México: una región clave para preservar la tradicional cerámica armenia

17 de mayo de 2021

Corinne Aivazian se autodefine como una poeta, cineasta y artista visual que investiga narrativas históricas que tienen el potencial de incitar al cambio en el presente. Sus proyectos abordan temáticas relacionadas al trabajo con la tierra y sus distintas prácticas. En este sentido, está trabajando con la idea de rescatar las técnicas de la utilización del barro en Armenia. En su búsqueda de aprender más sobre los métodos armenios aparece una clave y una posible ubicación: Oaxaca, México. 

Hace algunos años que Aivazian empezó su investigación durante sus visitas al Museo de Historia en Ereván, Armenia. “En Armenia hablé con los curadores sobre sus colecciones de arte”, dice Aivazian mientras explica su proceso de investigación. “Hablamos sobre las piezas: dónde las encontraron, cómo habían sido creadas o con qué fin”. Fue así que la investigadora se especializó más sobre el arte de los cerámicos armenios. 

Lamentablemente, cómo resultado de la influencia Soviética y la dispersión de los armenios durante y después del Genocidio, cada vez son menos los armenios que utilizan el método tradicional para crear este tipo de arte; ni siquiera en piezas tan simples como el tonir (horno) o karas (vasija de vino).

“Las cerámicas dependen de barro y su lugar de origen”, explica. “Los productores de cerámicas tienen procesos específicos y estos varían según el tipo de barro y el origen de la misma. No es un tipo de arte que pueda viajar fácilmente, como la joyería o telas armenias”. 

Como consecuencia, mientras que otros tipos de artes tradicionales fueron preservadas por las comunidades de diáspora armenia, la preservación de sus cerámicas está en peligro.  Esto es lo que motiva a Aivazian a investigar las técnicas armenias: “Cuando visité la antigua Unión Soviética, sentí que estaba conociendo las últimas personas que saben algo sobre este tema. Por eso, el tiempo y la velocidad me parecen crucial”, afirmó más adelante Corinne Aivazian. 

Durante sus investigaciones, Aivazian notó que muchos de los objetos, tanto del museo de Historia en Ereván como las piezas armenias encontradas en colecciones alrededor del mundo, estaban hechas de un barro negro específico. Un material similar al barro negro de México, el país natal de su esposo, Diego Flores Manzanedo. 

Las geografías de Armenia y Oaxaca tienen mucho en común, un dato importante, ya que esto impacta en la calidad y el tipo de barro. “Oaxaca me recuerda mucho a Armenia. Para tener un barro de calidad es esencial un lugar con muchas montañas y con actividad tectónica”, explica Aivazian. Los terremotos son comunes en Armenia y Oaxaca. Por ejemplo, la ciudad de Gyumri, destruida durante el terremoto de 1988, es un gran yacimiento de barro.

“Cuando fuimos a México vi cómo se creaban las piezas de cerámicas y me di cuenta que era el mismo proceso que describió uno de los curadores del Museo de Historia. Los procesos y las piezas de las colecciones de Armenia tienen mucho en común con los de México”, agregó. 

Corinne Aivazian planea regresar a Armenia para continuar con sus investigaciones: viajar a distintos pueblos, encontrar y documentar los artesanos que quedan y descubrir más yacimientos de barro en Artsaj y Armenia. 

Hoy en día, Aivazian maneja Terra Collectivo, un taller donde junto con su equipo busca preservar las tradiciones enseñando el oficio. Oaxaca es una  oportunidad para experimentar de la mano de expertos las técnicas tradicionales de la cerámica armenia. “Estoy tratando de aprender la mayor cantidad de técnicas históricas armenias que existen aquí en México, para que podamos enseñarlas en Armenia, y para que podamos resucitar nuestra herencia”, concluye la investigadora. 

Knar Bedian

Especial para Diario ARMENIA

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