsorak, había una señora mayor de 87 años llamada Hermine. Con mi compañero de misión Gagik la ayudamos a llevar las cajas de donaciones a su casa que se encontraba enfrente (que se la habían dado sus familiares). La casa se encontraba en condiciones deplorables y no tenía casi nada, pero aun así nos ofreció sentarnos a tomar un té, postal de que le hospitalidad armenia siempre está presente, aún en las situaciones de dificultad como esta. Nos contó la historia de su familia, cómo tuvieron que escapar en un viaje que duró casi 3 días, y lógicamente no logró contener las lágrimas. La abracé como si fuese mi abuela”.

Gago Ananyan, representante de la Agrupación Representativa de los Armenios Migrantes de Argentina (ARAMA).

Gago Ananyan dijo tener “sensaciones encontradas”: “Por un lado, sentir el orgullo de pertenecer a los Cascos Blancos y poder ayudar a los compatriotas desplazados de Artsaj. Y por el otro lado, la tristeza y el trabajo que estamos haciendo. En definitiva, es una ayuda a gente desplazada, gente forzosamente desplazada, que no quisieran estar en ese lugar. Y con cada uno que habla, sea grande, chico, lo único que quieren y desean es volver a sus casas y retomar sus vidas”.

“Hacemos lo que podemos para lo antes posible, con el dolor que sienten, con el arraigo que van a sentir por su tierra, que por lo menos puedan retomar sus vidas y generar una cotidianeidad en la madre patria, integrarse y sentirse uno más de esta tierra que tanto queremos”.

Alberto Salvatierra, coordinador en Español de Armenian Volunteer Network. Ph.: Araz Hadjian.

Alberto Salvatierra remarcó que “fue muy difícil para mí desde lo emocional” ya que “llevo años estudiando y formándome en el estudio del Genocido Armenio desde un enfoque de derechos humanos y promocionando el estudio del Genocido Armenio en escuelas y universidades en Tucumán”.

“Al tomar contacto con las personas desplazadas sentí mucha angustia al entender que lamentablemente no aprendimos la lección como humanidad y caímos nuevamente en el eterno retorno de Nietzsche, no pude no conectar sus historias presentes con las de 1915. Desde el equipo pusimos lo mejor de nosotros para colaborar y sobre todo entendiendo que estas personas más allá de las donaciones materiales, lo que necesitan es ser escuchadas, saber que existimos personas a los que de verdad nos importan. Las sensaciones fueron siempre intensas al tomar contacto con cada historia, poniéndole nombre y rostro al dolor. Al entender que tal como lo establece Luis Moreno Ocampo estamos ante prácticas genocidas por parte del régimen azerí, las emociones internas aumentaban día a día”.

“Me resultaron muy duras las historias de vida de los niños con lo que estuvimos en contacto. No pude no pensarme a mí mismo a esa edad o a mis sobrinos. Para ponerle nombre y rostro a las historias nombraré a un niño con el que tuve la oportunidad de jugar y charlar, su nombre es Aren, de 8 años de edad, él y su familia fueron desplazados desde Stepanakert. Me quedo con la alegría de los niños cuando me acercaba a ellos y les entrega un turrón (me llevé dos cajas de turrones desde Tucumán para los niños)”.

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