Opinión

¿Por qué triunfó Donald Trump?

16 de noviembre de 2016

Donald_TrumpPocas veces la opinión pública mundial estuvo tan pendiente de una elección presidencial como la de los Estados Unidos. Las especulaciones y los análisis recorrieron los medios de prensa en todas las direcciones. Y hubo casi coincidencia en que la vencedora sería la candidata demócrata Hillary Clinton. Hasta pudo apreciarse un hecho poco común en el país del norte y fue el confeso apoyo de los grandes medios de prensa quienes, salvo alguna excepción, coincidieron en vapulear a un Donald Trump que hizo todo para transformarse en el anticandidato por excelencia.

Sus apariciones públicas fueron un conjunto de ataques discriminatorios a las mujeres y las minorías, amenazas de anular compromisos económicos con aliados y vecinos, además de  evidenciar completo desconocimiento de graves conflictos que amenazan a la humanidad. Por ejemplo, ya adelantó que Washington variaría su postura respecto a la OTAN, reduciendo su participación tanto en tropas, como en apoyo económico-militar.

Enfrente, la candidata demócrata navegó muchas semanas en aguas seguras con la convicción que la victoria no sería tan difícil de alcanzar. Y esa certidumbre pareció reforzarse luego del primer debate presidencial donde Hillary Clinton resultó claramente vencedora.

Sin embargo, debajo de la superficie y bastante lejos de las encuestas había otra realidad, aquella de los desocupados, subocupados y todo el universo de los postergados por  las insuficientes políticas socioeconómicas puestas en práctica por un gobierno que se mostraba progresista pero fracasaba en su accionar.

Esa parte del electorado fue proclive a creer las promesas de reactivación que Trump formuló prolijamente, pero sin explicar jamás cuál sería la fórmula que lo llevaría al éxito en sus objetivos. A esos millones de votantes poco les interesó las acusaciones de acoso sexual  y abuso que formularon muchas mujeres del pasado del ahora candidato vencedor.

Se debe deducir entonces que se privilegiaron las promesas de mejora económica a partir de la creación de empleos en contra de la tibia campaña de una Clinton más preocupada en mostrar los flancos débiles de su oponente que de evidenciar las políticas que aplicaría en el futuro.

Atrás quedaron dos periodos de gobierno de Obama, un demócrata atípico, no por su política de gobierno, sino por provenir de una minoría, la negra, que lo catapultó a la presidencia con la firme esperanza de alcanzar el cambio que derribara aquellas barreras discriminatorias que hasta el día de hoy hacen mella en muchos ciudadanos estadounidenses.

Luego de conocerse los resultados que le dieron amplia ventaja a Trump, algunos analistas “descubrieron” las falencias de la administración demócrata y su ineptitud para hacer frente a muchas promesas que quedaron incumplidas, muchas de ellas hasta de carácter irritante hacia sus minorías, como las de reconocimiento del genocidio de armenios.

Lo llamativo es que en algunos estados donde ganó Trump, los votos positivos provinieron de aquellos que habitualmente sufragaban por los demócratas, amparados en las permisivas políticas en materia de inmigración. Parece ser que su difícil situación económica les llevó a optar por quien en primera instancia parecía ser su más férreo enemigo.

En cuanto a la comunidad armenia, ésta poco esperaba ya de la administración encabezada por Obama y de quien supo ser secretaria de estado Hillary Clinton, impulsora de los vergonzosos  protocolos con Turquía que se firmaron en Ginebra durante su mandato.

Trump no parece habernos prometido nada, pero el lobby armenio trabajó inteligentemente con los congresales de ambos partidos para continuar una labor parlamentaria en dirección a encontrar apoyo no sólo a las reivindicaciones reclamadas, sino a la existencia misma de las Repúblicas de Armenia y Artsaj.

Jorge Rubén Kazandjian

 

 

 

 

 

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