Marcha armenia a las Embajadas de Azerbaiyán y Turquía en Argentina a un año de la guerra de Artsaj

26 de septiembre de 2021

En la tarde del domingo 26 de septiembre se realizó una marcha hacia las Embajadas de Azerbaiyán y Turquía en Argentina para exigir “paz y justicia” a un año de la guerra de Artsaj (Nagorno Karabaj).

La manifestación fue convocada por la Asociación Cultural Armenia con el apoyo de la Unión General Armenia de Cultura Física Homenetmen, la Asociación Civil Armenia de Beneficencia para América del Sur HOM, la Unión Juventud Armenia de la FRA, la Agrupación Juvenil Badanegán Miutiún de la FRA, la Asociación Cultural Armenia Hamazkaín y la Agrupación Representativa de los Armenios Migrantes en Argentina (ARAMA).

“Miles perdieron la vida. Otros tantos dejaron atrás sus hogares. Caravanas de evacuación. El dolor inmenso de los que dejaron sus pueblos. Se llevaron hasta los huesos de sus seres queridos. Lo hicieron porque sabían que el odio primero se arroja sobre los vivos, pero luego, una vez que no queda nadie, se ceba especialmente con la memoria, con los despojos mortales de los hombres y mujeres; con los despojos inmortales de una civilización”, dijo en su discurso Agustín Analian, representante del Gomidé Aram Manukian de la FRA – Tashnagtsutiún, frente a la Embajada azerbaiyana. “Se jactan de vencer a los aniquilados de siempre; a los que, descalzos, conocieron Der Zor. A los que alguna vez hicieron del Mar Negro su hogar y hoy viven a la sombra del Ararat sin poder tocarlo. Incrédulos, hoy nos toca ser testigos de la burla del caído. El cautiverio del soldado que no regresa con su familia. El acoso al pastor de cabras. El corte de caminos. El asesinato ocasional. Todos los días, desde hace un año”.

“El 9 de noviembre se firmó un tratado, pero la satisfacción de ocupar ciudades entregadas no parece haber sido suficiente. El 10 de noviembre comenzó el infierno. Cada día, una guerra. Y desde este lugar lejano nos preguntamos de qué valen todos los tratados que dignifican al hombre si esta historia no concluye”, remarcó el dirigente comunitario. “A un año de la guerra, hoy estamos acá para pedir un final verdadero”.

“Argentina es un país pacífico que casi no conoce de guerras. Los valientes excombatientes de Malvinas todavía pagan las consecuencias de la decisión de la dictadura genocida de abandonar la vía diplomática y pasar a las armas. Sirvan estas palabras como homenaje a quienes se jugaron la vida en defensa de la ocupación ilegítima de territorio argentino. Pero en nuestro país, que tiene muchas deudas con su población, nadie es objeto de odio racial ejercido por otro Estado. Por eso, quizá alguien piense que lo que hoy denunciamos pasa en otro plantea”, continuó Analian.

“Es cierto que los acontecimientos que hoy denunciamos sucedan a 13.000 kilómetros de distancia, pero eso no significa que la Argentina no tenga nada que ver. Si hay algo que quedó claro con la peste que sufrimos el año pasado es que la humanidad es una sola. Por eso, el descalabro del sistema internacional que evidencia la guerra contra los armenios es una amenaza también para la Argentina. Nuestro país es parte de los mismos tratados internacionales que hoy se están violando de manera flagrante. El precedente es inmensamente negativo. El conflicto terminó, pero hay prisioneros de guerra que están siendo torturados; que están siendo juzgados como delincuentes ordinarios; que no regresan a su hogar. ¿La Argentina puede ser indiferente a la tortura una persona? ¿Los argentinos podemos hablar de esto como algo de “geopolítica”? La respuesta categórica es no. No podemos permitir que los hechos que denunciamos sean racionalizados como parte del juego normal entre potencias. Lo que denunciamos es muy serio: es la violación más aberrante a la dignidad humana de la historia reciente”.

Más adelante, Analian se refirió a los sectores de la sociedad civil argentina financiados por los Gobiernos de Azerbaiyán y Turquía: “Hoy estamos acá, pero mañana podemos estar en el club de futbol que viste una camiseta ensangrentada, o en el templo que celebra la conquista de Shushí, o en el ágape de la Embajada al que asisten autoridades, o en la conferencia de ese profesor universitario que abre la puerta a la falsedad ideológica, o en ese teatro en el que se interpreta música apropiada, o en ese canal de TV en el que se miente con descaro. Ya lo hicimos y lo vamos a seguir haciendo”.

Al continuar la manifestación frente a la Embajada de Turquía, Analian resumió: “Ahora estamos acá, donde empezó todo. Frente a los primeros que descubrieron que las demandas de derechos podían resolverse eliminando a las personas detrás de ellas”. “El Estado de Turquía. El antiguo. El moderno. El de siempre. El que antes exigía una comisión de historiadores y hoy exige una provincia. El Estado insaciable. El Estado incontenible. El Estado desbordado. El Estado que ocupa Chipre y Siria. El Estado que incursiona en Artsaj. El Estado que toma todo y no da nada”.

La guerra de Artsaj de 2020 y la invasión a Armenia de 2021

El 27 de septiembre de 2020, Azerbaiyán, junto con Turquía y mercenarios yihadistas de distintos países, comenzó una guerra contra Artsaj y Armenia. Durante la guerra de 44 días los organismos internacionales de derechos humanos registraron diversos crímenes de guerra por parte del Ejército azerbaiyano contra soldados y civiles armenios, entre los que se incluyeron torturas, mutilaciones y ejecuciones, como así también intensos bombardeos contra ciudades y asentamientos civiles. Todas las denuncias fundadas y documentadas de Armenia fueron contrarrestadas por Azerbaiyán mediante la estrategia de la “propaganda espejada”: a cada denuncia de Armenia contra Azerbaiyán respondieron con la misma denuncia contra Armenia, sin pruebas, a fin de difundir información falsa del conflicto y confundir a la opinión pública.

El 9 de noviembre se firmó un acuerdo por el cese de fuego entre Azerbaiyán, Armenia y Rusia. El tratado estableció el fin de las operaciones militares y la devolución de todos los prisioneros de guerra, puntos del acuerdo que no fue cumplido por el Gobierno azerbaiyano que no devolvió a los cautivos y continuó con el avance de su Ejército en distintas zonas. El conflicto finalizó con el Ejército azerbaiyano conquistando todas las regiones circundantes a Artsaj y una parte de la República de Artsaj entre la que se encuentra la ciudad de Shushí, ocupada de forma ilegal por Azerbaiyán. El acuerdo también dio inicio a una misión de mantenimiento de paz por parte de tropas rusas, como así también la apertura de las comunicaciones regionales con el pacto para abrir una vía de comunicación de transporte para unir a la República Autónoma de Najicheván con Azerbaiyán a través del sur de Armenia. Finalizada la guerra, el Gobierno azerbaiyano anunció que consideraba tanto a Artsaj como a distintas regiones de Armenia como parte de Azerbaiyán, por lo que inició una invasión contra Armenia el 12 de mayo de 2021 en las regiones de Syunik, Gegharkunik y Yeraskh.

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