Opinión

Pashinian y sus contradicciones

24 de octubre de 2018

pashinian“¿Debemos ser optimistas? Estamos obligados a serlo porque respetamos a nuestros hermanos y queremos lo mejor para ellos, pero nuestra mirada crítica siempre estará dispuesta a enfrentar los errores de gobierno, la corrupción y la mentira de los malos funcionarios”, así rezaba el último párrafo de la nota de opinión publicada el pasado 12 de abril donde objetábamos la decisión de Serge Sarkissian de continuar en el poder.

Apenas unos días después se desencadenaba el fenómeno Pashinian quien luego de comenzar casi en solitario su campaña anti Serge, logró a partir del inusitado apoyo popular logrado con sus mítines, hacer renunciar a Sarkissian y encaramarse en el puesto de primer ministro después.

A partir de allí el nuevo premier armenio no cesa en su lucha por construir poder en una escalada política plena de decisiones personales que lo catapultan al puesto de líder popular indiscutido.

La calle le responde y cada convocatoria suya es un éxito. Acaba de probarlo días atrás, cuando disgustado con el Parlamento llamó a sus seguidores a rodear la Asamblea Nacional para reclamar la garantía de ser nuevamente electo primer ministro luego de su renuncia al cargo, forzando la disolución del legislativo y llamando a elecciones parlamentarias extraordinarias.

Sin embargo, es casi imprescindible enumerar una serie de disposiciones adoptadas por Pashinian, que justo es decirlo, no se desvían de su anticipada postura de ir por el todo. “Seré electo primer ministro a través del pueblo y con su apoyo, o no se elegirá a ningún primer ministro de Armenia”, repitió una y otra vez a las masas que lo aclamaban, en una combinación de discurso político y autoritarismo que podría dar lugar a futuras dificultades.

Durante muchos años Pashinian mantuvo un discurso prooccidental que lo alejaba de Rusia, empero, apenas llegó al poder se desdijo y luchó con denuedo para ganar la confianza de Moscú. Uno de los caballitos de batalla de sus duros discursos de campaña fue la lucha contra la corrupción, pero una vez en el gobierno solo apuntó a un sector de la oligarquía acomodada con el gobierno saliente y se olvidó de la otra mitad de la clase dominante liderada por otros empresarios sospechados como Gaguik Tsarukian.

Sostuvo también un duro discurso contra las fuerzas del orden de la administración saliente y terminó designando jefe de Policía al mismo funcionario al que acusó de reprimirlo. Más aún, pocos días atrás eligió como gobernador de Syunik al coronel Hunan Poghossian, alguien con demasiadas denuncias por corrupción y abuso de derechos humanos. Otro nombramiento muy discutido fue el de Artur Vanetsian al frente del Servicio de Seguridad Nacional, una agencia oficial muy poderosa que puede utilizarse en “diversas” direcciones. Nadie, fuera de algunos pocos analistas, se atrevió hasta el momento cuestionarle estas designaciones porque el crédito popular que tiene Pashinian a su favor es enorme.

En la cuestión de Karabagh, Pashinian aseguró que ya tenía línea directa con Ilham Aliev y que pronto iban a comenzar las negociaciones. Se olvidó de aclarar en qué términos lo haría y cuánto le costaría a Armenia abandonar la estrategia seguida hasta el momento. Conociendo su cercanía con Levón Ter Petrosian, no sería extraño que terminara adoptando alguna decisión basada en el pensamiento del controvertido expresidente. Recordemos que esa actitud política de entrega de territorios le costó al hoy líder de la alianza Congreso Nacional, su cargo de jefe de estado.

En vísperas de su designación como premier, Pashinian acordó con Armenia Próspera y el Tashnagtsutiún formar un gobierno de cooperación. Pero un día resolvió deshacerse de ellos e imaginando una supuesta contrarrevolución los removió de su gabinete. Ahora, luego de reunirse por dos veces con la cúpula de la FRA, Nigol Pashinian no ahorra adjetivos para elogiar el rol del Tashnagtsutiún en la “nueva” Armenia. Tal vez, el por el momento premier provisorio (recordemos que renunció días atrás), quiere aprovechar la fuerza de este partido en la Diáspora porque también tuvo encuentros similares con dirigentes tashnagtsagán de la Diáspora en Estados Unidos, Francia y el Líbano. Sería interesante saber cuál es el verdadero Pashinian, el que casi insulta al Tashnagtsutiún frente a decenas de miles de armenios o el otro, el que en la intimidad reconoce y valora la labor de la FRA.

De cualquier manera, es evidente su ambición de “líder supremo” porque ya se sacó de encima a sus socios de la alianza Elk a quienes enfrentó con su candidato en las elecciones de Ereván. También acaba de manifestar que no tejerá ningún acuerdo o alianza para las elecciones parlamentarias extraordinarias en las que se vaticina su más que seguro y arrollador triunfo. Allí, las fuerzas políticas que se presenten deberán vencer el piso del cinco por ciento en el caso de los partidos y el siete por ciento las alianzas.

Cerramos estas líneas con el mismo espíritu del comienzo de la nota. Todos los armenios, independientemente del color político que defendamos, queremos que nuestra patria finalmente encuentre el camino que la lleve a su desarrollo como país para asegurar a sus ciudadanos un futuro en armonía, paz y trabajo, tanto en Armenia como en Artsaj.

Ojala que estos básicos objetivos estén presentes en la agenda de Pashinian.

Jorge Rubén Kazandjian

 

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