Por qué marchamos

01 de octubre de 2020
Marcha a la Embajada de Azerbaiyán organizada por Unión Juventud Armenia de la FRA-Tashnagtsutiún. Febrero de 2016.

El próximo sábado 3 de octubre, a las 15:30, marchamos a las embajadas de los países que, nuevamente, amenazan la existencia del pueblo armenio en su tierra ancestral. Las hostilidades desatadas por Azerbaiyan y Turquía sobre Armenia y Artsaj nos estremecen, porque sabemos que lo llaman “guerra” pero que no lo es. Somos herederos de los armenios que se refugiaron en Buenos Aires escapando de las matanzas de los Jóvenes Turcos. Lo que está pasando para nosotros no es nuevo. Lo conocemos bien. Lo tenemos grabado a fuego. Lo aprendimos en nuestras familias, en nuestros colegios, en nuestros clubes. Se llama GENOCIDIO.

Los que nacimos acá, los que vivimos en democracia desde hace más de 30 años, somos parte de una sociedad que no duda en reclamar cada vez que los derechos humanos son puestos en cuestión.

Y sin embargo, asistimos a una embestida por parte de la Embajada de Azerbaiyán en Argentina que nos descoloca. Se preguntó el Embajador azerbaiyano en una nota en un medio periodístico nacional: “¿Qué significa esto? ¿Que en cada lugar donde viven los armenios pueden reclamar por la autodeterminación y crear así muchos Estados armenios? Los armenios ya tienen su Estado que es la República de Armenia”.

La respuesta es sí, señor Embajador. En cada lugar en donde el libre desarrollo de los derechos civiles, políticos, económicos y culturales se vea obstaculizado, el derecho de autodeterminación asiste al oprimido y le permite proclamar su independencia.

Como el pueblo argentino en 1816, el de Artsaj también declaró su independencia en 1991.

Es entendible que el Embajador de una dictadura se extravíe en preguntas retóricas cuando está frente a una ley, una constitución o un tratado. Pero en la República Argentina sabemos que las personas somos titulares de derechos por el simple hecho de serlo y estamos comprometidos en defender esta postura hasta las últimas consecuencias. Y si el pueblo armenio de Artsaj declaró su independencia en los términos del derecho internacional y conformó una República, la negación de la existencia de ese Estado es un acto de lisa, llana y franca xenofobia.

¿Podemos tolerar que el Embajador de Azerbaiyan declare en un medio de nuestro país que los armenios ya tienen un Estado (Armenia) y que el otro sobra (Artsaj)?

Entonces, así como el pueblo armenio cuando se ve amenazado no se congrega en la Plaza de la República (Ereván) y se dirige a la frontera presto a defender sus hogares, nosotros, acá, marchamos a la Embajada del agresor.

Porque no podemos asistir impávidos a que, mientras la gente es asesinada en Artsaj y en Armenia, los embajadores tuco-azerbaiyanos se presenten ante la sociedad como una de las dos campanas que hay que oír. No hay dos campanas, porque la única campana que debe ser oída es la del pueblo armenio pidiendo justicia.

Por una vez, el pueblo armenio tiene que poder desarrollar su existencia en paz. La historia no puede repetirse.

En 1915, mientras la Primera Guerra Mundial asolaba países, el Imperio Otomano inició el Genocidio que culminó Mustafá Kemal en 1923.

En 1988, cuando el terremoto derrumbó una ciudad entera en Armenia (Gyumrí), empezó la campaña de limpieza étnica de armenios en Azerbaiyán que obligó a la autodefensa y que culminó con la conformación de la República de Artsaj.

Hoy, en 2020, se registra una pandemia sin precedentes y, nuevamente, la voluntad de exterminio se hace presente olvidando las más elementales pautas humanitarias.

Por eso marchamos. Por nuestro repudio absoluto a la guerra desatada por Azerbaiyán y Turquía. Por nuestra total solidaridad con nuestros hermanos de Armenia y de Artsaj, que no tienen la libertad de elegir entre defender sus hogares y resguardarse de la covid-19. Ellos no pueden elegir, nosotros tampoco.

Gomide Aram Manukian de la Federación Revolucionaria Armenia (FRA - Tashnagtsutiún)

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