Mujeres forjadoras de la República de Armenia de 1918

28 de mayo de 2020

Por lo general, a medida que pasa el tiempo los hechos que se recuerdan son los más trascendentales, los personajes más destacados son los que perduran en la memoria. Ha ocurrido y ocurre en todas partes, en cualquier época. Sin embargo, muchas veces son también verdaderos protagonistas aquellos que obran desde el anonimato, e incluso llegan a ser factores esenciales de lo trascendental.

Recordar el nacimiento de la República de Armenia en aquel 1918, celebrar su existencia, es rendir homenaje a cada uno de los que dieron todo de sí para obtener ese logro soñado. De algún modo nos retrotrae en el tiempo y es casi imposible no remitirnos al fatídico 1915, en cuyo Abril nuestro pueblo vio teñir con su propia sangre la página más cruenta de su milenaria historia, en un vía crucis que intensificó el terror ya existente desde hacía tiempo.

Una nación que padecía aquel infierno desatado por la barbarie turco-otomana, mientras la casi totalidad del mundo “civilizado” de ese entonces hacía oídos sordos, pero que sin embargo tuvo el coraje y la valentía de enfrentar desafíos sobrehumanos y de aferrarse a sus ideales y derechos, logrando saciar su sed de libertad e independencia con la declaración de la República de Armenia, hace ya 102 años. En un territorio diezmado, en lo que apenas era una porción de lo que habían sido sus tierras ancestrales. Pero libre e independiente al fin.

Lo que parecía una utopía imposible se convirtió en realidad. Gesta inolvidable lograda gracias al heroísmo de muchos, al sacrificio y a la valentía de cientos de miles.

La República de Armenia de 1918 fue, para su época, un estado de avanzada. Sus líderes adoptaron conceptos innovadores y aplicaron iniciativas fundacionales, algunas de las cuales sortearon tempestades y aún hoy permanecen vigentes, en la República de Armenia actual.

A diferencia de muchas otras naciones, el protagonismo de la mujer armenia adquirió aún mayor notoriedad. Fue ella quien, ante las adversidades, debió afrontar lo peor, demostrar una fortaleza impensada durante las masacres y cobijar bajo su cuidado familias a las que se les había arrebatado la figura paterna, ayudar a los más débiles, enseñar a los más pequeños incluso en el desierto. La mujer armenia no dudó en tomar las armas cuando fue necesario y luchar en defensa de su nación a la par de los hombres. Y a través de instituciones como HOM, no tuvo ningún temor ni reparo en adentrarse en el desierto y en los confines del Asia Menor con el propósito de rescatar de manos de turcos, árabes o kurdos a niños armenios sobrevivientes del Genocidio perpetrado por el Estado turco.

Conceptos como la igualdad de género, los derechos de la mujer, la educación igualitaria, fueron una realidad palpable durante el primer gobierno de la República de Armenia. La mujer armenia, íntegra y defensora de los derechos de sus connacionales y de las tradiciones de sus ancestros, como ciudadana de la recién nacida república tuvo derecho, en el año 1919, a votar y a ser votada. De ese modo Armenia se convirtió en el primer Estado en reconocer oficialmente el derecho de participación de la mujer en la vida político-nacional.

Las tres parlamentarias de la República de Armenia de 1918-20: Berdjuhí Bardizbanian-Parseghian, Dra. Gadariné Zalian-Manukian y Varvaré Sahakian, en ese orden.

Son especialmente emblemáticas las figuras de la embajadora Diana Aghapekian-Apkarian, y de las parlamentarias Berdjuhí Bardizbanian-Parseghian, Varvaré Sahakian y la Dra. Gadariné Zalian-Manukian, dignas representantes del protagonismo femenino en aquellos años que forjaron los cimientos de nuestra república.

Embajadora Diana Aghapekian-Apkarian

Diana Aghapekian-Apkarian había nacido en Nor Djughá; desde temprana edad su familia se trasladó a Calcuta, India, donde una vez finalizados sus estudios en la escuela armenia y en institutos británicos se interesó por la labor solidaria. Contrajo matrimonio con Apkar Mikael Apkarian, un importante comerciante de seda en Japón, razón por la cual el matrimonio se estableció en la ciudad de Yokohama. En el año 1919 Diana Apkarian fue designada embajadora de la República de Armenia en Japón y cónsul en Yokohama, por lo cual se la considera la primera embajadora mujer en el mundo. Su labor diplomática fue brillante, e hizo especial hincapié en la difusión de temáticas relacionadas a la historia y geografía armenias, al Genocidio Armenio, y a la recientemente creada república, a través de informes, notas periodísticas y libros.

En marzo del año 1919 tuvieron lugar en Ereván, ciudad capital de la República de Armenia, las primeras elecciones parlamentarias de la historia del pueblo armenio. Berdjuhí Bardizbanian-Parseghian, Varvaré Sahakian y la Dra. Gadariné Zalian-Manukian, pertenecientes al partido gobernante, la FRA-Tashnagtsutiún, fueron las tres mujeres electas como representantes en dicha Asamblea Nacional.

Nacida en Edirné y habiendo tenido entre sus maestros a Rostom, Berdjuhí Bardizbanian-Parseghian estudió literatura y pedagogía en Ginebra. Escribió poesías y relatos, que fueron recopilados en el libro “Después de la tormenta”. Sarkís, su esposo, destacado dirigente tashnagtsagán, había sido asesinado el 24 de Abril de 1915, lo que impulsó a la joven a mantenerse firme en sus convicciones y a continuar la lucha por los derechos de su pueblo. Como miembro del Parlamento de la República de Armenia llevó a cabo una importante labor, en especial en su Comité de Asistencia. Tras sovietización de Armenia debió exiliarse a París, donde continuó con su labor literaria.

Varvaré Sahakian era, al igual que su esposo, dueña de un noble patriotismo. Habiendo sido electa miembro del Parlamento de la República de Armenia, formó parte de su Comité Educativo, lo que le permitió tener una participación decisiva en la elaboración de los programas educativos. Tras la sovietización de Armenia debió refugiarse en Tavriz, dando así inicio de un largo recorrido en el exilio por distintos países.

En su rol de médica, la Dra. Gadariné Zalian-Manukian concentraba la mayor dedicación de su servicio al cuidado de los huérfanos y refugiados sobrevivientes del Genocidio, que en su mayoría eran provenientes de las provincias de Armenia occidental. En el año 1917 contrajo matrimonio en Ereván con Aram Manukian, uno de los líderes fundacionales de la República de Armenia. Dos meses después de la temprana muerte de éste a causa del tifus, Gadariné fue electa miembro del Parlamento de la República de Armenia, y allí se destacó por la labor realizada en su Comité Médico. Después de la sovietización de Armenia, Gadariné decidió permanecer en el país, junto con su pequeña hija Seta, pues allí descansaban los restos de su esposo, sin perjuicio de la infinidad de padecimientos que debió soportar en especial a causa del protagonismo de ambos en época de la república.

Monumento a HOM en Ereván.

Inolvidables son también, entre tantas otras, mujeres como Maró Stepanian y Sató Hagopian, dedicadas militantes tashnagtsagán, quienes a costa de su bienestar personal arriesgaron todo por sus ideales. Sató incluso fue encarcelada tras la sovietización de Armenia, y sometida a torturas; una vez liberada, pasó a Zankezur, donde continuó la lucha junto a Karekín Nyteh, aunque con el tiempo debió buscar refugio en el extranjero. Finalmente se estableció en París, y fue una de las fundadoras de HOM de Francia.

Los ejemplos de mujeres forjadoras de nuestra historia victoriosa son muchos, y fue su accionar lo que nos condujo a logros de otro modo impensados.

En este 102° aniversario de la República de Armenia, en el que el legado de quienes hicieron posible esa gesta histórica nos inspira y guía el camino de las generaciones futuras, es imperativo que el rol de la mujer armenia se afiance cual faro que ilumina a pesar del tiempo y la distancia.

Desde lo alto de una de las colinas de Ereván, cual símbolo de la mujer armenia se yergue, majestuosa e imperturbable, el inmenso monumento a la Madre Armenia, cuya mirada, dirigida al Ararat, vigila la frontera con Turquía. No muy lejos de allí, en el parque del Panteón de Gomidás, el Monumento de HOM, erigido en ocasión del centenario de nuestra organización, representa también a la mujer armenia que, con sus brazos extendidos, recoge en su regazo a infinidad de grullas, que simbolizan a la Diáspora regresando a la Patria. Ideales reflejados en el bronce, que transmiten su mensaje indiscutible, para que en este nuevo aniversario de la República de Armenia se afiancen hacia la concreción de una Armenia libre, independiente y unificada.

Dra. Graciela Kevorkian
Abogada – Traductora
grakevorkian@yahoo.com

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