Por qué no se debe llamar secesionista a Nagorno Karabaj

01 de octubre de 2020
La primera gran manifestación del Movimiento de Karabaj en Stepanakert. 13 de febrero de 1988.

La guerra ya abierta por Azerbaiyán y ahora con el apoyo explícitamente provocador militar, económico y logístico de Turquía, los últimos días hacia Nagorno Karabaj o mejor dicho Artsaj, no solo se libra en el ámbito militar.

A la angustia, dolor e indignación de este nuevo ataque azerí no provocado por la República de Artsaj, se suma a una preocupante y sorprendente serie de publicaciones de fuentes internacionales, entre ellas varias agencias de noticias y medios con larga trayectoria periodística.

Hemos leído que muchas de ellos se refieren a los ciudadanos de Artsaj como “separatistas” o “secesionistas”. Podemos hipotizar las causas que llevan a reporteros, analistas y periodistas a utilizar este término: desconocimiento, interés, o tergiversación fruto de no chequear muchas veces las fuentes. Diríamos que es por lo menos liviano de su parte, pero cabría decir que con su accionar son funcionales a los argumentos falaces que utiliza la maquinaria propagandística de un régimen autocrático y violento como el de Aliyev, quien gobierna Azerbaiyán desde hace tiempo y alejado de lo que concebimos como una república.

Calificar de secesionista a los ciudadanos de Artsaj es desconocer la historia y el derecho de autodeterminación de los pueblos.

Artsaj es un territorio que milenariamente formó parte de los sucesivos Estados armenios, desde reinos, imperios hasta la República de Armenia de 1918 hasta 1920. Artsaj está unida a Armenia por lazos culturales, étnicos, históricos y lingüísticos. Su historia se remonta muchos años antes de la llegada de los tártaros, origen étnico de los actuales azeríes que se asentaron hace varios cientos de años en lo que es hoy Azerbaiyán, pero nunca lo ocuparon ni reclamaron Artsaj.

En 1923, tres años después de la sovietización de la Primera República de Armenia (1918-1920), y luego de pactar con el gobierno de Mustafá Kemal enterrando el Tratado de Sèvres en Lausana, decidió antojadizamente amputar territorialmente a la República Socialista Soviética de Armenia, cediendo varias regiones a sus vecinos: la zona de Ajalkalak pasó a Georgia y Najicheván y Nagorno Karabaj a Azerbaiyán, considerándose una oblast (provincia), de pobladores mayoritariamente armenios. Es imprescindible entender este punto para entender una de las causas de mayores implicancias en el conflicto que hoy nos duele e indigna una vez más.

En 1988, ante la inminente caída de la Unión Soviética y amparado por la constitución vigente, Nagorno Karabaj realizó un plebiscito democrático en el que triunfó la propuesta de declarar la independencia, hecho que fue rechazado por Azerbaiyán. Artsaj usó el derecho de autodeterminación de los pueblos y actuó en el marco de una potestad constitucional vigente, que los habitantes de Artsaj decidieron ser libres, independencia que se concretó en 1991.

No se puede denominar secesionistas a los habitantes de Artsaj, una región que fue obligada a dejar de integrar su histórica pertenencia a Armenia hace casi 100 años y que luego decidió democráticamente su independencia. Hoy, como desde hace 30 años, sigue luchando firmemente por sus derechos, historia y la autodeterminación de los pueblos. Enfrenta enemigos poderosos que declaran que no cesarán hasta recuperarla. Armenia y su diáspora estamos con Artsaj.

Juan Carlos Tagtachian
Lic. en Administración (UBA) Diplomado en Gestión Pública (UNSAM)
tagta@telecentro.com.ar

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