Opinión

Nuestra Ereván cada día más joven

24 de octubre de 2017

erevan-3Ereván celebra por estos días su cumpleaños 2799. La capital de Armenia fue fundada siete siglos antes de la era cristiana por el monarca Arghishti I quien construyó en sus alturas la fortaleza de Erepuní, denominación que recibió luego la ciudad.

Por algún motivo seguramente de estrategia comercial, la mayoría de los vuelos transcontinentales llegan a Armenia en horario nocturno ofreciendo a los viajeros una postal luminosa y multicolor que  profundiza las emociones de quien llega a la tierra de sus mayores. Y no es que el profundo sentimiento invada a los que arriban por vez primera, podemos dar fe que cada nueva llegada es aun más movilizadora.

Ereván es una gran urbe que tiene mucho de europea en sus áreas céntricas manteniendo al mismo tiempo un semblante más antiguo en su periferia. La modernidad se destaca y es la que atrae a los turistas extranjeros que por lo general no se alejan del casco céntrico más que para salir de excursión. Pero hay otra Ereván, más popular y humilde que conserva su viejo formato y a la que las inversiones tienen abandonada, impidiéndole mejorar su nivel de vida y proyectarse en el desarrollo que merecen sus habitantes.

La capital de Armenia tiene muchas cosas positivas, por ejemplo la total seguridad que transmite a propios y extraños. En los últimos años ha mejorado mucho su sistema de transporte donde sobresale su única línea de subterráneos a la que complementan más de setenta líneas de colectivos y trolebuses con tarifas más que convenientes -el pasaje no supera los veinte centavos de dólar-, y el servicio de autos con taxímetro con un costo casi ínfimo pues permite recorrer seis kilómetros al valor de poco más de un dólar. También pueden tomarse como puntos a favor la enorme oferta cultural a través de sus museos y salas de teatro con una variedad de espectáculos realmente admirables.

No podemos soslayar el sector hotelero que año tras año viene sumando nuevos establecimientos, muchos de ellos de nivel internacional, lo que permite una mejor elección de acuerdo a la aspiración y posibilidades económicas de los visitantes.

Como hechos negativos debemos nombrar en primer término el desapego de las autoridades de la ciudad en defender su patrimonio histórico y arquitectónico. Es inentendible que se haya permitido la instalación de una pizzería en los altos del edificio que albergó al primer parlamento de 1918 o que se haya autorizado la venta de la casa de Aram Manukian, fundador de la República de Armenia, a un “inversor” suizo de origen armenio que la destrozó dejando a salvo sólo su fachada que hoy se encuentra amenazada por peligro de derrumbe.

Tan grave como los hechos anteriores fue la decisión oficial de expropiar una enorme cantidad de viviendas ubicadas en el centro de Ereván para dar paso a una diagonal a la que se denominó pomposamente Avenida del Norte, por cierto atractiva, pero con edificios y locales deshabitados debido a la ausencia de oferentes. El saldo de esa pretendida medida de modernización fue una gran cantidad de familias que fueron expulsadas de sus hogares recibiendo a cambio solo migajas.

Pero Ereván enamora a sus visitantes agasajándoles con calidez del amigable anfitrión que abre las puertas de su casa ofreciendo lo mejor de sí. Nadie que la haya disfrutado alguna vez se resistirá a repetir la experiencia cada vez que tenga oportunidad.

“Ereván, ciudad del amor”, fue el eslogan del 2799 aniversario y realmente es acertada la definición, nuestra capital siempre nos espera con su mejor rostro.

Jorge Rubén Kazandjian

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