Su visión sobre la República de Armenia

Mario Nalpatian: “Los avances son notables pero aún insuficientes”

17 de septiembre de 2019

A 28 años de la independencia de la República de Armenia, Diario ARMENIA dialogó con el ingeniero Mario Nalpatian, ex miembro del Buró de la FRA – Tashnagtsutiún, miembro del Consejo Nacional Armenio Mundial, consejero del Canciller de la República de Armenia y vicepresidente de la Internacional Socialista.

—¿Cuál es el estado de la joven democracia armenia?

—El Estado armenio se consolida y debo decir que es notable el cambio que se ha producido en estos 28 años. Tenemos que ver desde dónde partíamos. La participación y compresión de la ciudadanía respecto de los cambios son evidentes. La capacidad de reaccionar ante la injusticia, la necesidad de ampliación de sus derechos y la comprensión de que su movilización contribuye a alcanzar esos derechos, inevitablemente genera en las autoridades -cualesquiera sean-, la necesidad de tener una mirada más atenta. Hay un aprendizaje de la ciudadanía, pero también de quienes son autoridad sobre cómo funciona el sistema democrático. Hemos atravesado momentos muy complejos desde la presidencia de Levon Ter-Petrosyan hasta esta etapa del primer ministro Pashinyan. Hemos tenido convulsiones, algunas más serias y otras menores, pero en definitiva el aprendizaje democrático siempre ha sido en el sentido correcto.

Entonces ¿qué podemos decir de los avances de la democracia en Armenia? Que los avances son notables pero insuficientes aún. Es una larga transición, pero va en el buen sentido. Hay deudas en lo social y en lo económico. Esto es propio de un país con dos vecinos que tienen una actitud más o menos beligerante, pero beligerante al fin. Unos la expresan en el campo de la diplomacia, bloqueando iniciativas, socorriendo y siendo parte fundamental del tándem turco-azerí, en instancias multilaterales, internacionales. Al lado está la política de permanente agresión bajo distintas formas que lleva adelante Azerbaiyán. Una parte importante de los recursos de la joven república se destinan a la defensa, que podrían cubrir otro tipo de necesidades de la población, como la infraestructura tan necesaria. Pero soy optimista y veo que este es un proceso que va hacia adelante.

—¿Cómo analiza la denominada “Revolución de Terciopelo” en Armenia?

—Evidentemente, había razones objetivas para la disconformidad de la gente, que salió masivamente a las calles reclamando por un cambio. Era evidente que se estaba agotando una forma de gobernar. Eso se manifestaba en inequidades, en que la justicia no era igual para todos, aunque también debemos rescatar que durante el período anterior al de Pashinyan se produjeron cambios realmente sustantivos en xx la consolidación del sistema democrático. El último y más trascendental cambio fue la reforma de la constitución que llevó a Armenia de una república semi presidencialista a una parlamentaria como la que tenemos hoy, similar a la de las democracias europeas, esto viene a fortalecer el sistema democrático. La democracia en Armenia es muy joven, tiene apenas 28 años, sus instituciones y la gente se están adaptando a eso.

En la actualidad, el gobierno del premier Pashinyan tiene dificultades, propias de la situación heredada y de las expectativas que generó el cambio. No necesariamente el cambio es promovido o alentado desde el gobierno, porque tienen la responsabilidad de conducir y conocen las limitaciones que tienen, pero las expectativas de la gente eran y siguen siendo grandes. En la economía en armenia hay algunos indicadores que son alentadores, otros no tanto. Armenia vive una situación compleja: dada su ubicación geográfica, solo puede tener conexiones al exterior por el norte a través de Georgia y el Mar Negro, y por el sur a través de Irán, dos países que tienen excelentes relaciones con Armenia, algo que debemos cuidar y fortalecer.

—¿Y la democracia en general?

—En lo que se refiere a la democracia de Armenia y el sistema de partidos, Armenia tiene una carencia que no ha sido superada en los últimos años y es precisamente la conformación del campo político. No tiene partidos políticos orgánicos, aparecen personalidades que alrededor de ella generan interés, pero realmente los partidos políticos en Armenia tienen una vigencia menor. La única fuerza orgánica constituida con presencia territorial es la Federación Revolucionaria Armenia, esto lo reconocen todos. Su aporte y sus discusiones están siempre centradas en una visión global de la realidad armenia, y no me refiero estrictamente al territorio de la República de Armenia, sino también a Artsaj y la diáspora.

Los movimientos que van apareciendo en la sociedad civil junto a la aparición de algunas organizaciones no gubernamentales que alientan nuevas formas de comunicación política, de vinculación y participación de la sociedad, son interesantes y para observar, pero también debemos tener muy presente que muchas de estas ONG son organizaciones que en algunos casos persiguen intereses que van en contra de las necesidades nacionales de la República de Armenia y del pueblo armenio en general.

Es alentador ver que en el último tiempo en Armenia hay una mirada distinta respecto de la diversidad, de los fenómenos que reclama la juventud, de una nueva inserción en el mundo atendiendo que Armenia también debe sumarse a algunos cambios. Esto encuentra resistencias, comprensibles y atendibles, por eso en algún momento hablábamos de que el diálogo, y en particular el diálogo promovido de las instancias gubernamentales, tiene que contribuir a coordinar y a armonizar lo diferente. Esta es una necesario para el fortalecimiento del sistema democrático junto a instituciones fuertes y sanas. La participación ciudadana siempre debe ser alentada desde el Estado. Ojalá el gobierno, y también las organizaciones no gubernamentales, los partidos políticos, o sea todos los emergentes de la sociedad civil puedan juntarse y superar situaciones que se han dado.

—¿Cómo ve la situación social y económica del país?

—En el campo social, todavía hay muchas deudas pendientes. No hay una justa distribución de los ingresos. El gasto social es reducido, las capas más desprotegidas no la pasan bien, la educación y la salud, las pensiones, no están en los estándares que la población armenia merece. De alguna manera, la educación y la cultura fueron de lo mejor que pudimos heredar de la etapa anterior. No hemos llegado a esos estándares y es evidente que los requerimientos del pueblo armenio merecen una mejora sustancial en las políticas sociales. El Banco Central de Armenia es una de las instituciones más sólidas y responsables. La institución que maneja la política monetaria, que tiene una incidencia fundamental en el diseño de la economía de Armenia, actúa con mucha seriedad, lo podemos ver en el sistema cambiario y en el flujo de divisas. Hay un control y un seguimiento de cerca de la deuda externa de Armenia que está creciendo y ese es uno de los temas a tener en cuenta. En lo que se refiere a las exportaciones, el principal mercado de Armenia sigue siendo Rusia y los países de la Unión Económica Euroasiática (UEE). Haber ingresado en la UEE para Armenia como parte de una alianza más amplia con los países de la región, con los países de la ex esfera soviética, es alentador.

Armenia también está próxima al mayor mercado de un mundo globalizado: China. Con India hay relaciones excelentes y seguramente los estándares de los productos de Armenia pueden encontrar más rápidamente mejores mercados hacia oriente que hacia otras regiones. También es muy importante lo que se está desarrollando en Armenia en áreas de las nuevas tecnologías, de la innovación. Son proyectos a mediano y largo plazo, muchos de ellos ya están en marcha. Hay una intención en particular del presidente de la república, Armen Sarkissian, de vincularse con empresas internacionales que requieren servicios de outsourcing y Armenia los puede ofrecer, dada la capacidad y la calidad de su gente. Armenia puede y debe transformarse en un espacio de creación. Hay compatriotas que desde la diáspora están apostando a Armenia con inversiones importantes, pero también están recibiendo desde Armenia toda la capacidad y la materia gris que los armenios generan. Creo que ahí está uno de los grandes secretos del futuro de Armenia. En un espacio geográfico reducido, con limitaciones geográficas, el desarrollo del intelecto y las capacidades de los armenios pueden hacer la diferencia. Eso va a contribuir también a que los armenios de la diáspora veamos en Armenia la posibilidad de involucrarnos. No solo viéndola como un destino turístico o la tierra de nuestros mayores, sino también como un lugar para la inversión, y por qué no, para radicarse y vivir.

—Con respecto a eso, ¿se mantiene un balance en política exterior?

—La política exterior de Armenia es en general cuidadosa y a pesar de los cambios que hubo con la llegada del gobierno de Nikol Pashinyan no sufrió cambios esenciales. Aunque aparecen algunas manifestaciones que la diferencian de la anterior, pero yo confío plenamente en que el canciller Zohrab Mnatsakanyan, una persona muy seria y responsable, con un sentido claro de sus responsabilidades y obligaciones mantenga la claridad de conceptos que hasta ahora manifiesta. Respecto de la cuestión de Artsaj, hemos visto en los últimos tiempos algunas contradicciones en el seno del gobierno que obligaran a la Cancilleria a estar muy atentos. Luego de la Revolución de Terciopelo, algunos centros de poder en occidente llegaron a Ereván con la intención de que Armenia revise la orientación de su política exterior, promoviendo un alejamiento de lo que tradicionalmente era y es la alianza con Rusia. Esto no es positivo para el pueblo armenio en esta instancia histórica. Armenia forma parte de la alianza estratégico-militar con Rusia y otros países de la región.

Debemos tener una política exterior con iniciativas sumamente activa, y en esto no alcanza el diseño que pueda hacer el Canciller y su equipo, que es gente muy valiosa, a esto deben sumarse las embajadas con su cuerpo diplomático, que son la polea de transmisión de la política exterior. Ellas son las que deben, en sus países de actuación, realizar las tareas de ampliación de relaciones, creación y fortalecimiento de vínculos, y generar nuevas oportunidades para Armenia. No siempre lo vemos, es un tema que tendrán que resolver las autoridades de Armenia.

Lo ideal, lo que aspiramos todos los armenios, es que nuestras representaciones diplomáticas sean activas, tengan iniciativa, tengan capacidad de trabajo, se vuelvan trascendentes en los lugares donde están.

—¿Cuál es el rol de Artsaj en este punto?

—Una de las cuestiones que no pueden dejar de inquietarnos y para lo cual necesitamos seriamente que en esto se actúe con máxima responsabilidad son los disentimientos que están ocurriendo en los últimos tiempos entre las autoridades de Armenia y Artsaj. Tal vez debemos ponerlos en el contexto de que naturalmente se tenían que dar dado el cambio sustancial que ha habido en Armenia. Es evidente e imprescindible que Artsaj y Armenia tienen que funcionar en forma coordinada, sincronizada. La situación de Artsaj en este momento no es de máxima tensión como hemos tenido, pero sí es una situación de conflicto no resuelto. En este momento, como en los últimos años, hay un cese de fuego que se prolonga, pero que es violado casi a diario por Azerbaiyán.

Azerbaiyán desarrolla una política exterior muy agresiva, lo vemos acá en Sudamérica permanentemente, y cuenta no solo con los recursos propios, sino también con el apoyo estratégico de Turquía. La diplomacia armenia tiene que hacer frente a ese aluvión que es la diplomacia inescrupulosa, que no repara en medios, como es la de Azerbaiyán. Entonces Armenia y Artsaj no pueden funcionar sin sincronizar sus movimientos, tiene que haber un entendimiento pleno. Recientemente hubo elecciones de autoridades locales en Artsaj, que continúa en la construcción de un Estado democrático. Cada elección es un paso más que demuestra que los habitantes de Artsaj y sus autoridades están decididos a mantener su soberanía, profundizar sus concepciones democráticas y trabajar para el reconocimiento internacional de su existencia.

En este sentido la diáspora tiene mucho que hacer, tiene mucho que ofrecer. La diáspora está en deuda con la República de Armenia. Tenemos que tener una mirada de mayor solidaridad, una mirada de mayor compromiso para que Armenia y Artsaj se fortalezcan. 28 años de independencia de un Estado independiente para los armenios es un logro inmenso. Carecimos de un Estado independiente por más de seis siglos. Esto hay que rescatarlo, sostenerlo y fortalecerlo. Estoy convencido que nuestro mayor aporte a las celebraciones del 21 de septiembre es involucrarnos, informarnos y participar para que Armenia se fortalezca.

—¿Cuál es el estado de la Causa Armenia teniendo en cuenta los últimos 28 años?

—Hubo avances importantísimos. La independencia de las Repúblicas de Armenia y de Artsaj abrió un nuevo horizonte para la lucha por la Causa Armenia. Hasta 1988, nuestra lucha fundamental era por el reconocimiento internacional de Genocidio Armenio, el reclamo por los territorios usurpados y la anexión de Najicheván y Karabaj a la entonces República Soviética de Armenia. Hoy tenemos como elementos sustantivos de la lucha de la Causa Armenia el reconocimiento internacional del Genocidio Armenio y la lucha contra el negacionismo, han habido avances muy importantes en estos últimos 30 años. Tenemos que Artsaj es una Republica independiente, aún no se ha unido a Armenia, esa es una aspiración irredenta, hemos recuperado territorio armenio. El 21 de septiembre de 1991, los territorios armenios independientes eran de 29.000 kilómetros. Hoy son de 42.000 kilómetros.

La Causa Armenia también requiere de nosotros compromiso con la realidad de la República de Armenia, esto es con su crecimiento y desarrollo económico, su seguridad, el fortalecimiento de la educación, nuevas tecnologías y las ciencias. Esta es una causa nacional, de todos los armenios, y si bien la existencia de Armenia y de Artsaj son hitos importantísimos en la dirección de la concreción definitiva de la Causa Armenia, aún hay mucho por hacer. Tenemos la responsabilidad de seguir trabajando para fortalecer a las dos repúblicas, asegurar su crecimiento y su seguridad. Sectores que durante décadas habían sido indiferentes o críticos respecto de la prosecución de la Causa Armenia, hoy se suman y trabajan mancomunadamente para consolidar los logros… tal vez este sea el mayor e invalorable éxito de la Causa Armenia en estos 28 años. Armenia y Artsaj precisan de todos nosotros.

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