Misión humanitaria a Siria: Una decisión difícil para Armenia
En medio del agitado clima político de Armenia, una importante decisión fue dada a conocer casi en voz baja. El ministro de Defensa David Tonoyan anunció que Armenia enviará una misión diplomática de casi un centenar de especialistas en desminado, médicos y militares a Siria. El premier Pashinian había hablado de esta misión a mediados de agosto, como una muestra del alto nivel de las relaciones armenias con Moscú.
Después de la visita oficial a la capital de Rusia días atrás, se confirmó oficialmente el envío del contingente que acompañará a las tropas rusas enarbolando la insignia armenia. La noticia dio lugar a diferentes comentarios, preguntas y especulaciones y también abrió la puerta a la contrapropaganda.
Por ejemplo, los analistas aseguran la existencia de una tesis en la que Serge Sarkissian se resistió a aprobar la citada misión, mientras que Nigol Pashinian la consintió en plan de aliviar la insatisfacción de Putin por algunas medidas del actual gobierno armenio.
Lo real es que la propuesta de la misión a Siria comenzó en tiempos de Sarkissian. El entonces ministro de Defensa Vikén Sarkissian había hablado oficialmente sobre ello, pero el jefe de estado armenio no se puso de acuerdo con Putin porque consideraba que el proceso era muy complicado y que la acción no era parte del convenio armenio-ruso.
Una de las observaciones radicaba en la postura contraria de Ereván a la coalición occidental que actúa en el conflicto. Una primera mirada sobre el tema hace parecer esta cuestión como fundamental. De hecho, es casi imposible comprender el régimen de acuerdos políticos imperante en Medio Oriente, los compromisos ocultos y el alcance y detalle de los mismos.
La verdadera situación del conflicto y sus derivaciones políticas no se reflejan con claridad los medios de comunicación rusos, occidentales, israelíes o árabes.
Por lo tanto, Armenia debe acercarse al diferendo mediante una labor diplomática intensa e integral, teniendo en cuenta intereses y estrategias. Desde este punto de vista, Armenia debe decidir si participa en el ya intrincado entramado que sobrevuela el ya extenso conflicto. Es indudable que existe el factor armenio, independientemente de la decisión de Armenia. Entonces, la pregunta es simple: ¿tratará Armenia de involucrarse y participar o preferirá que otros jueguen el factor armenio?
Ahora, el problema es otro si Ereván se involucra en acciones militares. En este caso el problema no será que a Occidente no le guste y nos perjudique, sino es que les guste o no, no deberíamos implicarnos en ningún choque armado.
Por otra parte, Armenia está involucrada en lo humanitario, lejos de lo enfrentamientos armados, en apoyo a los armenios que viven en Siria.
Es igualmente errónea la percepción de que será difícil explicar el interés armenio en la cuestión y que Occidente no pueda comprender que el paso dado por Armenia no contiene ningún desafío indirecto para la coalición occidental.
Después de todo, Occidente ha adoptado un enfoque racional hacia Armenia, entendiendo que el vínculo del país con Rusia no puede afectar el desarrollo de las relaciones entre Occidente y Armenia. Además, la estabilidad y el proceso de las relaciones con Rusia pueden crear una base argumentativa para profundizar las relaciones con Occidente.
En un sentido más profundo, este es un interés básico que es legítimo tanto en Rusia como en Occidente, lo que fue expresado en algunas declaraciones de diplomáticos y funcionarios occidentales.
Paralelamente, nuestros intereses nacionales se construyen en direcciones diferentes, y desde este punto de vista, al trabajar con Rusia en una misión humanitaria en Siria, Armenia puede tener una nueva oportunidad de acercarse a Occidente en el problema de Medio Oriente, mediante una adecuada evaluación de la crisis y las habilidades de nuestra diplomacia.