Manuela Díaz Arslanian: “Hay que pensar formas para que haya no sólo más armenios, sino también más ciudadanos interesados en memoria y justicia”

11 de junio de 2020

Manuela Díaz Arslanian es comunicadora y trabaja en el departamento de marketing de Radio Mitre. Durante muchos años formó parte de las filas de la Agrupación Ararat donde llegó a ser colaboradora de la Cabaña. En paralelo también formó parte de Badanegán Miutiún y más tarde de Unión Juventud Armenia. Su paso por el scoutismo de Homenetmen y como militante de UJA fueron su acercamiento a la comunidad aremenia y donde recuerda grandes momentos.

—¿Cuál es la historia de tu familia?

—La historia de mis abuelos armenios, María Berberian y Manuel Arslanian, es una historia de amor, superación e incondicionalidad, como la de tantos otros sobrevivientes de genocidios y guerras. Entre 1920 y 1922 mi abuelo vino de Aintab y mi abuela de Alepo, a los cinco años. La familia de mi abuelo eran cuatro varones y cuatro mujeres, la última hija murió de inanición, entonces quedaron cuatro varones, Agop, Juan, Manuel y Antonio, y tres mujeres, Meria, Lucín y Efronia Arslanian. Del lado de mi abuela eran una mujer, María, y tres varones, Moisés, José y Carlos Berberian. Mi abuela se asentó en Palermo, Buenos Aires, mientras que mi abuelo fue primero a San Pablo, después a Montevideo y después se quedó en Vicente López, Buenos Aires. Se conocieron en las típicas reuniones comunitarias. Las dos familias participaban activamente. Mi abuela perteneció a HOM y cantaba en el coro Gomidás. Mi mamá, Cira Arslanian, es la más chica de cuatro hermanos: Juan Carlos Arslanian, Isabel Arslanian y Lucía Arslanian.

—Contanos sobre tu vida profesional.

—Estudié Comunicación en la Universidad de Buenos Aires y tuve la suerte de trabajar siempre en lugares afines: primero en una agencia de prensa, después en una de las productoras de espectáculos más importantes del país y actualmente para el Grupo Clarín, en el Departamento de Marketing de Radio Mitre, además de algunas consultorías freelance.

—¿Cómo es tu relación con la comunidad armenia?

—Al no estudiar en un colegio de la comunidad, mi primer acercamiento con la comunidad se dio a los ocho o siete años gracias a Homenetmen y mi amada Agrupación Ararat tras un largo período de insistencia de mis primos. Después, me enteré de que existía algo que se llamaba Badanegán y, aunque no sabía muy bien qué era, le rogué a mis padres que me llevaran porque muchas de mis amigas iban y quería probar. Ese fue un antes y un después en mi vida personal y profesional porque entre las dos cosas (scoutismo y Badanegán) me fui desarrollando, aprendiendo lo que era el compromiso, los valores, la causa armenia, el trabajo en equipo y podría seguir enumerando un centenar de virtudes más. Después fui creciendo y fui ocupando lugares en la Unión Juventud Armenia (UJA) y, fueron de los años más lindos en donde literal pasaba la mitad de los días en el agump (Asociación Cultural Armenia). Ahí formábamos comisiones de trabajo de acuerdo con nuestros perfiles que después serían -sin saberlo- nuestras vocaciones, hacíamos eventos para juntar plata y comprar insumos para las marchas. Tengo los mejores recuerdos de esos años y le agradezco profundamente a todos los dirigentes y varich que me formaron y marcaron tanto.

—¿Que opinión tenés sobre la comunidad?

—Cuando escucho los testimonios de quiénes pasaron por el Birthright (el programa de voluntariado en Armenia) y los escucho hablar de sus padres, madres y hermanos sustitutos digo “claro, esa es la comunidad”: son hermanos y tías que tenemos por todo el mundo con los que tenemos una unión que solo los que formamos parte de alguna comunidad podríamos describir. Pienso que, como todas las comunidades, la comunidad armenia tiene que boyar entre la persistencia de sus tradiciones y una apertura y permeabilidad suficiente como para poder seguir existiendo y fortaleciéndose a lo largo del tiempo. Pienso que las cosas vienen haciéndose bien y que siempre se pueden hacer mejor. También pienso que los jóvenes debemos seguir ocupando lugares, que deben escucharnos aún más y, por sobre todas las cosas, pienso que debemos seguir formando a los chicos que serán el futuro de la comunidad.

—¿Cómo viste las actividades realizadas en el marco del 105º aniversario del Genocidio Armenio?

—A esta altura es un cliché decir que las cosas cambiaron. Me parece, así como decía en la respuesta anterior, que debe haber una permanencia de las cosas como se hacían que conviva con nuevas perspectivas. Me parece que no debemos dejar de salir a las calles, que no debemos dejar de marchar, que tenemos que seguir pensando nuevas formas de hacer que cada vez seamos no sólo más armenios, sino también más ciudadanos interesados en memoria y justicia. El trabajo de política y networking que creo que ya lo tenemos bastante aceitado. Asimismo, debemos seguir incorporando las plataformas digitales, que ya no son para nada nuevas, y aprovechar todos los canales de comunicación que tenemos para amplificar nuestro reclamo.

—¿Cómo estás llevando y que estás haciendo durante la cuarentena?

—Estoy disfrutando de mi casa y de mis papás, haciendo todas esas cosas que había postergado, trabajando mucho a distancia y tratando de tomarlo como un momento de reflexión y reinvención.

Sofía Zanikian
Periodista
sofi.zanikian@outlook.com

Compartir: