Leo Moumdjian sobre su cobertura de la guerra de Artsaj: “Es una situación al límite para un periodista”

16 de febrero de 2021

El periodista Leo Moumdjian, quien trabajó como corresponsal de guerra en Artsaj (Nagorno Karabaj) para Diario ARMENIA y Audición Gomidas, brindó una entrevista a la agencia Sputnik para dar detalles sobre lo que vivió durante el conflicto.

Moumdjian recordó su visita a la región en 2015 junto con el equipo de Telefe Noticias, por la cual fue colocado en la lista negra de la Cancillería de Azerbaiyán.

En el año 2000, el periodista también viajó a Artsaj: "Ahí se sentía la presencia de la primera gran guerra de 1989 – 1994. Si ibas a la región de Shushí podías ver las casas destruidas sin techo, veías todavía agujeros en las paredes, armamento. Y en esta última visita, tuve la oportunidad de recorrer gran parte de Artsaj, fui a Shushí, por ejemplo, con todas sus iglesias milenarias, colegios armenios invertidos por franceses, había un gran desarrollo en esa región. La capital, Stepanakert, también era una capital moderna, podemos decir, porque había todo tipo de productos. Los edificios también, en un muy buen estado, carreteras, la conexión con Armenia por el sur, en Lachín, y por el norte, en Vardenis. Por lo tanto, esta región estaba muy bien comunicada con Armenia". "Después de la guerra parecía tener un proyecto político. Lo que cambió después de la guerra por supuesto es la pérdida del territorio por parte de los armenios", opinó Moumdjian.

"Cuando estaba todavía volviendo en la etapa de posguerra se me acercaban madres con hijos, chiquitos, con dos, tres hijos, y me decían '¿puedes conseguirme un lugar para dormir?'. Volvían de Armenia y me decían: 'Mi marido murió en la guerra. Tengo tres hijos y el lugar donde yo habitaba ya no pertenece más a Armenia'", relató el periodista argentino. "Unas 30.000 o 40.000 personas se quedaron en esa situación. Estamos hablando de una población oficial de 180.000".

Cuando le preguntaron sobre su momento más intenso, contó que "Stepanakert era atacada constantemente por el lado de Azerbaiyán. Una vez escuché que no se atacaba a la población civil, tengo fotografías de los misiles Smerch sin explotar las casas derruidas. Muchas noches atacaban y algunas de esas noches las pasamos en el búnker del hotel. Era una seguidilla de bombardeos de 10-15 minutos, tenías que bajar al búnker, esperar a que se calmara unos 40-50 minutos y volver a subir a la habitación. Así fue cuatro o cinco veces durante toda una noche. Sentimos el bombardeo muy cerca del hotel. Y después una tarde noche de octubre, de alguna forma, me tuvieron que sacar de ahí. Una parte de estas guerras es la forma en que el periodismo lo cubre. Tienes que tener entrada y salida, plan A y plan B. Me sorprendió ese sábado porque había ido al centro de prensa, quería extender mi estadía unos dos o tres días más. 'Ya no tienes que estar acá', me dijeron. Les dije: '¿Cuál es el peligro?'. Y me dicen que los azerbaiyanos podrían estar en dos o tres días en Shushí".

"Estuve buscando desde las cinco de la tarde y a las nueve de la noche me pude retirar porque había pocos vehículos que iban y venían desde Armenia. Esta era la región a la que no todos se animaban a ir. Entonces durante la salida yo tenía muchos materiales en mi celular y empecé a borrar. Tenía un libro sobre la historia de Nagorno Karabaj y lo tuve que borrar", detalló. "En ese momento, por supuesto, uno también piensa en la familia. Tienes que estar lúcido para preparar tus valijas, qué guardar, qué no llevar. Y además existía la posibilidad de manejar y que te pudieran atrapar. Entonces pensaba: 'Si salgo en vehículo, dónde tengo que estar sentado, si tengo que escapar, si tengo que caminar hasta la frontera…'. Llegué a Goris, que es una ciudad de Armenia. Fueron horas muy, muy tensas en las cuales estuve en ese estado de estrés. Lúcido, pero entendía que podía pasar algo".

"Después volvimos nuevamente a Artsaj y al cubrir ciertas regiones estuvimos muy cerca de los bombardeos. Fuimos una vez a Askerán. Cuando llegamos a la región, empezaron a salir milicias, soldados que suben a pequeños autos, a jeeps, y empiezan a ir a la frontera que estaba ahí a dos o tres kilómetros. Vimos ese nerviosismo, y que los soldados se iban. Algo estaba pasando en esa región. Después, a los pocos minutos, sentimos que empezaban los tiros, las ametralladoras. En la guerra lo que sentí siempre fue la artillería. La reconoces a cuatro, cinco, seis kilómetros. No entramos en pánico, pero es una situación al límite para un periodista", remarcó Moumdjian.

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