No celebramos, luchamos

10 de marzo de 2020

Por supuesto se celebra que haya una mesa de encuentro como IARA que englobe a todas las instituciones. Porque en el siglo XXI este formato verticalista ya está prácticamente obsoleto, en eso tenemos que estar bastante de acuerdo. Pero al menos sabemos que se dan cita representantes de cada una de ellas y se pondrán de acuerdo o no con temas que refieren a nuestra comunidad.

Ahora bien, cuando el/la los/las que redactó/redactaron el “saludo” del Día de la Mujer, ¿fue aprobado por todas las partes? Es preferible creer que no lo leyeron aunque esto ponga en evidencia una falla en la dirigencia comunitaria.

“En el Día de la Mujer, IARA saluda a todas las mujeres, quienes con su trabajo contribuyen a la manutención de sus hogares, al desarrollo de nuestra comunidad y de nuestro país”, reza el primer párrafo y es donde se enciende la luz roja: ¿manutención?, ¿hogares? No, señores, esta nueva ola de emancipación femenina está a años luz de ese concepto.

Continúa: “Como base de la familia, en la historia de la humanidad, la mujer ha ocupado distintas posiciones en la esfera social. Muchas veces relegada al hogar y a tareas relativas a lo estrictamente familiar, no fue hasta el siglo XX cuando comenzó a lograr una inserción más activa en lo laboral, aunque en condiciones que nunca se igualaron a las del hombre, tanto en las remuneraciones como en el reconocimiento social”. Si bien la segunda línea no está falta de verdad, lo de “base de familia” hoy no está delimitado por la mujer ni su pareja masculina. Dos hombres juntos y dos mujeres juntas también son base de familia; una mujer sola con sus hijos lo es y hasta un hombre solo.

El texto sigue haciendo alusión a la fecha elegida para la conmemoración (el incendio en la fábrica de camisas Triangle en Nueva York donde murieron 129 mujeres mientras reclamaban derechos laborales) y la lucha de estas obreras.

Y ahí hacemos un apartado: la lucha. De eso se trata. No estamos festejando nuestra condición de mujer, estamos reclamando lo que nos debe la historia y para eso se batalla. Tener que aclarar esto hoy en día resulta arcaico. Sobre todo si pensamos en nuestra propia batalla como armenios. Somos un pueblo que sigue reclamando justicia. Es necesario entonces contextualizar cada paso que damos como humanidad. Justamente hablando al respecto con la colega Romina Bedrossian, me destacaba que si bien hay historias como la de Sosé Mayrig que tan bien conocemos, ¿cuántas mujeres de armas tomar, cuántas pensadoras intelectuales, cuántas que lograron cambiar el curso de nuestra historia conocemos? Apenas un puñado.

El “saludo” de IARA remata destacando la labor de esas mujeres pero obviando lo principal: son anónimas. Nadie se ocupó de darles el espacio necesario ni puso su nombre en lo alto. La realidad en Armenia es un tema aparte, apenas agregaremos que ahí el machismo es abrumador. Y en lo que refiere a la diáspora, evidentemente en el afán de mantener la cultura y costumbres -si bien absorbidos por la sociedad en la que nos insertamos, esto es: con cierta libertad adquirida- no resulta menos sofocante la postura del varón frente a la mujer.

Dentro del movimiento feminista hay mil y una voces diferentes, afortunadamente. Los argumentos críticos se lanzan contra una idea de feminismo que considera necesaria que la mujer sea “protegida por la sociedad”. Esta postura revierte al feminismo. Tanta definición de feminismo también es limitarlo. La mujer no quiere lo mismo que el hombre: quiere otras cosas -más de unas, menos de otras-. Esta idea y esta práctica atenta contra el identitarismo y apura estereotipos.

Es necesario repensar todo desde la base. Tanto lo político (el mundo democrático, el orden capitalista) como lo marcadamente social (la familia, el trabajo) deben ser puestos en cuestionamiento. Como comunidad debemos evitar que la conversación cultural del movimiento feminista se vuelva una idea blanda y prosaica.

Y estos textos no ayudan a la lucha.

Lala Toutonian
Periodista
latoutonian@gmail.com

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